Aoraciones

El Maravilloso Secreto de Las Almas Del Purgatorio

 

María Simma por Sor Emmanuel Maillard - Aoraciones

El Maravilloso Secreto de Las Almas Del Purgatorio Sor Emmanuel Maillard:  María Simma

El presente artículo tiene como fin no solo ayudarnos a vencer dicha angustia, sino también ayudarnos a comprender y a aclarar que, en realidad, el proyecto de Dios sobre nosotros y sobre el más allá que nos espera es realmente un proyecto magnífico y especialmente entusiasmado. 

Mientras estemos en la Tierra tenemos en nuestras manos un poder inmenso: 

El poder de donar la felicidad a las almas de nuestros difuntos y también el de lograr la paz para nosotros. María Simma vivía sola en su casita de Sonntag, un agradable pueblecito de montaña situado en la región de Vorarlberg, en Austria.

Pero, ¿quién era María Simma? 

Nació el 5 de febrero de 1915 en Sonntag, en un extremo del valle de Grosses Walsertal, en Austria.  Debido a la pobreza de su familia,  los hermanos se tuvieron que poner a trabajar desde muy jóvenes: los chicos como obreros y las chicas como sirvientas. 

María se reveló Pía desde que era niña

Quería ser monja, pero tres veces la devolvieron a casa desde el convento, a causa de su débil constitución.  Desde la muerte de su padre, en 1947, se quedó viviendo sola en la casa paterna. Para mantenerse, realizaba trabajos de jardinería. Sus tres estancias en el convento la habían formado, preparándose para su apostolado en favor de las almas del Purgatorio.

Hizo voto de virginidad a la Madre de Dios y también se ofreció a Dios, haciendo voto de «alma víctima» de amor y expiación.

Era una ferviente católica, muy humilde y extremadamente sencilla. En su tarea de apostolado había sido animada por el rector de su parroquia. No obstante el aspecto extraordinario de su carisma, vivía en una gran pobreza, hasta el punto de que en el cuchitril donde me recibió apenas había espacio para girar la silla. 

¿Carisma extraordinario? 

Sí, pero en realidad tiene sus orígenes en la historia de la Iglesia: efectivamente,  fueron muchos los santos (canonizados o no) que lo ejercieron. Por ejemplo, podemos recordar a Santa Gertrudis, Santa Catalina de Génova —que escribió mucho sobre este asunto—,  María Ana de Jesús, Santa Margarita María de Alacoque —que tuvo la visión del Sagrado Corazón—, el Santo Cura de Ars,  San Juan Bosco, la Beata Maryam de Belén,  Natuzza Evolo de Paravati, Don José Tomaselli y otros muchos.

Analizando los testimonios de estos santos podremos comprobar que dicen todos, absolutamente todos, las mismas cosas. Por su parte, María Simma no hace más que revivir esos estupendos testimonios. Por eso no dudé en entrevistarla, al estar disponible.  Como podréis imaginar, la «sumergí» en preguntas. 

Me «aproveché» de ella (utilizando un intérprete).Para no hacer este capítulo demasiado pesado, en parte resumiré yo misma las respuestas de María Simma y en parte transcribiré sus palabras, traducidas.  De vez en cuando también apostillaré con mis comentarios personales.

La Biblia nos habla...

«Todos bendijeron el proceder del Señor, el justo Juez, que pone de manifiesto las cosas ocultas, e hicieron rogativas pidiendo que el pecado cometido quedara completamente borrado. El noble Judas exhortó a la multitud a que se abstuviera del pecado, ya que había visto con sus propios ojos lo sucedido a causa de su pecado a los caídos en el combate. Y después de haber recolectado entre sus hombres unos dos mil dracmas, los envió a Jerusalén para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. Él realizó este hermoso y noble gesto con el pensamiento puesto en la resurrección, porque si no hubiera esperado que los caídos en la batalla fueran a resucitar, habría sido inútil y superfluo orar por los difuntos. Además, él tenía presente la magnífica recompensa que está reservada a quienes mueren piadosamente, y este es un pensamiento santo y piadoso. Por eso mandó ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos, para que fueran librados de sus pecados» (2 Macabeos 12, 41-45).

Cuando esa alma visitó a María, le contó el porqué: ella tenía una amiga, contra la cual surgió una enemistad muy grande; y esa enemistad había sido causada por ella. Había conservado su rencor por años y años, a pesar de que esa amiga le había pedido en varias ocasiones que se reconciliaran e hicieran las paces. Ella la había rechazado en cada ocasión, incluso en su lecho de muerte. Este testimonio sobre la gravedad de guardar el rencor es muy significativo. Por lo que se refiere a las palabras, nunca se dirá bastante acerca de cómo una palabra de mala crítica, una palabra malévola puede realmente matar; y, por otro lado, cómo una buena palabra puede curar. 
Nuestra Señora del Purgatorio Santas Almas Sufrientes


Sor E. ¿Puede decirnos quiénes son los que tienen mayores posibilidades de ir directamente al Cielo? 

M.S. Son aquellos que tienen un buen corazón con todo el mundo:
 «la caridad cubre una multitud de pecados» (San Pablo).

Sor E. ¿Cuáles son los medios que podemos emplear sobre la Tierra para evitar el Purgatorio e ir directos al Cielo?

M.S. Debemos hacer mucho por las almas del Purgatorio, porque son ellas quienes, a su vez, nos ayudan. Hay que tener mucha humildad, ya que es el arma más grande contra el maligno. La Humildad elimina el mal. He aquí un testimonio del padre Berlioux (que ha escrito un hermoso libro sobre el Purgatorio) con relación a la ayuda ofrecida por estas almas a aquellos que las alivian con oraciones y sufragios:
«Se cuenta que una persona muy amiga de las almas del Purgatorio había consagrado toda su vida a sufragar por ellas. Habiendo llegado la hora de su muerte, fue asaltada con furor por el demonio, que la veía a punto de escapar. Parecía que el abismo entero, confederado contra ella, la rodease con sus legiones infernales.» La moribunda luchaba desde hacía tiempo entre los esfuerzos más penosos, cuando de pronto vio entrar en su casa una multitud de personajes desconocidos, pero resplandecientes de belleza, que pusieron en fuga al demonio y, acercándose a su lecho, le dirigieron palabras de aliento y de consolación totalmente celestiales. Emitiendo entonces un profundo suspiro, y llena de alegría,gritó: “¿Quiénes sois? ¿Quiénes sois, por favor, vosotros que me hacéis tanto bien?”.
«Aquellos buenos visitantes respondieron: “Nosotros somos habitantes del Cielo, que gracias a tu ayuda nos has encaminado a la felicidad, y, como reconocimiento, venimos a ayudarte para que cruces el umbral de la eternidad, y a sacarte de este lugar de angustia, y a introducirte en las alegrías de la Ciudad Santa”.
«Con estas palabras una sonrisa iluminó el rostro de la moribunda. Sus ojos se cerraron y ella se durmió en la paz del Señor. Su alma, pura como una paloma, presentándose ante el Señor de los Señores, encontró tantos protectores y abogados como las almas que ella había liberado; y reconocida digna de la Gloria, entró triunfalmente, en medio de los aplausos y las bendiciones de quienes había liberado del Purgatorio. ¡Ojalá que también nosotros, un día, podamos tener la misma suerte!». 
Las almas liberadas por nuestra plegaria son sumamente agradecidas y nos ayudan notablemente en nuestra vida. Os aconsejo, pues, que probéis la experiencia; las almas nos asisten conocen nuestras necesidades y nos obtienen muchas gracias. Otro hermoso ejemplo, que nos cuenta María Simma, demuestra cómo la caridad cubre una multitud de pecados:
«Conocía a un joven de unos veinte años que vivía en un pueblo vecino al mío. El pueblo había sido duramente golpeado y destruido por una serie de aludes que mataron a un gran número de habitantes. Corría el año 1954.»
Una noche, mientras ese joven se hallaba en casa de sus padres, escuchó un terrible alud cerca de su casa, y oyó unos gritos desgarradores: “¡Ayuda! ¡Socorro! ¡Se acerca un alud!”.» De inmediato el joven se levantó de la cama y se precipitó a socorrer a aquellas personas. Pero su madre, que había oído los gritos, le impidió pasar diciendo: 

“¡Que vayan otros a socorrerlos, no tenemos que ser siempre nosotros! Es demasiado peligroso y no quiero que haya un muerto más”. 

Pero él, impactado por esos gritos, quería verdaderamente socorrer a esa gente. Empujó a su madre y dijo:

 “¡Yo voy! ¡No quiero dejarlos morir así!”. Salió y, en el recorrido, fue embestido por el alud y murió.»

Dos días después de su muerte, me visitó de noche y me dijo: “Haz celebrar tres misas por mí, así seré liberado del Purgatorio”.

Yo fui a dar cuenta a su familia y a sus amigos. Ellos quedaron muy sorprendidos al oír que, con tan solo tres misas, se libraría del Purgatorio, dado que había cometido muchas fechorías.»

Ese joven me dijo: “He realizado un acto de amor puro poniendo en riesgo mi vida por aquellas personas, y gracias a esto el Señor me ha acogido rápidamente en el Cielo. Es cierto, la caridad cubre una multitud de pecados”».

Sí, la caridad, un solo acto de amor desinteresado, cubre multitud de pecados: ese joven había llevado una vida de fechorías, puede que nunca hubiese tenido otra ocasión en su vida de realizar un acto de amor tan fuerte y quizás se hubiera convertido en un hombre malvado. 

El Señor, en su misericordia, lo llamó justo en el momento más puro gracias a ese acto de amor.

He aquí otro episodio que demuestra cómo el Señor aprecia y valora también un simple acto de bondad:

«Un día, el alma de una mujer se presentó con un cubo en la mano.

“¿Qué haces con este cubo?”, le pregunté. “Es la llave de mi Paraíso”, respondió radiante.

“No Recé mucho durante mi vida; raramente iba a la iglesia, pero una vez, antes de Navidad, limpie gratuitamente toda la casa de una pobre anciana. 

Esto fue mi salvación”». Esta es la prueba de que todo depende de la caridad.

Sor E. ¿Qué hizo el buen ladrón para que Jesús le prometiera que en ese mismo día estaría con Él en el Reino de los Cielos? 

M.S. Aceptó humildemente sus sufrimientos diciendo que era justo, y alentaba al otro ladrón a que también lo hiciera. Él sentía el temor de Dios, es decir, era humilde. Es también importante, cuando se prevé la muerte, abandonarse completamente a la voluntad del Señor. María me narró el caso muy bonito de una madre de cuatro hijos que estaba a punto de morir. En vez de rebelarse, dijo al Señor: 

«Acepto la muerte, ya que Tú lo quieres así; y pongo mi vida en tus manos. Te confío mis hijos y sé que Tú te encargaste de ellos». 

Gracias a esta inmensa confianza en Dios, esa mujer fue directamente al Cielo sin pasar por el Purgatorio. El amor, la humildad y el abandono a Dios son ciertamente tres llaves de oro que nos hacen entrar directamente en el Cielo.
¡Ofrecedles una misa!

Sor E. María, ¿podría decirnos cuáles son los medios más eficaces para liberar a las almas del Purgatorio?

M.S. El medio más eficaz es la misa; porque es Cristo quien se ofrece por amor a nosotros. 

Es la ofrenda del mismo Cristo a Dios, la más bella de las ofrendas. El sacerdote es el representante de Dios, pero es el mismo Dios quien se ofrece y se sacrifica por nosotros. La eficacia de la misa por los difuntos es tanto mayor cuanto más grande ha sido la estima que ellos tuvieron por la misa cuando estaban todavía en vida. Si en esas misas han orado con todo el corazón y si han asistido también durante la semana, según el tiempo disponible, sacan gran provecho de las misas celebradas en sufragio de ellas. 

También en esto se recogerá lo que se ha sembrado.  Las almas del Purgatorio ven claramente el día de sus funerales: 

si se reza verdaderamente por ellas o si, simplemente, se hace acto de presencia. 

Ellas dicen que las lágrimas no sirven para nada, ya que solamente la oración puede ayudarlas. Con frecuencia esas almas lamentan el hecho de que las personas sí asisten a su sepultura, pero no elevan una sola plegaria a Dios por ellas.

Con relación a la misa, quisiera citarles un hermoso ejemplo narrado por el santo Cura de Arsa sus parroquianos:
 «Hijos míos, un buen sacerdote había tenido la desgracia de perder un amigo muy querido. Por eso rezó mucho por la paz de su alma.»
Un día Dios le hizo saber que su amigo estaba en el Purgatorio y sufría terriblemente. Este Santo sacerdote pensó que no podía hacer algo mejor que ofrecer el santo sacrificio de la misa por su querido difunto. En el momento de la consagración, tomó la Hostia entre sus manos y dijo:

“Padre santo y eterno, hagamos un cambio; en tus manos divinas está el alma de mi amigo en el Purgatorio, y en mis manos está el cuerpo de tu Hijo Jesús. Pues bien, Padre bueno y misericordioso, libera a mi amigo y yo te ofrezco a tu Hijo junto con todos los méritos de su gloriosa pasión y muerte”.

Esta petición fue otorgada. De hecho, en el momento de la elevación, él vio el alma de su amigo, resplandeciente de gloria, que subía al Cielo: Dios había aceptado el cambio.

«Por eso, hijos míos», concluyó el santo Cura de Ars, «cuando queramos liberar del Purgatorio el alma de un ser querido, hagamos lo mismo. Ofrezcamos al Padre, por medio del santo sacrificio, a su Hijo amado, junto con todos los méritos de su pasión y muerte; así no podrá rechazamos nada».
No desperdicieis vuestros sufrimientos aquí en la Tierra...
Otro medio muy eficaz para ayudar a las almas del Purgatorio es el ofrecimiento voluntario de nuestros sufrimientos, como por ejemplo la penitencia, el ayuno, las privaciones y, naturalmente, también los sufrimientos involuntarios, como las enfermedades, los lutos, etc

Sor E. María, a usted le han pedido muchas veces sufrir por las almas del Purgatorio para liberarlas. ¿Puede decirnos qué ha vivido y probado en esos momentos? 

M.S. La primera vez un alma me preguntó si quería sufrir tres horas, en mi cuerpo, por ella; y añadió que luego yo podría retomar mi trabajo. Yo pensé que si era solo durante tres horas, podía aceptar. 
Esas tres horas me parecieron tres días, tan terribles eran los dolores. Pero, al final, miré el reloj y vi que efectivamente habían pasado únicamente tres horas. El alma luego me dijo que ¡al haber aceptado sufrir con amor esas tres horas, le había ahorrado veinte años de Purgatorio! 

Sor E. María, ¿por qué tres horas de sufrimiento en la Tierra por veinte años de sufrimiento del Purgatorio? ¿Qué tenían de más sus sufrimientos?

M.S. Los sufrimientos en la Tierra tienen otro valor. Cuando se sufre en la Tierra se puede crecer en el amor, se pueden ganar méritos, lo que no sucede con los sufrimientos del Purgatorio, ya que allí solo sirven para purificarnos del pecado. En la Tierra tenemos todas las gracias, tenemos la libertad de escoger. Esto puede dar un sentido extraordinario a nuestros sufrimientos.
Los sufrimientos ofrecidos y aceptados con paciencia y humildad, al igual que los más pequeños sacrificios que podemos hacer,pueden tener una fuerza inaudita para ayudar a las almas. 
Lo mejor es unir nuestros sufrimientos a los de Jesús y confiarnos a la Virgen María, ya que Ella sabrá cómo mejor utilizarlos, pues a menudo nosotros no sabemos las necesidades urgentes que hay a nuestro alrededor. 
Todo esto María nos lo devolverá a la hora de la muerte, y estos sufrimientos ofrecidos serán nuestros tesoros más preciados en el otro mundo.

Sor E. Pero a menudo la aparición del sufrimiento en nuestras vidas nos indigna, nos es difícil aceptarlo y vivirlo bien. Entonces, ¿cómo vivir el sufrimiento para que pueda dar frutos?

M.S. Los sufrimientos son la prueba más grande del amor de Dios y, si se ofrecen bien, pueden ganar muchas almas.

Sor E. Pero, ¿qué hacer para recibir los sufrimientos como un regalo y no como un castigo, tal como se hace demasiado a menudo?

M.S. Hay que ofrecerlo todo a la Virgen Santa, pues Ella sabe mejor que nadie quién necesita esta o aquella ofrenda de sufrimientos para ser salvado.
Quisiera referir aquí un testimonio sorprendente que María me ha contado a propósito del sufrimiento. 
Ocurrió en 1954. Una serie de avalanchas muy desastrosas se abatieron sobre un pueblo cercano al de María, causando gravísimos daños. 
Más tarde se supo que otros aludes se habían precipitado en dirección al mismo pueblo de María. Pero en esta ocasión sucedió que los aludes se detuvieron ante el pueblo de un modo ciertamente milagroso, sin causar ningún daño. 
Las almas dijeron a María que en su pueblo había vivido y muerto una mujer que, durante treinta años, estuvo enferma y había sido cuidada muy mal; había sufrido terriblemente durante todos esos años, ofreciendo todos sus dolores por el bien del pueblo. Las almas revelaron a María que, gracias al ofrecimiento de aquella mujer, el pueblo se había salvado. 
Ella había ofrecido sus sufrimientos durante treinta años, y los había soportado con paciencia. María nos dice que, si aquella mujer hubiese gozado de buena salud, no hubiese podido proteger a su pueblo. Con el sufrimiento, pacientemente soportado, se pueden salvar más almas que con las oraciones (¡y las oraciones ayudan a soportar el sufrimiento!).
No tenemos que ver siempre el sufrimiento como un castigo. Puede ser aceptado como expiación, no sólo por nosotros mismos, sino sobre todo por los demás. Jesucristo era inocente, y fue Él quien sufrió más que todos para expiar nuestros pecados. 
Tan solo en el Cielo sabremos totalmente lo que hemos obtenido por medio del sufrimiento soportado pacientemente, en unión con los sufrimientos de Cristo.

Sor E. María, ¿hay una cierta rebeldía por parte de las almas del Purgatorio a causa de sus sufrimientos?

M.S. No, ellas quieren purificarse y comprenden que esto es necesario.
...¡Y no contemos nuestras oraciones!
María nos dice que otro modo muy eficaz es el Vía Crucis, ya que contemplando el sufrimiento de Jesús empezamos poco a poco a odiar nuestros pecados y a desear la salud de todos los hombres. Esta inclinación del corazón aporta un gran alivio a las almas del Purgatorio y suscita el arrepentimiento de nuestros pecados. Otro medio muy recomendado por las almas del Purgatorio es el Rosario. Con el rezo del Rosario, muchas son las almas que cada año salen liberadas del Purgatorio, y es la misma Madre De Dios quien va al Purgatorio para liberarlas. Estas almas llaman a la Virgen María 
«Madre de Misericordia»
Las almas le dicen a María que las indulgencias tienen un valor inestimable para su liberación. Para nosotros sería verdaderamente una crueldad no aprovechar esos tesoros que la Iglesia nos propone para aliviar las almas. Sería demasiado extenso explicar todo esto aquí; por eso os aconsejo leer el texto escrito por Pablo VI en 1968 al respecto. Las oraciones de Santa Brígida son también muy recomendables para las almas del Purgatorio. Se pueden encontrar en las librerías religiosas, o bien os las puede dejar vuestro párroco.
Es igualmente muy eficaz para esas almas la oración en general, y todas las formas deplegaria.Me gustaría dar a conocer el testimonio de Hermann Cohen, un artista judío convertido al catolicismo que veneró mucho la Eucaristía.

Sucedió en el año 1864 

Él se había apartado del mundo, había entrado en una orden religiosa muy austera y adoraba con mucha frecuencia el Santo Sacramento, por el cual sentía una gran veneración. Durante sus adoraciones, suplicaba al Señor que convirtiera a su madre, a quien amaba mucho.Pero su madre se murió sin haberse convertido. 
Hermann se desesperó de dolor. Se postró delante del Santo Sacramento y, dando rienda suelta a sus quejas, oró de este modo: 
«Señor, es verdad que te lo debo todo, pero, ¿qué te he negado? ¿Mi juventud, mis esperanzas en el mundo, el bienestar, la felicidad de una familia, un descanso quizás legítimo? Lo he sacrificado todo desde que Tú me llamaste. ¿Mi sangre? También la daría. Y Tú, Señor, Tú, la eterna bondad, que había prometido devolver el ciento por uno, me has negado el alma de mi madre... Dios mío, yo me someto a este martirio, la murmuración se exiliará de mis labios». 
El llanto asfixiaba su pobre corazón. De pronto, una voz misteriosa retumbó en su oído y le dijo: «Hombre de poca fe, tu madre se ha salvado, debes saber que la oración tiene todo el poder hacia Mí. Yo he recogido todas aquellas que tú me has ofrecido por tu madre, y mi Providencia ha tenido cuenta de ellas en su última hora. 
En el momento en que ella expiraba, Yo me he presentado ante ella, me ha visto y ha exclamado: 
“¡Mi Señor y mi Dios!”. 
Levanta, pues, tu ánimo, ya que tu madre ha evitado la condenación, y tus fervientes súplicas pronto liberarán su alma de la prisión del Purgatorio». Se sabe que el padre Hermann Cohen, poco tiempo después, supo a través de una segunda aparición que su madre ya estaba en el Cielo.
Es muy importante saber también que las almas del Purgatorio no pueden hacer nada por ellas mismas, que les es  imposible disminuir sus penas. Si los vivientes no rezan por ellas, se encuentran desamparadas. 
He aquí la importancia de realizar el increíble poder que cada uno de nosotros tiene en sus manos, un poder de fuego, para aliviar y liberar a las almas que sufren. Por ejemplo, a nadie se le pasaría por la cabeza no ayudar a un niño que delante de nosotros se hubiese caído de un árbol y estuviese gravemente herido. Seguramente haríamos todo lo posible para ayudarlo. De igual manera, debemos tomarnos en serio esas almas que esperan todo de nosotros, que están pendientes de la más mínima ofrenda, de la mínima oración por nuestra parte para sentirse aliviadas de sus penas. Esta puede ser para nosotros la manera más hermosa de superar la caridad.
Esto me hace pensar en el buen samaritano del Evangelio y lo que hizo por el hombre que encontró ensangrentado y medio muerto al borde del camino. Ese hombre dependía completamente del buen corazón de un paseante.

Sor E. María, ¿por qué no se pueden ganar méritos en el Purgatorio, mientras que sí se pueden ganar en la Tierra? 

M.S. Porque los méritos se acaban en el momento de la muerte. Mientras que uno está vivo en la Tierra, puede reparar el mal que uno ha hecho. Las almas del Purgatorio nos envidian por esta posibilidad. Incluso los ángeles están «celosos» de nosotros porque tenemos la posibilidad de crecer mientras seguimos en la Tierra.

En el momento de la muerte

Sor E. ¿Cuál es el valor de la contrición o del arrepentimiento en el momento de la muerte?

M.S. La contrición es importantísima. Los pecados, sea como sea, son perdonados, pero queda la consecuencia del pecado. 
Si se quiere obtener la indulgencia plenaria en el momento de la muerte, es decir, ir derecho al Cielo, el alma tiene que estar libre de toda atadura. Ahora quisiera referir un testimonio muy significativo que nos ha contado María. Le habían pedido que se informara sobre una mujer cuyos parientes la creían perdida, pues había vivido una vida muy mala. Fue víctima de un accidente: se había caído de un tren y murió. Un alma dijo a María que esa mujer se había salvado del infierno porque, en el momento de la muerte, había dicho a Dios: 
«Tú haces bien en retomar mi vida, porque así ya no podré ofenderte más».
Y eso canceló todos sus pecados. Esto demuestra que un solo acto de humildad y de arrepentimiento a la hora de la muerte, nos puede salvar. 
Eso no significa que esa mujer no haya pasado por el purgatorio, pero al menos se salvó del infierno merecido a causa de su impiedad.

Sor E. En el momento de la muerte, antes de entrar en la eternidad, ¿hay un tiempo en el que el alma tiene la posibilidad de dirigirse a Dios, incluso después de una vida de pecado? ¿Un tiempo que estaría entre la muerte aparente y la muerte real? 

La mística Marthe Robin dijo: 

«El alma no deja el cuerpo tan rápidamente como pensamos. Si se supiera lo que pasa en ese momento, nos arrodillamos para rezar por el difunto con todo nuestro corazón en lugar de apresurarnos para vestirlo» 
M.S. Sí, el Señor da a cada alma algunos minutos para que se arrepienta de sus pecados y se decida si acepta o no acepta llegar a Dios. En ese breve tiempo se ve la propia vida como una película. Yo conozco a un hombre que seguía los preceptos de la Iglesia, pero no creía en la vida eterna. Un día enfermó gravemente y entró en coma. 
Entonces él se vio en una sala con una pizarra en la que estaban escritas todas sus acciones: tanto las buenas como las malas; luego la pizarra desapareció, también las paredes de aquella sala, y todo era infinitamente bello. Después se despertó del coma y decidió cambiar de vida.
Este episodio es semejante a los testimonios del libro La vida más allá de la vida: la experiencia de la luz sobrenatural hace que esas personas no puedan volver a vivir como lo hacían antes. 

Sor E. María, en la hora de la muerte, ¿Dios se revela con la misma intensidad a todas las almas?

M.S. A cada alma se le da el conocimiento de su propia vida, y también del sufrimiento futuro (en el Purgatorio). Pero esto no es igual para todos. La intensidad de la revelación del Señor depende de la vida de cada uno.

Sor E. María, ¿el diablo tiene el poder de atacarnos en el instante de la muerte?

M.S. Sí, pero el hombre tiene también la gracia de resistirlo y de rechazarlo, porque si el hombre no quiere, el demonio no puede hacer nada.

Sor E. María, cuando alguien sabe que va a morir en breve tiempo, ¿cuál sería para esa persona, en su opinión, la mejor manera de prepararse?

M.S. Abandonarse completamente al Señor. Ofrecerle todos sus sufrimientos, sentirse feliz de Dios.

Sor E. ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante alguien que va a morir? ¿Qué es lo mejor que podemos hacer por esa persona?

M.S. Hay que rezar mucho y preparar a esa persona para la muerte. Debemos decir siempre la verdad. 

Sor E. ¿Qué consejos le daría a la persona que quisiera ser santa ya en la Tierra?

M.S. Ser muy humilde. No debe ocuparse de sí misma. Debe huir del orgullo, que es la trampa más peligrosa que nos tiende el maligno.

Sor E. ¿Se puede pedir al Señor vivir el propio purgatorio en la tierra para no hacerlo después de la muerte?

M.S. Sí. Conocí un sacerdote y una chica que se encontraban enfermos en el hospital. La chica le dijo al sacerdote que ella pedía al Señor poder sufrir en la Tierra tanto cuanto fuera necesario para ir directamente al Cielo.
El sacerdote le respondió que él no se atrevía a pedir eso. Junto a ellos había una religiosa que había escuchado toda la conversación. Primero murió la chica, y el sacerdote murió después. El sacerdote se apareció a la religiosa diciéndole: 
«Si hubiese tenido igual confianza que esa chica, también yo hubiese ido directamente al Cielo».

Sor E. Gracias por este hermoso testimonio, María. 

Llegados a este punto de la conversación, María me pide cinco minutos de descanso para dar de comer a las gallinas. Cuando vuelve, retomamos la entrevista.

Los “habitantes” del Purgatorio

Sor E. María, ¿hay diferentes grados en el Purgatorio?

M.S. Sí, hay una gran diferencia en el sufrimiento moral. Cada alma sufre de manera única.

Sor E. ¿Saben las almas del Purgatorio lo que va a pasar en el mundo?

M.S. Ellas no lo saben todo, pero sí saben muchas cosas.

Sor E. ¿Estas almas le dicen alguna vez algo de lo que va a pasar?

M.S. Ellas simplemente dicen que «hay algo delante de la puerta», pero ellas no dicen lo que es, solo dicen lo que es necesario para la conversión de los hombres.

Sor E. ¿Los sufrimientos del Purgatorio son peores que los mayores sufrimientos de aquí abajo?

M.S. Sí, pero de manera simbólica. Hacen más daño dentro del alma.

Sor E. ¿Jesús no visita nunca el Purgatorio?

M.S. Ningún alma me lo ha dicho. Es la Madre de Dios quien va. Una vez pregunté a un alma del Purgatorio si debía ir ella misma a buscar al alma por la que yo pedía noticias. Me respondió:
«No, es la Madre de Misericordia quien da noticias». Ni siquiera los santos van al Purgatorio; en cambio, los ángeles sí están allí. Está San Miguel, y cada alma tiene cerca a su ángel de la guarda.

Sor E. ¿Qué hacen los ángeles en el Purgatorio?

M.S. Alivian y consuelan a las almas. Estas pueden incluso verlos.

Sor E. Hoy en día mucha gente cree en la reencarnación. ¿Qué dicen las almas sobre este tema?

M.S. Las almas dicen que Dios nos da una sola vida. En Medjugorje, la SS. Virgen dijo a los videntes La reencarnación no existe. Después de la muerte, hay la eternidad (Sor E. Jesús dijo que es difícil para un rico entrar en el Reino de los Cielos. 

¿Ha visto usted algún caso parecido?

M.S. Si hacen obras de caridad, si viven el Amor, entonces también ellos pueden entrar en el Reino, igual que los pobres.

Sor E. Actualmente, ¿le visitan todavía las almas del Purgatorio?

M.S. Sí, dos o tres veces por semana.

Sor E. ¿Qué piensa sobre las prácticas de espiritismo? Por ejemplo, cuando se llama a los espíritus de los difuntos, se hacen girar las mesas, etc.

M.S. No está bien. Es siempre el Maligno, es el diablo quien hace mover las mesas. 

Sor E. ¿Qué diferencia hay entre lo que usted vive con las almas de los difuntos y las prácticas de espiritismo?

M.S. No es lícito llamar a las almas. Yo no busco su venida. En el espiritismo, se evocan, se les llama. 
Esta diferencia es muy clara y nosotros la debemos considerar con mucha seriedad. 
Si la gente tuviera que creer en una cosa sola de las que yo digo, me gustaría que fuera precisamente en esta: las personas que hacen espiritismo (hacer mover mesas u otras prácticas de este tipo) piensan que llaman a las almas de sus difuntos. 
En realidad, si hay una reacción a su llamada, es siempre Satanás y sus demonios quienes responden. La práctica del espiritismo (adivinos, brujería...) es muy peligrosa, tanto para ellos mismos como para las personas que se dirigen a ellos para recibir consejo. Viven en un completo engaño. 
Está formalmente prohibido llamar a los muertos (véase Deuteronomio 18, 9-15). Por mi parte, yo no les he llamado jamás, no les llamo y no les llamaré nunca. Solo Dios permite lo que a mí me pasa. Ciertamente, Satanás puede imitar todo lo que viene de Dios, y lo hace. Él puede imitar la voz de los difuntos, él puede imitar su apariencia. Pero cualquiera que sea esa manifestación, viene siempre del Maligno. No olvidemos que Satanás Puede incluso curar, pero sus curaciones no son duraderas.

Sor E. Usted, personalmente, ¿ha sido alguna vez engañada por falsas apariciones? Por Ejemplo, por el diablo que se hace pasar por un alma del Purgatorio para hablarle.

M.S. Sí, una vez un alma vino a verme y me dijo: «No recibas al alma que vendrá después de mí, porque te pedirá demasiados sufrimientos, no podrás hacer lo que te va a pedir».
Entonces quedé turbada porque me acordaba de lo que me había dicho mi párroco: que había que acoger a cada alma con generosidad. Por lo tanto, yo estaba habituada a la obediencia. Entonces me pregunté si no se trataría del demonio más que de un alma del Purgatorio. Por lo que le dije a esa alma: «Si tú eres el demonio,vete».
En ese momento pegó un fuerte grito y huyó. Y efectivamente, el alma que vino después era un alma que tenía verdadera necesidad de mi ayuda.

Sor E. Cuando el diablo aparece, ¿el agua bendita lo hace huir siempre?

M.S. Sí.Sor E. En la actualidad usted es muy conocida, sobre todo en Alemania y en toda Europa. Pero Al principio vivía escondida. 

Sor E. ¿Cómo es que, de la noche a la mañana, la gente ha reconocido que su experiencia sobrenatural es auténtica?

M.S. Fue cuando las almas comenzaron a pedirme que suplicara a sus familias que restituyeran un bien adquirido de forma ilegítima. Entonces, la gente se dio cuenta de que lo que yo les decía era verdad. A este propósito, María me contó muchos testimonios. Sería demasiado prolijo referirlos. A grandes rasgos, diversas almas han venido a verla para decirle: 
«Ve a mi familia, en tal pueblo (un pueblo que ella no conocía), para decir a mi padre, a mi hijo, a mi hermano, que restituyan tal propiedad, tal suma de dinero que, en tal lugar y en el asunto de fulano, me he procurado de mal modo.
Yo seré liberada del Purgatorio cuando ese bien sea restituido». Entonces María refería todos los detalles de ese campo, de aquella suma de dinero, de tal objeto, de aquel vestido; y las personas quedaban sorprendidas viendo que ella conocía todos esos particulares, porque algunas veces ni las mismas familias estaban al corriente de que aquel bien hubiese sido mal adquirido por sus parientes. Fue por tales hechos por los que María comenzó a ser muy conocida.

Sor E. ¿Existe un reconocimiento oficial de la Iglesia con respecto al carisma que usted ejerce hacia las almas del Purgatorio, y también hacia aquellos que son alcanzados con su apostolado?

M.S. Mi obispo me ha dicho que, visto que no hay errores teológicos, yo debo continuar. Él está de acuerdo. Mi párroco, que es al mismo tiempo mi guía espiritual, confirma también estas cosas. 

Sor E. Usted ha hecho tanto por las almas del Purgatorio que, sin duda alguna, cuando le toque morir, miles de almas le escoltarán hasta el Cielo. ¡Imagino que usted no tendrá que pasar por el Purgatorio !

M.S. No creo que vaya al Cielo sin pasar por el Purgatorio, porque yo he tenido más luz, más conocimiento que otras personas, por lo tanto mis culpas son más graves. ¡Pero espero igualmente que las almas me ayuden a subir al Cielo!

Sor E. ¿Está contenta de tener este carisma, o bien es para usted una cosa pesada y fatigosa,todas esas continuas demandas por parte de las almas?

M.S. No me lamento de las dificultades, porque sé que puedo ser de mucha ayuda para tantas almas, y soy feliz de poder hacerlo.

Sor E. Muchísimas gracias por el hermoso testimonio que nos ha dado. ¿Podría usted contarnos en dos palabras su vida?

M.S. Cuando era niña quería entrar en un convento. Mi madre me decía que esperara a que tuviese veinte años. No quería casarme. Mi madre me hablaba mucho de las almas del Purgatorio,y ya desde que asistía a la escuela esas almas me habían ayudado mucho. 
Entonces yo me decía que debía hacerlo todo por ellas.Terminada la escuela me planteé entrar en un convento. Ingresé en las Hermanas del Corazón de Jesús, pero me dijeron que era demasiado débil de salud para poder quedarme (cuando era pequeña había tenido una pulmonía y una pleuritis).
 La superiora confirmó que yo tenía vocación religiosa, pero me aconsejó que entrara en una orden más fácil y esperara algún año más. Yo, en cambio, quería ingresar en una orden claustral y enseguida. Después de otros dos intentos, la conclusión fue la misma: era demasiado débil de salud. 
Entonces pensé que entrar en un convento no era la voluntad que el Señor tenía puesta en mí. Sufrí mucho pensando que el Señor no me mostraba lo que quería de mí. El día en que Dios me confió esta tarea para las almas del Purgatorio tenía veinticinco años. ¡Me había hecho esperar ocho años!
En mi familia éramos ocho hermanos. Yo trabajaba en casa, en nuestra granja, desde los quince años.Luego fui a Alemania, como mujer de servicio en la familia de un campesino, y después he trabajado aquí en la granja.A partir de los veinticinco años, cuando comenzaron las visitas de las almas y tuve que sufrir mucho por ellas, mi salud ha mejorado mucho. Aquí finaliza su relato. 
Después de leer un informe sobre María Simma enviado por el padre Alfonso Matt (su director espiritual) puedo añadir estas otras noticias: «María ofreció su virginidad a la Virgen María y le hizo esta consagración especialmente en favor de los difuntos». 
Ella se consagró también a Dios «como alma víctima, alma de amor y de expiación». El párroco dice que, en diferentes ocasiones, ella se ofreció como víctima para ayudar a los difuntos, para recibir los sufrimientos voluntarios y a veces terribles gracias a los cuales disminuyó las penas de muchas almas. 
Ella siempre ofreció a Dios continuas oraciones, misas y penitencias.Después de la muerte de su padre, en el año 1947, María vivió sola en la pequeña casa paterna;y para cubrir sus necesidades, ella cultivaba su pequeño huerto. Vivió pobremente, ayudada por personas caritativas. 
Si alguien le ofrecía dinero, lo daba todo al párroco, para la celebración de misas, para obras de caridad y sobre todo para las misiones. La tarea de María Simma no era solo la de ayudar a los difuntos, sino también la de promoverla ayuda de los vivos hacia las almas del Purgatorio y hacia los moribundos.
Algunas notas de María Simma
«No sirve de nada lamentarse de los tiempos en que vivimos. Los padres para nada ayudan a sus hijos reflejando en ellos sus propios deseos, dándoles todos sus caprichos, simplemente para contentarlos y para no oírlos gritar. De esta manera, el orgullo arraiga en el corazón de un niño. Más tarde, cuando este comienza a ir al colegio, no sabe ni recitar un Padre Nuestro, ni santiguarse.En ocasiones, el niño no sabe nada de Dios.»
«¡Enseñad a los niños a hacer pequeños sacrificios! ¿Por qué hoy en día existe tanta indiferencia religiosa? ¿Por qué esta decadencia moral? ¡Porque los niños no han aprendido a renunciar a sus caprichos! Ellos, más tarde, se vuelven personas insatisfechas y sin juicio que toman parte en todo y que quieren tener de todo y en abundancia. Esto provoca las desviaciones sexuales. El que no ha aprendido desde su infancia a dominarse se vuelve egoísta, sin amor,tiránico. Por eso actualmente hay mucho odio y mucha falta de caridad. ¿Queremos vivir tiempos mejores? Empecemos por la educación de los niños.» 
«Se peca mucho contra el amor al prójimo, sobre todo por la murmuración, el engaño y la calumnia. ¿Dónde empiezan estos pecados?  En el pensamiento. Es necesario que enseñemos estas cosas a los niños a ios demás sin caridad.»
«Para todos los católicos, el apostolado es un deber. Algunos lo practican con su profesión,otros con su ejemplo.»
«La atención al desarrollo espiritual no debe verse asfixiada por el excesivo cuidado del cuerpo.»
Conocer a María Simma fue para mí un gran placer: una mujer cuya vida fue totalmente entregada. Cada segundo, cada hora de su vida tuvo un peso de eternidad, no solamente para ella misma, sino para tantas almas, conocidas y desconocidas, que ella ayudó a liberar del Purgatorio ya encontrarse con la felicidad eterna en el Cielo.Testimonios de algunos santos sobre el Purgatorio Numerosos santos han abierto grandes perspectivas sobre la realidad del Purgatorio. Gracias asus testimonios, los fieles tenemos a nuestra disposición unos ejemplos concretos que ilustran y confirman la doctrina de la Iglesia.

Quiero analizar en especial lo que dejaron escrito tres santos que están ejerciendo una fuerte influencia en nuestra generación: 

San Vio de Pietrelcina (padre Pío), 
Santa Teresita del Niño Jesús y Santa Faustina Kowalska.
San Pío de Pietrelcina
Mensajes de la Reina de la Paz
Editado en España 
Asociación Hijos de Medjugorje, 2009)

Sor E. Algunos dicen que una sola vida no es suficiente para conocer a Dios y para tener el tiempo de convertirse verdaderamente; y piensan que eso no es justo. ¿Qué les respondería a estas personas? 

M.S. Todos los hombres tienen una voz interior. Incluso sin ser practicantes, ellos reconocen implícitamente a Dios. No existe nadie que no crea totalmente. Cada hombre tiene una conciencia para reconocer el bien y el mal, una conciencia dada por Dios y un conocimiento interior,ciertamente de grados diversos, pero sabe distinguir el bien del mal. Con tal conciencia cada persona puede llegar a ser bienaventurada.

Sor E. ¿Qué pasa con las personas que se suicidan? ¿Alguna vez le ha visitado una de esas almas?

M.S. Hasta hoy, nunca he sabido del caso de un suicida que se haya perdido. Esto no significa,naturalmente, que no los haya. Pero, a menudo, las almas me dicen que son más culpables aquellos que han estado alrededor de ellas, si han sido negligentes o han difundido calumnias.

Sor E. ¿Estas personas se arrepienten de haberse suicidado?

M.S. Sí, pero con frecuencia el suicidio es una enfermad. A pesar de esto, las almas se arrepienten porque, apenas ven las cosas a la luz de Dios, comprenden, en un solo instante, todas las gracias que les estaban reservadas durante el tiempo que aún les quedaba por vivir, y ven todo el tiempo restante, y ven todas las almas que hubiesen podido ayudar ofreciendo el resto de su vida a Dios; y lo que a ellas les causa mayor dolor por su pasado es ver el bien que hubiesen podido hacer y que, en cambio, no hicieron porque abreviaron su vida. Pero si la causa del suicidio fue una enfermedad, el Señor lo tiene en cuenta.

Sor E. ¿Le han visitado almas que poco a poco se habían autodestruido, por consumo de drogas por ejemplo?

M.S. Sí, no se condenaron. Esto depende de las causas que las llevaron a consumir droga, pero tienen que sufrir el Purgatorio.

Sor E. Si yo pensara, por ejemplo: «¡Yo sufro demasiado físicamente y moralmente, es demasiado duro para mí y me quiero morir!», ¿qué puedo hacer?

M.S. Esto es muy frecuente. Yo diría: 
«Dios mío, yo puedo ofrecer estos sufrimientos para salvar almas». 
El Señor me dará la fe y la fuerza. Pero mucha gente en nuestros días no obra de esta forma.
Se puede decir también que haciéndolo así el alma obtiene una gran beatitud, una gran felicidad para el Cielo, donde hay millares de grados diferentes de felicidad, pero cada uno lo vive con plenitud y colma todo deseo. Cada uno sabe que tiene lo justo merecido.

Sor E. María, quisiera preguntarle si almas de personas de otras religiones, por ejemplo judíos,han venido a visitarla.

M.S. Sí, y son felices. Quien vive bien su fe está en paz; pero es a través de la fe católica como gana mucho más para el Cielo.

Sor E. ¿Existen religiones que son malas para las almas?

M.S. No, pero hay tantas religiones en la Tierra... Los fieles más cercanos a la fe católica son los ortodoxos y los protestantes. Hay muchos protestantes que recitan el Rosario; pero las sectas son muy malas. ¡Hay que hacer de todo para salir de ellas!

Sor E. ¿Hay sacerdotes en el Purgatorio?

M.S. Sí, hay muchos. Son los que no han colaborado para que se tenga respeto por la Eucaristía, y entonces toda la fe sufre. Con frecuencia están en el Purgatorio por haber descuidado la oración, lo cual también ha hecho disminuir su fe. Pero también es cierto que muchos han ido directamente al Paraíso.

Sor E. Bien, ¿y qué le diría a un sacerdote que quisiera vivir verdaderamente según el corazón de Dios?

M.S. Le aconsejaría rezar mucho al Espíritu Santo y recitar cada día el Rosario.

Sor E. María, ¿hay niños en el Purgatorio?

M.S. Sí, pero para ellos el Purgatorio no es muy largo ni muy penoso, porque a ellos les falta el pleno discernimiento.

Sor E. ¿Qué edad tenía el alma más joven que ha visto?

M.S. Tenía cuatro años. Era una niña y estaba en el Purgatorio porque había recibido de sus padres, como regalo de Navidad, una muñeca. Tenía una hermana melliza, que también había recibido una muñeca. Y he aquí que a la niña de cuatro años se le rompió la muñeca, y entonces, a escondidas, cambió la muñeca rota por la de su hermana, sabiendo muy bien, en su corazoncito, que ocasionaría muchísimo dolor a su hermana; fue consciente de que eso era un engaño y una injusticia. Por esta causa pasó por el Purgatorio.Los niños con frecuencia tienen una conciencia más viva que la de los adultos, y es preciso sobre todo luchar contra la mentira, ya que ellos son muy vulnerables a ella.

Sor E. ¿Cómo pueden los padres ayudar en la formación de la conciencia de sus hijos?

M.S. Sobre todo con el buen ejemplo: es lo más importante; y luego con la oración. Los padres deben bendecir a sus hijos e instruirlos bien en las cosas de Dios.

Sor E. ¿Le han visitado almas que sobre la Tierra practicaban perversiones, por ejemplo, en elcampo de la sexualidad?

M.S. Sí, no se han perdido, pero deben sufrir mucho para purificarse. En todas las perversionesestá presente la obra del Maligno. En modo particular en la homosexualidad.

Sor E. ¿Qué consejo daría a todas esas personas que son tentadas por la homosexualidad, que sienten esa tendencia?

M.S. Les diría que rezaran, que rezaran mucho, para tener la fuerza de alejarse. 
Sobre todo hayque orar al arcángel San Miguel, pues es él, por excelencia, quien combate contra el Maligno.

Sor E. ¿Y cuáles son las tendencias del corazón que pueden conducir a la pérdida definitiva de nuestra alma, es decir, al infierno?

M.S. Es cuando no se quiere ir hacia Dios. A este respecto, una vez entrevisté a Vicka, una de las videntes de Medjugorje, quien ha visto el infierno. Ella me dijo que únicamente van al infierno aquellos que deciden ir allí, y no es Dios quien los manda. Al contrario, El suplica al alma que acoja su Misericordia. El pecado contra el Espíritu Santo del que habla Jesús, y que por tanto no es perdonado, es el rechazo radical de su Misericordia, y eso a plena luz y con plena conciencia. Juan Pablo II lo explica muy bien en su encíclica sobre la Misericordia. 
También en esto podemos hacer mucho, por medio de la oración, por las almas que están en peligro de perderse. Aquí les expongo otro testimonio de María: «Un día, me encontraba en el tren y en mi compartimiento había un hombre que no paraba de criticar a la Iglesia, a los sacerdotes e incluso a Dios mismo, hasta que yo le dije:
 “Usted no tiene el derecho de decir todo eso, ¡no está bien!”.»
Cuando llegué a mi estación, mientras bajaba del tren, me dirigí a Dios de forma sencilla:
“¡Señor, que esta alma no se pierda!”.»
Algunos años después, el alma de aquel hombre vino a visitarme y me contó que había estado al borde del infierno y que se había salvado solo por la oración que yo había hecho en aquel momento». Es impresionante ver cómo un simple impulso del corazón hacia alguien puede impedirle caer en el infierno. El orgullo es lo que lleva al infierno, es el obstinarse voluntariamente en decir NO a Dios. Pero nuestra oración puede suscitar, en quien muere, un acto de humildad; y solo un impulso de humildad, por mínimo que sea, puede evitarle el infierno eterno.

Sor E. María, ¿cómo puede llegar alguien al punto de decir NO a Dios en el momento de la muerte,  cuando lo está viendo?

M.S. Un hombre me dijo un día que no quería ir al Cielo porque Dios permite las injusticias.Yo le dije que esto lo hacen los hombres y no Dios. Me respondió:
 «Espero no encontrarme a Dios Después de la muerte, porque entonces le romperé la cabeza con un hacha».
Él tenía un odio profundo contra Dios, pero Dios deja al hombre su voluntad libre, El quiere dejar a cada uno su libre elección. Dios da a cada uno, durante la vida terrena y en la hora de la muerte, suficientes gracias para convertirse, aun después de una vida transcurrida en las tinieblas. Si se pide perdón, obviamente sin cálculo previo, podemos salvarnos. 

Morí en un incendio:  La Madre de Cleonice

La señora Cleonice Morcaldi de San Giovanni Rotondo era una de las hijas espirituales del padre Pío. Un mes después de la muerte de su madre, la señora Cleonice fue a confesarse con él, y después de la confesión,  el padre Pío le dijo:
 «Esta mañana tu madre ha entrado en el Paraíso, la he visto mientras celebraba la Santa Misa».
Como Santa Teresita y Santa Faustina, también el padre Pío podía ver más allá del mundo tangible. Para él no había pantallas entre el Paraíso, el Purgatorio y la Tierra. Resultan realmente preciosos estos testimonios que nos presentan el mundo espiritual que nuestros ojos no pueden ver, pero que es más real que nuestras televisiones o que lo que vemos en los ordenadores.
Una propuesta para todos
Tengo una propuesta que haceros: ¡todos nosotros podríamos tomar la decisión de no iral Purgatorio!Nosotros tenemos en nuestras manos todo lo necesario para hacerlo posible. 
Me acuerdo de unas palabras de San Juan de la Cruz: él dijo que la providencia de Dios proporciona siempre a cada uno de nosotros las purificaciones necesarias, durante la vida en la Tierra, para permitirnos ir directamente al Cielo a la hora de la muerte.
La providencia divina nos pone suficientes contrariedades en nuestras vidas, luchas,sufrimientos, enfermedades... para que todas esas purificaciones, si las aceptamos, sean suficientes para llevarnos directamente al Cielo. 

¿Por qué no es este el caso de tantas almas? 

Porque nosotros nos rebelamos, no aceptamos con amor, con gratitud, estos regalos en nuestras vidas, y pecamos por rebeldía, por la insumisión a las ofrendas de la providencia.
Entonces, pidamos al Señor que acoja cada ocasión, para que en el día de nuestra muerte El Nos vea resplandecientes de pureza y belleza.Si tomamos esta decisión, yo no digo que el camino vaya a ser fácil.
¡El Señor no ha prometido nunca la facilidad!. 
Pero este camino lo viviremos en paz y nos conducirá hacia la felicidad. 
El Señor estará con nosotros. 
Debemos aprovechar, sobre todo, el tiempo que nos queda en la Tierra, ese tiempo tan precioso durante el cual nos es todavía posible crecer en el amor; y crecer en el amor significa aumentar nuestra gloria en la vida futura. 
En cada instante nosotros podemos crecer en el amor, mientras que las almas del Purgatorio ya no pueden hacerlo, pues es demasiado tarde para ellas. Incluso los ángeles envidian este poder mientras estamos en la Tierra.
Cada acto de amor que ofrecemos al Señor, cada pequeña renuncia, cada pequeña privación,cada lucha contra nuestras tendencias, contra nuestros defectos, también cada perdón a nuestros enemigos, en fin, todas las pequeñas cosas que podamos ofrecer serán para nosotros como una joya, un verdadero tesoro para la eternidad.
Deberíamos, pues, aprovechar cada ocasión para llegar a ser tan hermosos que Dios nos deseara ya en su presencia. 
Si nosotros viéramos a plena luz el resplandor de un alma pura, lloraríamos de felicidad.
Un alma humana en estado de gracia es espléndida ante Dios; por eso Dios nos desea completamente puros. 
Pero nuestra pureza no reside en el hecho de que no hayamos cometido más un error en nuestra vida, sino en nuestro arrepentimiento ante los errores cometidos, con toda humildad. 
Esto es muy diferente. Los santos no son personas intachables, sino más bien aquellas que saben levantarse y pedir perdón cada vez que caen en el pecado. 

El Cura de Ars Decía: 

“no todos los santos han empezado bien, pero sí todos han acabado bien”. 
Acojamos, pues, también nosotros estos maravillosos medios que el Señor nos confía para ayudar a las almas en espera de poseerlas y que languidecen por ese Dios que ya han vislumbrado y que será su felicidad eterna. No olvidemos que la oración de los niños tiene un poder inmenso en el corazón de Dios.
Enseñémosles a rezar por las almas del Purgatorio. Me acuerdo de una niña a quien yo había hablado sobre esas almas. Al final, le dije: 
«¿Ves?, ahora tu podrás rezar por las almas de tus parientes, de todos tus amigos que ya han muerto.
¿Quieres ir ante Jesús para rezarle?».
Ella fue ante Jesús y volvió cinco minutos más tarde. Yo le pregunté: 
«¿Qué es lo que le has pedido?».
Ella me respondió:
«Le he pedido que libere a todas las almas del Purgatorio ".
Esta respuesta me conmovió profundamente, porque mi propuesta había sido un poco mezquina. En cambio, la niña había entendido perfectamente lo que debía pedirle. En verdad los niños tienen esta confianza inmediata y por eso obtienen tanto de Dios.
Podemos hablar también de los jubilados y de todos aquellos que disponen de tiempo libre; si fueran a menudo a misa, qué tesoro de gracias acumularían, no solo para ellos mismos, sino también para sus difuntos y para miles de almas. El valor de una sola misa es inconmensurable. 
¡Qué bueno sería poder hacerlo!
¡Cuántas riquezas desperdiciamos por causa de nuestra ignorancia, de nuestra indiferencia o'simplemente por nuestra pereza!
¡Tenemos en nuestras manos el poder de salvar a nuestros hermanos, haciéndonos al mismo tiempo corredentores, unidos a Jesús nuestro Salvador y Redentor!

ORACIONES

Después de haber recolectado entre sus hombres unos dos mil dracmas, los envió a Jerusalén para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. Él realizó este hermoso y noble gesto con el pensamiento puesto en la resurrección, porque si no hubiera esperado que los caídos en la batalla fueran a resucitar, habría sido inútil y superfluo orar por los difuntos. Además, él tenía presente la magnífica recompensa que está reservada a los que mueren piadosamente, y este es un pensamiento santo y piadoso. Por eso mandó ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos, para que fueran liberados de sus pecados.» (Macabeos 2, 43-46)
«Nuestra oración por ellos puede no sólo ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.» (Catecismo de la Iglesia Católica, § 958)

Salmo 129

Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora. Porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y Él redimirá a Israel De todos sus delitos.

Oración de Santa Matilde por los difuntos

Rosario por las almas del purgatorio

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 
Jesús mío, por el abundante sudor de Sangre que derramaste en el monte de los Olivos, ten piedad de las almas de mis queridos padres que sufren en el Purgatorio.
  • Padre Nuestro 
  • Ave María
  • Oración para el descanso eterno. 
(Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la Luz Perpetua.  Descansen en paz. Amén.) 
Jesús mío, por las humillaciones y las burlas que sufriste delante de los tribunales hasta ser abofeteado,  maltratado por el pueblo y acusado de malhechor, ten piedad de las almas de nuestros difuntos que en el Purgatorio esperan ser glorificadas  en tu Reino.
  • Padre Nuestro 
  • Ave María
  • Oración para el descanso eterno. 

(Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la Luz Perpetua.  Descansen en paz. Amén.)  

Jesús mío, por la corona de espinas que atravesó tu santa frente, ten piedad del alma más abandonada y sin auxilio,  y de la que está más alejada de la liberación del Purgatorio.
  • Padre Nuestro 
  • Ave María
  • Oración para el descanso eterno. 

(Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la Luz Perpetua.  Descansen en paz. Amén.)  

Jesús mío, por los dolorosos pasos que hiciste con la cruz a hombros, ten piedad del alma más cercana a la liberación del Purgatorio; y por las penas que sufriste con tu Santa Madre en el camino del Calvario, libera de las penas del Purgatorio las almas que fueron devotas de tu bien amada Madre.
  • Padre Nuestro 
  • Ave María
  • Oración para el descanso eterno. 
(Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la Luz Perpetua.  Descansen en paz. Amén.) 
Jesús mío, por tu Santísimo Cuerpo clavado en la cruz, por tus pies y tus manos atravesados por los clavos, por tu muerte cruel y por tu Santísimo Costado atravesado por la lanza, ten piedad de las almas que sufren y admitirlas a tu dulcísima compañía en el Paraíso.
  • Padre Nuestro 
  •  Ave María
  • Oración para el descanso eterno


















Fuente: Sor Emmanuel Maillard




San Pío de Pietrelcina ¡No lo dejes para más tarde!

 

San Pío de Pietrelcina - Aoraciones


San Pío de Pietrelcina ¡Es ahora!


El padre Pío le contó esta historia al padre Anastasio. 

«Una tarde, mientras me encontraba solo en el coro para rezar, oí un ruido y vi un joven monje de pie delante del altar mayor. Parecía que estaba limpiando los candelabros y arreglando las flores. Pensé que era el padre Leone, que preparaba el altar, y como ya era la hora de cenar, me acerqué y le dije:

“Padre Leone, vaya a cenar, no es el momento de limpiar y preparar el altar”; pero una voz, que no era la del padre Leone, me contestó: “No soy Leone”. “¿Y quién eres?”, le pregunté. “Soy un cofrade tuyo que fui novicio aquí. 

Me encargaron limpiar el altar durante mi año de noviciado. Desgraciadamente, a menudo dejé de reverenciar a Jesús cuando pasaba por delante del altar, y el Santísimo Sacramento, que está en el Tabernáculo, no fue respetado. 

Ahora, en su inmenso Amor, Dios me ha enviado aquí para que tú puedas acelerar el tiempo que me falta para ir al Paraíso. Reza por mí”. 

Creyendo ser muy generoso con esa alma sufridora, le dije: 

“Entrarás en el Paraíso mañana por la mañana, cuando celebre la Santa Misa”. 

Entonces él gritó:

 “¡Eres muy cruel!”, y llorando se marchó. Esa queja me produjo una herida en el corazón, que sentí y sentiré durante toda mi vida, ya que habría podido enviar esa alma inmediatamente al paraíso y en cambio la condené a quedarse otra noche más entre las llamas del purgatorio. 1982). 

Morí en un incendio

Una tarde, el padre Pío se encontraba en la planta baja del convento, en una habitación convertida en hospedería.

Estaba solo y acababa de acostarse en el catre cuando de pronto

se le apareció un hombre envuelto en una capa negra.

El padre Pío, sorprendido, se levantó del catre y le preguntó al hombre quién era y qué quería.

El desconocido contestó que era un alma del Purgatorio.

«Me llamo Pietro Di Mauro», dijo;

«morí en un incendio el 18 de septiembre de 1908,en este convento».

Efectivamente, después de la expropiación de los bienes eclesiásticos, el convento fue convertido en una

residencia para ancianos.

«Morí entre las llamas mientras dormía en mi cama, justo en esta habitación.

Ahora vengo del Purgatorio:

Dios me ha permitido venir aquí y pedirte que ofrezcas una misa para mí, mañana por la mañana.

Gracias a esa misa estaré en condiciones de entrar en el Paraíso».

El padre Pío le prometió al hombre que ofrecería una misa por él..., pero también le dijo que deseaba acompañarle

a la puerta del convento.

Había entendido perfectamente que le estaba hablando a un difunto, así que,

cuando salieron a la plaza de la iglesia,

el hombre que estaba a su lado desapareció inmediatamente.

El Padre Pío volvió al convento algo asustado.

El padre Paolino de Casacalenda, guardián del convento, notó su nerviosismo y, tras explicarle lo que le había

pasado, pidió permiso para celebrar la Santa Misa por el alma del difunto.

Pocos días después, para comprobar la información, el padre Paolino fue al registro civil del ayuntamiento de

San Giovanni Rotondo.

Tras su petición, le concedieron consultar el registro de defunciones del año 1908.

La historia del padre Pío era cierta: en el registro de defunciones, el padre Paolino encontró que el 18 de

septiembre del 1908, en el incendio del asilo, murió Pietro DiMauro.

¿Qué es una indulgencia?

 

¿Qué es una indulgencia? - Aoraciones


No Olvidemos las Indulgencias

A IGLESIA nuestra Madre posee maravillosos tesoros reservados para nosotros, ¡fijémonos en ellos más de cerca!«A través de las indulgencias, los fieles pueden obtener para ellos mismos y para las almas del Purgatorio la remisión de las penas temporales debidas a sus pecados» (Catecismo de la Iglesia Católica, § 1498).


¿Qué es una indulgencia?


Veamos lo que indica sobre ella el Catecismo de la Iglesia Católica:


«La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal debida a los pecados, cuya falta queda borrada; remisión que los fieles bien dispuestos obtienen a través de ciertas condiciones determinadas, por la acción de la Iglesia, la cual, como dispensadora de la redención, distribuye y aplica por su autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los Santos.»La indulgencia puede ser parcial o plenaria, según si libera parcialmente o enteramente de la pena temporal debida a los pecados» (§ 1471).


Jesús dio a sus discípulos, y por lo tanto a la Iglesia, el poder de hacer y deshacer. A través delos siglos, de maneras diferentes, la Iglesia ha utilizado este instrumento de misericordia divina para los vivos y los difuntos. En nuestra época, todo lo que concierne a las indulgencias ha sido revisado por el Papa Pablo VI. Todo esto está en el Manual de las Indulgencias, Reglas y Concesiones, publicado el 29 de junio de 1968 por la Librería Vaticana.


«El objetivo de la Autoridad Eclesiástica para la distribución de las indulgencias, no es solo el de ayudar a los fieles a expiar las penas debidas a los pecados, sino también el de promover los actos de piedad, de penitencia y de caridad, especialmente aquellos que hacen acrecentar la fe y favorecen el bien común.»


«Si los fieles ofrecen las indulgencias para los difuntos, cultivan de manera excelente la caridad y, mientras ellos elevan su espíritu al Cielo, disponen las cosas materiales con mayor prudencia.»


«Aunque estas buenas acciones sean gratuitas, las indulgencias son otorgadas a los vivos y los difuntos solamente con unas condiciones especiales {...} Los fieles deben amar a Dios, odiar el pecado, poner la confianza en los méritos de Cristo y creer firmemente en la gran ayuda que recibimos de los santos [...].»


Después de la reforma litúrgica, toda distinción de días, meses y años fue abolida: las indulgencias se dividen únicamente en plenarias y parciales.Veamos algunas otras reglas:


«Nadie puede donar a otra persona viva las indulgencias que ha ganado.»


«Las indulgencias parciales o plenarias se pueden ofrecer siempre por los difuntos.»


«Los fieles que utilizan con devoción un objeto religioso (cruz, rosario, escapulario, medalla)bendecido por un sacerdote, pueden ganar una indulgencia parcial. Si este objeto es bendecido por el papa o por un obispo, los fieles que lo utilicen con devoción pueden obtener la indulgencia plenaria en la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, recitando el Credo en su fórmula legítima.»


( La importancia de los objetos religiosos bendecidos ha sido recientemente confirmada por el Nuevo Catecismo (§ 476-477; 1159-1162; 2129-2132). Con este propósito citamos el mensaje de Medjugorje del 18 de mayo de 1985:


Queridos hijos, hoy os invito a poner en vuestras casas el mayor número posible de objetos bendecidos. Que cada persona lleve encima un objeto bendecido. Bendecid todos los objetos; de este modo Satanás os tentará menos, ya que así tendréis una armadura que os protegerá)

«La indulgencia plenaria se puede ganar una vez por día. La indulgencia parcial, en cambio, se puede obtener varias veces al día, a menos que no haya una indicación contraria.»«Para ganar la indulgencia plenaria, es necesario no solamente excluir toda afección al pecado, incluso venial, sino también cumplir con los requisitos de la indulgencia y con tres condiciones: la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del papa.»


Esta última indulgencia consiste en recitar por las intenciones del Papa un Padrenuestro y un Avemaría. De todas maneras, los fieles son libres de rezar cualquier otra oración según su propia devoción.


La nueva reforma otorga tres concesiones:

  1. «La indulgencia plenaria se otorga a los fieles que, cumpliendo sus deberes y soportando las adversidades de la vida, elevan con humildad y confianza sus almas hacia Dios, y añade mentalmente una invocación piadosa.»
  2. «La indulgencia parcial se otorga a los fieles que, con fe y misericordia, ponen sus personas o sus bienes al servicio de quienes necesitan ayuda.»
  3. «La indulgencia parcial se otorga a los fieles que, con espíritu de penitencia y sacrificio, se privan espontáneamente de una cosa legítima.»


Se puede obtener la indulgencia plenaria por los motivos siguientes:

  1. Adoración al Santísimo Sacramento al menos durante media hora
  2. Recitación del Rosario mariano (con los quince misterios) en la iglesia, en comunidad o en familia.
  3. Participación en el Via Crucis
  4. Lectura de las Santas Escrituras al menos durante media hora.
  5. Visita de una iglesia desde el 1 de noviembre a mediodía hasta el 2 de noviembre a medianoche, en favor de los difuntos.
  6. Participación en una misa solemne de una primera comunión, de la primera misa del sacerdote o por el jubileo sacerdotal de 25, 50 o 60 años.
  7. Renovación de las promesas bautismales durante la Vigilia Pascual.
  8. Adoración de la cruz durante la ceremonia solemne del Viernes Santo.
  9. Bendición del papa, incluso si se recibe a través de la radio o la televisión.

En el momento de la muerte, la Iglesia se muestra particularmente caritativa para otorgar la indulgencia parcial. La da el sacerdote, ritualmente; y la obtiene el moribundo por un beso en la cruz, pero solamente si durante su vida ha recitado alguna oración. Si las condiciones indicadas anteriormente (confesión, comunión, oración por el papa,exclusión del pecado) no pueden ser cumplidas enteramente, la indulgencia es solamente parcial.

Pero no hay obligación de confesarse o de comulgar el mismo día: puede hacerse durante los días precedentes o los siguientes. Si se tiene la costumbre de confesarse regularmente, se pueden ganar muchas indulgencias plenarias.

También se pueden lucrar muchas indulgencias parciales por el rezo de plegarias de la Iglesia, como las siguientes:

A ti, Bienaventurado San José Angel del Señor (Angelus Domini)

Alma de Cristo, santifícame (Anima Christi)

Acto de Comunión Espiritual

Profesión de fe {Credo)

Oficio por los difuntos (.Responso)

Salmo 130 (De Profundis)

Letanías del Nombre de Jesús

Letanías del Sagrado Corazón de Jesús

Letanías de la Preciosísima Sangre

Letanías de la Bienaventurada Virgen María

Letanías de San José

Letanías de los Santos

Magníficat

Acordaos, oh Misericordiosa Virgen María (Memorare)

Salmo 50 (Miserere)

Plegaria por las vocaciones sacerdotales o religiosas

Plegaria por la unidad de los cristianos

El reposo eterno (Responso)

Salve (Salve Regina)

Santiguarse (bien hecho y con piedad)

Adorando el Sacramento (Tantum Ergo)

Te Deum (himno de agradecimiento)

Esta indulgencia es plenaria si se recita públicamente el último día del año

Ven, Espíritu Santo (Veni Creator). Esta indulgencia llega a ser plenaria cuando se recita el último día del año, al igual que durante la solemnidad de Pentecostés.

Y la anterior no es una lista completa. Las indulgencias parciales son otorgadas por todo acto concreto de fe, esperanza y caridad en medio de las pruebas que la vida nos da para afrontar, o bien en el cumplimiento de diferentes deberes; todos los actos de caridad hacia nuestro prójimo obtienen también las indulgencias parciales; las prácticas de ayuno y abstinencia realizadas voluntariamente, al igual que todas las oraciones jaculatorias o los pensamientos espontáneos dirigidos a Dios, a la Virgen María y a la Sagrada Familia. El Manual de las Indulgencias contiene toda una lista. Dicho Manual es realmente de gran valor. ¡Léelo!¡Alabado sea el Señor y la Iglesia!

Las Santas Llagas por las Almas del Purgatorio

 

Las Santas Llagas por las Almas del Purgatorio - Aoraciones


Las Santas Llagas por las Almas del Purgatorio: por Jesús a la hermana Marie Marthe Chambon (1841-1907)


He aquí las promesas hechas por Jesús a la hermana Marie Marthe Chambon (1841-1907), una monja humilde consagrada a la Visitación de Santa María y muerta en olor de santidad. Hija de pobres campesinos, en el año 1864 ingresó en el monasterio, donde vivió hasta su muerte; trabajó toda su vida en las tareas domésticas. Después de una visión del crucifijo ensangrentado, se consagró al culto de las Santas Llagas, y desde entonces tuvo impresionantes visiones diarias. En el año 1875 recibió los estigmas.

Concederé todo lo que me pidan con la invocación de mis Santas Llagas. Es necesario pagar esta devoción.

En verdad esta oración no es de la Tierra, sino del Cielo... y puede obtenerlo todo.

Mis Santas Llagas sostienen el mundo. 

Pedidme amarlas constantemente porque son fuente de todas las gracias. Hay que invocarlas con frecuencia y atraer al prójimo para imprimir en sus corazones la devoción hacia las almas.

Cuando tengáis penas que soportar, llevarlas prontamente a mis Llagas y serán mitigadas.

Cerca de los enfermos se debe repetir con frecuencia esta invocación:

 «Jesús mío, perdón y misericordia, por los méritos de tus Santas Llagas». 

Esta oración elevará su alma y su cuerpo.

El pecador que diga: 

«Padre Eterno, yo te ofrezco las Llagas de nuestro Señor Jesucristo, para curar las llagas de nuestras almas», obtendrá la conversión.

Mis Llagas curarán las vuestras.

No habrá muerte para el alma que espere en mis Llagas: 

Ellas dan la verdadera vida.

Por cada palabra del Rosario de la Misericordia, yo dejo caer una gota de mi Sangre sobre el alma de un pecador.

El alma que honre mis Santas Llagas y las ofrezca al padre Eterno por las almas del Purgatorio, será acompañada en el momento de su muerte por la Santísima Virgen y los ángeles; yo, resplandeciente de gloria, la recibirá para coronar.

Las Santas Llagas son el tesoro de los tesoros para las almas del Purgatorio.

La devoción a las Santas Llagas es el remedio para los tiempos de iniquidad. De mis Llagas salen frutos de santidad. Meditándolas encontraréis siempre un nuevo alimento para vuestro amor. Amén

Oración de Santa Matilde por los difuntos

 

Oración de Santa Matilde por los difuntos

Oración de Santa Matilde por los difuntos


Habiendo comulgado Santa Matilde por los difuntos, se le apareció Jesús diciéndole que rezara por ellos el Padrenuestro. La Santa recitó la divina oración en la forma que a continuación se expresa, viendo al terminar que, un gran número de almas subían al Cielo. (Revelaciones 1, 21)

Padre nuestro que estás en el Cielo

¡Oh adorabilísimo y misericordioso Padre! Tú que te dignaste por mera bondad, constituir a las almas en tal alta dignidad que, llegando a ser tu verdaderas hijas llevan tu nombre, apiádate de ellas. ¡Oh Padre, perdónales el no haberte amado, ni rendido el culto que te es debido! ¡Cuántas veces te han desterrado de su corazón, donde anhelabas aposentarte y reinar como en tu Cielo!. Para suplir su falta. Padre, te imploro, uniendo mi penitencia y mi satisfacción a las que su hermano  inocente, Jesucristo, te ofreció con tanto celo. Te ofrezco el amor que tu Hijo amantísimo te profesó con reverencia y honor, en su Humanidad. Dígnate aceptarlo en expiación del pecado de aquellos infelices. Así sea.

Santificado sea tu nombre

Yo te suplico. ¡Oh tierno Padre!, te dignes perdonar a las almas de los difuntos su descuido en no haberte honrado siempre dignamente el  santo nombre de tan poderoso Padre; en no haberlo recordado con devoción, en haberlo invocado con frecuencia en vano, y pronunciando raras veces con amor… Más aún. Con la deshonrosa vida a que se entregaron, ellas desmerecieron el hermoso título de cristianos que les brindara Jesucristo. Como satisfacción por este pecado, dígnate aceptar la perfectísima santidad de tu Hijo, con la cual. Él exaltó tu nombre en sus predicaciones y lo honró en sus obras humanas. Así sea.

Venga a nosotros tu Reino

Yo te suplico. ¡Oh tierno Padre!, te dignes perdonar a las almas de los difuntos el no haber deseado con fervor ni buscado con cuidado a Ti ni a tu Reino, en el que solamente se encuentra el verdadero reposo y la eterna felicidad. Para expiar la indiferencia que han tenido, yo te ofrezco los santos deseos por los cuales tu amantísimo Hijo ha querido que nosotros fuésemos los coherederos de su Reino. Así sea.

Hágase tu voluntad en el Cielo como en la tierra

Yo Te ruego, Clementísimo Padre, perdona a las pobres almas, porque ellas no han sometido su voluntad a la Tuya y no siempre han tratado de realizarla en todas las cosas, sino que a menudo han vivido según sus gustos, a su manera, han obrado y se han comportado contra tu Querer. Por su desobediencia yo Te ofrezco una perfecta unión del corazón muy querido de Tu Hijo con tu Santísima Voluntad y su profunda sumisión, habiendo sido Él obediente hasta la muerte. Amén.

Danos hoy nuestro pan de cada día

Yo te ruego, Clementísimo Padre, te dignes perdonar a las almas de los difuntos por no haber recibido el Santísimo Sacramento del altar, con los deseos, la devoción y el amor que Él merece, y por haberlo recibido pocas veces o, tal vez, jamás. Para expiar su pecado, yo te ofrezco, la perfecta santidad y la devoción de tu Hijo, así como el ardiente amor y el inefable deseo que le han llevado a darnos ese precioso tesoro. Así sea.

Y perdónanos nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden

Yo te suplico. ¡Oh tierno Padre!.., te dignes perdonar a las almas de los difuntos los pecados capitales en que cayeron, sobre todo no perdonando a los que les habían ofendido y no amando a sus enemigos. Por esos pecados  yo te ofrezco la súplica de la más dulce caridad que tu Hijo hizo sobre la cruz por sus enemigos. Así sea

Y no nos dejes caer en la tentación

Yo te suplico. ¡Oh tierno Padre!., te dignes perdonar a las almas del Purgatorio, por no haber resistido a sus vicios y a su concupiscencia; por haber frecuentemente consentido a los engaños del demonio y caído voluntariamente en muchas malas acciones. Por la multitud de sus pecados, yo te ofrezco la gloriosa victoria, con la cual tu Hijo venció al mundo y al demonio, y su santísima vida con todos sus trabajos y fatigas, su Pasión y su muerte. Así sea.

Más líbranos del mal

Líbralas también de todo mal y de toda pena, por los méritos de tu Santísimo Hijo, y condúcelas al Reino de tu gloria, que no es otra cosa que Tú mismo. Así sea.

Oración al Divino Corazón de Jesús

 

Oración al Divino Corazón de Jesús - Aoraciones


Oración al Divino Corazón de Jesuscristo


Divino Corazón de Jesús, concédeme la gracia de vivir siempre según tu voluntad, tanto en los momentos mejores, los más felices y los más importantes de mi vida, como en los momentos difíciles. Concédeme estar siempre preparado para mi última hora. Dame la fuerza de darlo todo por tu amor, incluso mi vida si fuera necesario. Jesús, por tu santa y dolorosa Pasión, haz que tu venida a la hora de mi muerte me encuentre despierto como un servidor fiel, como un verdadero penitente después de una buena confesión y de haber recibido los últimos sacramentos. Señor, no me abandones en mi última lucha en la Tierra, cuando deberé combatir contra Satanás, acaso con furia. Que la Virgen Santísima y Madre de Misericordia, San Miguel y los ángeles me asisten y me protejan contra toda tentación en el momento en que yo tendré que dejar este mundo. Que ellos puedan consolarme y fortificarse en medio de los tormentos. Concédeme, Señor, durante mi vida, una firme confianza, un amor ardiente y una gran paciencia. Y cuando llegue ese momento, plenamente consciente, vuelva a ponerme en tus manos y que me abandone como un niño en tu santa paz.Por tu infinita bondad y misericordia, Jesús, acuérdate de mí! Amén.

Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María

 

Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María - Aoraciones

Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María Madre Nuestra

Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.


Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos:

perdónanos, Señor.

En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y para la humanidad. Por su bondad divina estás con nosotros, e incluso en las vicisitudes más adversas de la historia nos conduces con ternura.

Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María - Aoraciones

Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión. En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: 

“¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”.

 Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.

Así lo hiciste en Caná de Galilea, cuando apresuraste la hora de la intervención de Jesús e introdujiste su primer signo en el mundo. Cuando la fiesta se había convertido en tristeza le dijiste:

«No tienen vino» (Jn 2,3). 

Repíteselo otra vez a Dios, oh Madre, porque hoy hemos terminado el vino de la esperanza, se ha desvanecido la alegría, se ha aguado la fraternidad. Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna.

Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María - Aoraciones


Acoge, oh Madre, nuestra súplica.

Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.

Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.

Tú, “tierra del Cielo”, vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.

Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.

Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.

Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.

Reina de la familia humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.

Reina de la paz, obtén para el mundo la paz.

Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz. Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.

Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti, te dijo:

 «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26),

 y así nos encomendó a ti. Después dijo al discípulo, a cada uno de nosotros: 

«Ahí tienes a tu madre» (v. 27). 

Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti. El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria.

Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania. Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El “sí” que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará. A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo.

Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios. Tú que eres “fuente viva de esperanza”, disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén.

Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María - Aoraciones - Oraciones a la Virgen del Carmen




Oración al Inmaculado Corazón de María

 

Oración al Inmaculado Corazón de María - Aoraciones


¡Oh Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las injurias con que los pecadores ultrajan vuestro santísimo Nombre y vuestras excelsas prerrogativas! Aquí tenéis postrado a vuestros pies, un indigno hijo vuestro, que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con ánimo de resarcir las injurias que, a modo de penetrantes flechas dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados. Deseo reparar con este acto de amor y rendimiento, que hago delante de vuestro amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se lanzan contra vuestro augusto Nombre, todos los agravios que se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con que los hombres corresponden a vuestro maternal amor e inagotable misericordia. Aceptad, oh Corazón Inmaculado esta pequeña demostración de mi filial cariño y justo reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en adelante, de salir por vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar vuestro culto y vuestras glorias. Concededme, oh Corazón amabilísimo, que viva y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta verlo consumado en la gloria. Amén.

La Misericordia de Dios: Sacratísimo Corazón

 

La Misericordia de Dios - Sacratísimo Corazón de Jesús - Aoraciones


La Misericordia de Dios + Sacratísimo Corazón de Jesús

“Jesús, verdad eterna, vida nuestra, te suplico e imploro tu misericordia para los pobres pecadores. Oh Sacratísimo Corazón, fuente de misericordia de donde brotan rayos de gracias inconcebibles sobre toda la raza humana. Te pido luz para los pobres pecadores. Oh Jesús, recuerda tu amarga pasión y no permitas que se pierdan almas redimidas con tan preciosa, santísima sangre tuya. Oh Jesús, cuando considero el alto precio de tu sangre, me regocijo en su inmensidad porque una sola gota habría bastado para salvar a todos los pecadores. Aunque el pecado es un abismo de maldad e ingratitud, el precio pagado por nosotros jamás podrá ser igualado. Por lo tanto, haz que cada alma confíe en la pasión del Señor y que ponga su esperanza en su misericordia.  Dios no le negará su misericordia a nadie. El cielo y la tierra podrán cambiar, pero jamás se agotará la misericordia de Dios. ¡OH, qué alegría arde en mi corazón, cuando contemplo tu bondad inconcebible, oh Jesús mío! Deseo traer a todos los pecadores a tus pies para que glorifiquen tu misericordia por los siglos de los siglos”.

 

La Misericordia de Dios - Sacratísimo Corazón de Jesús

 Las doce promesas del Sagrado Corazón de Jesús a quién sea su fiel y Devoto Seguidor

  1. Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
  2. Les daré paz a sus familias.
  3. Los consolaré en todas sus aflicciones.
  4. Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte. 
  5. Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.
  6. Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
  7. Las almas tibias se volverán fervorosas.
  8. Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
  9. Bendeciré las casas donde la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
  10. Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
  11. Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.
  12. Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.