Aoraciones: Santa Teresa de Jesús
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LLUVIA DE ROSAS: Oración y súplica a Jesús con Santa Teresita del Niño Jesús

 

LLUVIA DE ROSAS: Oración y súplica a Jesús con Santa Teresita del Niño Jesús

LLUVIA DE ROSAS: Oración y súplica a Jesús con Santa Teresita del Niño Jesús - Aoraciones

🌹 LLUVIA DE ROSAS: Oración y súplica a Jesús con Santa Teresita del Niño Jesús

Descubre una oración profunda y conmovedora inspirada en Santa Teresita del Niño Jesús. Deja que Jesús tome las redes de tu vida y las llene de bendiciones. TODO ES GRACIA.

Jesús mío,
a Ti vengo hoy cansado,
con las manos vacías,
con las redes rotas,
después de una noche larga sin frutos.

Pero en medio de este vacío,
escucho la voz de Santa Teresita del Niño Jesús,
que me susurra suave:

“Deja que Él tome las redes…
Deja que Él las lance…
Él lo hace todo.”

Y aquí estoy, Señor,
rendido a Tu misericordia,
dejándote las redes de mi vida,
mis luchas, mis miedos, mis deseos,
porque solo Tú puedes llenarlas,
solo Tú sabes cuándo, dónde y cómo.

Jesús, el Pescador fiel

¡Tú, Jesús, eres el Pescador fiel!
El que no se cansa de lanzarlas por mí,
una y otra vez,
hasta llenarlas de gracias,
hasta colmarlas de bendiciones,
hasta desbordarlas de amor.

Hoy no vengo a pedirte méritos,
ni premios por mis esfuerzos,
vengo pobre,
vengo vacío,
pero confiado en Tu infinita bondad.

Exaltación: gloríficate en mi nada

Exáltate en mi pequeñez, Señor,
gloríficate en mi nada,
haz milagros en mis imposibles.

Porque todo es gracia,
todo viene de Ti,
y cuando Tú tomas las redes,
la pesca es abundante,
la noche se hace día,
y mi corazón canta.

Gracias, Jesús,
por ser Tú quien lo hace todo,
por no cansarte de mí,
por seguir creyendo en mis redes vacías.

Hoy las dejo en Tus manos,
y como Teresita,
espero la lluvia de rosas
que prometiste a los que confían.

Todo es gracia, todo es amor

¡A Ti la gloria, Jesús amado!
¡A Ti la alabanza, Dios de maravillas!
Porque cuando Tú entras en la barca,
ya no hay redes rotas,
ya no hay noche estéril
TODO ES GRACIA, TODO ES AMOR.

Amén.

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Lluvia de Rosas: permanecer pequeño

 

PERMANECER PEQUEÑO: Santa Teresita de Jesús

PERMANECER PEQUEÑO: Santa Teresita de Jesús

_(acababa de confiarme ciertas humillaciones muy penosas que le habían infligido algunas hermanas)_”Dios me proporciona así todos los medios para permanecer muy pequeña; y eso es lo que hace falta.” Santa Teresita del Niño Jesús ( Últimas conversaciones , “Cuaderno amarillo”,18.4.1)

Jesús necesita que seas muy pequeño…para poder hacerse muy grande en ti…

Teresita hoy te invita a descubrir en cada humillación, en cada falta de comprensión o desprecio que recibas en este día…un regalo de Jesús para que permanezcas muy pequeño…¡ y así Él pueda llevarte en Sus Brazos!


🌹🌹🌹TODO ES GRACIA 🌹🌹🌹


Comunidad "Santa Teresa de Jesús" de carmelitas descalzos seglares de Madrid- Plaza de España.

Santa Teresa de Jesús La Oración Mental: se ha de hacer oración

 

Santa Teresa de Jesús La Oración Mental y Se ha de Hacer Oración

Santa Teresa de Jesús La Oración Mental y Se ha de Hacer Oración

Es necesario hacer oración. Si se ama a Dios, se comunicará, se agradecerá, se pedirá al Señor: se acompañará a Dios. Dios manda orar y orar es amar. La necesidad humana obliga al hombre a pedir. Orar es también pedir. La petición es alabanza a Dios, pues reconoce nuestra impotencia y la misericordia divina.
La oración es una exigencia del corazón que ama y del que se encuentra necesitado. Jesucristo en el Evangelio expuso una parábola para hacer ver que conviene orar perseverantemente y no desfallecer (Luc., 18, i).

Jesús expresamente nos mandó: 

Velad orando en todo tiempo (Luc., 2 1, 36), y nos dio el ejemplo siendo nuestro modelo en esto como en todo, pues se encarnó para darnos ejemplo de vida humana santa. Dice el Evangelio: Estaba Jesús entre día enseñando en el templo, y saliendo de la ciudad a la noche, la pasaba en el monte llamado de los Olivos (Luc., 21, 37).

Jesús se retiró a orar en un monte y pasó toda la noche haciendo oración a Dios (Luc., 6, 12). Jesús se subió solo a orar en el monte, y entrada la noche se mantuvo allí solo (Mat., 14, 23). Jesús dijo a los Apóstoles: Velad y orad para que no caigáis en la tentación (Marc., 4, 38).
La Virgen María conservaba todas estas cosas dentro de Sí, ponderándolas en su corazón (Luc., 2, 19). La Virgen oraba. En oración estaba cuando el ángel la anunció el misterio de la Encarnación.
Jesús oraba y enseñaba y mandaba orar a sus Apóstoles.
Es del Evangelio esta sencillísima y preciosa lección: Un día, estando Jesús orando en cierto lugar, acabada la oración, díjole uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar como enseñó también Juan a sus discípulos.

Y Jesús les respondió: 

Cuando os pongáis a orar habéis de decir: Padre, sea santificado tu nombre (Luc., n , 1-2).
Entonces les enseñó la oración del Padrenuestro.
Jesús gustaba de orar solo y llevaba a los Apóstoles a orar en soledad cerca de El como en el monte Tabor o en el huerto de los Olivos.

Después de la Ascensión de Jesús al cielo, cuando vino el Espíritu Santo:

Estaban los Apóstoles en el cenáculo en compañía de la Virgen y de otros muchos discípulos reunidos en oración como habían estado los días anteriores a Pentecostés. Todos los cuales, animados de un mismo espíritu, perseveraban juntos en oración con las mujeres piadosas y con María, la madre de Jesús, y con los hermanos o parientes de Este (Luc., 1, 14).
Me parece es en este sentido de exhor les mandaba vivir también en el ejercicio de amor a Dios, o sea en la oración, que fue decirles: 
Vivid en oración siendo almas de oración y cultivando y creciendo en el amor a M í y tratando Conmigo.
Vivid en oración siendo almas de oración y cultivando y creciendo en el amor a M í y tratando Conmigo

 

Por la importancia que los Apóstoles daban a la oración, se desentendieron de la administración de los bienes y de los litigios para empleamos en­nom­teramente en la oración y en la predicación (Hechos, 6, 4).
Más adelante pondré algunos textos de varias Constituciones y Decretos del Concilio Vaticano II, en los cuales se manda insistentemente la oración a seglares, sacerdotes y religiosos.
La oración está expresamente mandada y es exigencia apremiante del amor y de la necesidad. El que no ora es de temer que no ame ni lo procure, pues no lo pide ni gusta de estar ante la presencia de Dios ni en su compañía.

Santa Teresa de Jesús La Oración Mental: Modo de hacer la oración

 

Santa Teresa de Jesús Modo de hacer  La Oración Mental



Santa Teresa de Jesús Modo de hacer  La Oración Mental

Como la oración es ejercicio de amor, se hace oración amando. El que ora ama. De cualquier modo que se ejercite el amor, se vivirá la oración y se hará oración. Pero llamamos oración mental ordinariamente el tiempo en que el alma, desentendida de todas las demás ocupaciones, está recogida con Dios a solas; está atenta, mirándole, conversando, tratando todas sus cosas, pidiéndole; está atenta a Dios en silencio, escuchándole, dándose cuenta de que está con El, de que Dios está con ella, dentro de ella o envolviéndola, y está con amor; o se mira con Jesús y junto a Jesús; o está el alma discurriendo o pensando sobre las verdades u obras de Dios con relación a Dios y a la misma alma, con pensamiento amoroso y cooperando en ello la imaginación.

O está mirando a Dios sencilla y amorosamente como Dios suyo y omnipotente, acompañando a Dios, viéndose envuelta y sumergida en Dios, luz, amor y bondad. Como la esponja empapada en Dios y llena de Dios (Reí., 49). Como el cristal iluminado lleno de luz y hecho luz con la luz.

Expresándolo más concretamente, digo que la oración mental es el acto en que el alma está sola con Dios a solas, atenta a Dios, alabándole, amándole y pidiéndole su amor, desentendida y retirada de toda otra ocupación. 

Santa Teresa dice: 

Pensar y entender qué hablamos y con quién hablamos, y quién somos los que osamos hablar con tan gran Señor; pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que le hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir, es oración mental, no penséis es otra algarabía, ni os espante el nombre (Camino, 25, 3). Parecíame estar metido y lleno de aquella majestad (Vida, 40, 1).

Para enseñar a hacer más fácilmente y mejor oración se ha explicado y aún se explica un método muy racional y muy lógico, que es dividir la oración en partes, como quien va a componer un discurso. En todos los autores desde hace varios siglos se exponían las partes sustanciales de la oración con pequeñas variantes, intentando facilitarlas conmás subdivisiones y aplicaciones. Llamaban y llaman a esas partes preparación, lección, meditación, contemplación, petición, acción de gracias y conclusión. No quiero ahora hacer ni mención de las subdivisiones ni de los preludios y ramilletes.

En mi concepto eran muy útiles esas instrucciones. Eran fruto de la experiencia y un método muy pedagógico, aun cuando el amor de Dios y el modo de avivar ese amor no pueda encerrarse ni en métodos, ni en reglas, ni aun en razonamientos.

Sólo Dios le da, pero nos manda pongamos lo que está de nuestra parte en prepararnos a recibirlo. Confío en que estas divisiones y reglas continuarán siendo muy útiles para muchos en los tiempos venideros. Hoy se dice que ya no es oportuno ese método y no tienen aceptación esas enseñanzas un tanto complicadas, y por no ser el método agradable se desestima y hasta se rehúye la oración misma.

Aun cuando no participe de esta opinión, es cierto que muchos no se sirven de ese método para hacer oración ni aun en los principios. Los métodos para aprender cualquier arte o cualquier ciencia siempre se hacen enojosos, pero son muy convenientes. 

Pensando cómo hacían oración los santos y las almas de oración veo en ellos otro modo de hacer­ la aun desde los principios, modo mucho más sencillo, y como no tiene complicación ninguna, facilita en gran manera la oración a cuantos deseen empezar a hacerla o continuar haciéndola; pero aunque exige menos ejercicio de memoria, es imprescindible mayor atención interior, más recogimiento y más limpieza de conciencia.

No es invención mía ni es novedad de hoy. Es modo muy antiguo que no envejece. Lo usaron los santos de siglos pasados y será siempre el mejor medio y el más rápido para llegar a la oración perfecta con virtudes; es atajo muy deleitoso para llegar a la unión de amor con Dios.

Yo pretendo exponer este modo como lo usó y enseñó Santa Teresa de Jesús y frecuentemente con sus mismas palabras. No cabe dudar de la eficacia de este modo de hacer oración estudiando a la Santa, sus virtudes, el encanto de su trato con las personas y mirando a aquellas primeras Carmelitas hijas y discípulas suyas, formadas por ella. Fueron almas santas y de muy alta y continua oración.

No creo que Santa Teresa practicase el método de las partes de la oración y sus divisiones para aprender a hacer oración ni que enseñase ese modo a las primeras Carmelitas Descalzas. No lo menciona ni en su Vida ni en el Camino de perfección, que escribió a petición de ellas para enseñarlas a hacer oración mental desde los principios hasta la contemplación. De estos dos libros principalmente tomaré yo la doctrina y el método que voy a exponer.







Santa Teresa de Jesús La Oración Mental


Santa Teresa de Jesús La Oración Mental
Qué es la oración mental según Santa Teresa de Jesús
Quería que el alma se mantuviese sin cesar unida a Dios
la oración es la elevación de la mente a Dios y la petición de todas las cosas convenientes (De Fidc Ort., lib. III, cap. 24).
la oración es el afecto con que el hombre se une a Dios en una conversación familiar y piadosa con El, y la atención que espera la luz para gozar de Dios cuanto sea posible.
No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tra­tando a solas con quien sabemos nos ama (Vida, 8, 5)
 esté con amorosa atención a Dios escuchando y mirando.
 que lo que principalmente se ha de pedir a Dios en la oración es que nos una con El (Suma, II, II, q. 83, a. 1 al 2). 
Para que Dios transforme el alma en amor divino. 
La oración es lo más grande
La oración mental es ejercicio de amor divino
Dios exige al alma correspondencia de amor a su llamada de amor. Si el alma corresponde con fidelidad, no dejará Dios de inundarla de su amor y de envolverla en su luz. Dios la transformará y la hará amor y luz. Dios con su amor endiosará al alma.

  • El amor es entrega y donación, y en proporción del amor es la donación y es la entrega.
  • El amor es unión o ansia de unión hasta que se obtiene y realiza.
  • El amor desea la presencia y la posesión de Dios. 
  • El amor es mirar, atender, andar y tratar con Dios presente.
Orar es amar y desear estar con Dios a solas amándole como si sólo Dios y el alma es tuviesen en la tierra para amarse (Santa Teresa, Vida, 13, 9).


Toda oración, de suyo, es ejercicio de amor a Dios y trato de amor con Dios presente, porque ya se le ama y porque se le desea amar más. Desde los primeros siglos del cristianismo se han dado muchas y buenas definiciones de la oración por santos y sabios. En todas las definiciones predomina la idea de unión del alma con Dios en amor, elevación del alma hacia Dios, trato de amor con Dios, presente.

En el siglo iv Evagrio el Póntico fue el primero que nos dejó escrito que la oración es la elevación del alma hacia Dios (Apotegmas).

Casiano, en el siglo v, escribe con esta misma idea que el monje ha huido del contacto con los hombres para ejercitarse en la conversación con Dios, ya que el fin del monje y toda la vida perfecta consiste en la perfección de la oración.

Más claro y terminante San Juan Clímaco, en el siglo vi, escribe: La oración según su condición y naturaleza es unión del hombre con Dios (Escala, capí. XXIX).

Pero la definición que ha predominado sobre todas, aceptada por Santo Tomás, citada y divulgada por los autores espirituales, es la que dio San Juan Damasceno en el siglo vm . Dice el Santo que:

En la Carta a los Religiosos del Monte de Dios, atribuida siempre a San Bernardo y escrita por el Abad Guillermo de Saint-Thierry, se escribe que:

Santa Teresa, que había leído sobre la oración cuantos libros estuvieron a su alcance, y cuando escribió había hecho ya mucha oración y muy íntima, dio una definición más libre, sin atender a las leyes de la lógica, pero muy expresiva, diciendo : 

San Juan de la Cruz, animando al alma a tener oración íntima y de fe y confianza, dice que:

Pero en la oración se piden las cosas convenientes. Se pide y se pide con insistencia a Dios su amor. Santo Tomás dice:

Se ha de pedir la unión de amor con Dios, pues para esta unión nos ha criado y la desea hacer con todas las almas y ciertamente la haría si todas las almas se preparasen y se dejasen preparar.

Resalta claro que la oración es ejercicio de amor a Dios presente; mutuo trato de amor; Dios con el alma y el alma con Dios; trato directo, confidencial e íntimo.

Que la oración es atender a Dios, escucharle, acompañarle, saber que está el alma acompañada de Dios, hablarle, pedirle, alabarle y agradecerle.

Que la oración es para encender y avivar el amor de Dios en el alma; para entregarse el alma a Dios juntando su entendimiento y su voluntad con el entendimiento y voluntad de Dios por la atención, por la mirada, escuchándole amorosamente, esperándole.

Para que Dios una al alma en amor con El e infundiendo con el amor las virtudes, santifique al alma, endiose al alma.

Grande, porque lleva a la posesión de lo más grande, que es la gracia de Dios, el amor de Dios y el mismo Dios. Endiosa al alma.

Mal sobrelleva el demonio que el alma haga mortificaciones y austeridades por amor de Dios, pero lo que no puede sufrir es que haga oración y se sumerja y empape en el amor de Dios.

El alma se santifica en la oración con mortificación y con ellas, pidiendo y expiando, alcanza de Dios para todos la gracia de la conversión y de la perseverancia en fe viva

Sólo Dios puede dar su amor a las almas. Dios es el propietario de su amor y sólo El puede disponer de su amor para darlo. Quiere darlo a las almas y las ha criado para comunicarlas su amor.

Dios llama al alma para comunicarla su amor y la guía a la soledad (Oseas, 2, 14), donde el alma ha de disponerse y prepararse vaciándose de lo que no es Dios: de lo mundano y de sí misma en su amor propio y en sus apetitos. Dios llenará el vacío. Dios la hablará al corazón.

Es Dios quien primero ama al alma. Porque la ama la crió para el cielo y porque la ama la da su amor y la llama para amar y amando poder recibir más amor.

Dios ha criado las almas para unirlas en amor con El mismo, para comunicarlas su misma vida y hacerlas felices con su misma felicidad. Este amor es real y divino ya en la tierra por la gracia y será glorioso en el cielo cuando con la luz de la gloria vea el alma a Dios en su esencia directamente y participe de sus perfecciones gloriosas y eternas.

Jesús a todos mandó que cumpliéramos el precepto de amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas (Mat., 22, 37).

Nunca el alma puede llegar a amar a Dios tanto como Dios ama al alma, ni jamás el alma se entrega a Dios tan generosamente como Dios se entrega al alma.

En la oración el hombre mira, atiende y escu­cha a Dios presente y trata con El a solas, pidiéndole su amor y ofreciéndole el propio.

La mirada y atención a Dios, el trato amoroso con Dios y la petición a Dios de amor y de cuanto se necesita o se desea, obtienen de Dios nuevo amor y acrecientan en el alma el amor y la gracia.

Todo hemos de pedírselo a Dios y gusta el Señor se lo pidamos, como gusta el padre oír la petición del hijo; pero la principal petición que hemos de hacer a Dios es que una mi alma en amor con El, y mi más ardiente deseo, que venga su reino a mi alma. Esto agrada a Dios, como agrada al padre que su niño le pida una caricia, y es lo más provechoso para el alma.

Quien está atento a Dios y en su compañía, hace magnífica oración. Quien está con más amor en compañía de Dios, hace mejor oración, y cuando anhela estar con más silencio, con más atención, con mayor soledad y recogimiento, y vive íntimamente la humildad, hace oración muy grata al Señor.

A solas con Dios, pero con Dios están todos los ángeles y todos los bienaventurados. Con Dios está

Jesús y está la Virgen. Nunca más ni mejor acompañada que cuando el alma se pone en oración recogida sola con Dios a solas. Delicioso trato con Dios en amor íntimo; nobilísima y encantadora compañía de los ángeles y santos que la presencian y se gozan en ella alabando a Dios y al alma.

Santa Teresa escribe: Estando una vez en oración con mucho recogimiento, parecíame estar rodeada de ángeles y muy cerca de Dios (Vida, 40, 12).


Fuente:

@RosarioDeMarAMar

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