Aoraciones

San Platón Abad

 

San Platón Abad - Aoraciones


San Platón Abad

Este santo nació en Constantinopla y se dice que estaba emparentado con los emperadores de Bizancio. En tiempo del emperador Constantino Coprónimo estudió y se estableció como notario. Renunció a sus 20 años a los más altos cargos de gobierno y se hizo monje en el monasterio de los Símbolos, bajo la obediencia del hegúmeno (abad) Teocisto; para ello superó todas las pruebas que se le sometió para su ingreso. 


Como monje se dedicó a la copia de manuscritos. Gobernó durante el decenio del 770, el monasterio del Símbolo en el monte Olimpo como hegúmeno. Asistió al concilio convocado en Constantinopla en el año 786 y allí se enfrentó valerosamente a los iconoclastas. Habiendo sido nombrado él, abad del monasterio de Sakkudión, no tuvo ningún reparo en reprender al emperador Constantino por su adulterio y malos ejemplos, por lo que fue desterrado. 


Dos años más tarde, después de ser destituido el emperador Constantino, san Platón volvió del destierro, y enseguida fue a reunirse con los monjes de Sakkudión que habían tenido que ir a refugiarse en el monasterio de Studios, huyendo de los sarracenos, poniéndose bajo las órdenes de su sobrino Teodoro. Vivía en una celda alejada de las demás y pasaba el tiempo en la oración y el trabajo manual; pero chocando con el nuevo emperador Nicéforo, por no querer votar a favor de la vuelta al patriarcado del excomulgado Josefo, lo desterró a las islas del Bósforo. 


Durante cuatro años soportó con ejemplar paciencia que le trasladasen constantemente de una isla a otra. Finalmente, en el 811, el emperador Miguel I le puso en libertad. Quisieron nombrarle obispo de Nicomedia pero no aceptó, ya que como monje tampoco había aceptado por humildad, el sacerdocio. El resto de su vida lo pasó postrado en cama y murió el 4 de abril del año 814, siendo san Teodoro quién pronunció su oración fúnebre.












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Los Cinco Minutos del Espíritu Santo

Los Cinco Minutos del Espíritu Santo


 "Te adoro Trinidad santísima, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Te adoro aunque mi mente no puede alcanzar tu misterio de amor. Te alabo y te bendigo Dios mío, y deseo entrar en esa maravillosa intimidad de tres Personas. Gloria, gloria, gloria. Toda la adoración de mi corazón se eleva a ti, Dios mío. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo, ahora y por toda la eternidad.

Ven Espíritu Santo. Te ruego que eleves mi corazón para adorar al Padre Dios, para descubrir con gratitud que él es el Padre de Jesús, pero que también es mi Padre. Te pido que me sostengas, Espíritu Santo, para que me quede en sus brazos paternos y me deje amar por él, reposando en su santa presencia.

Amén."


𝐄𝐬𝐩í𝐫𝐢𝐭𝐮 𝐒𝐚𝐧𝐭𝐨 𝐬𝐚𝐧𝐚 𝐦𝐢 𝐈𝐧𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨𝐫

Dentro de nosotros hay mucha energía que desperdiciamos en los miedos, las tristezas, la envidia, y tantas otras sensaciones inútiles. Pero esa energía despertada por las malas sensaciones puede ser utilizada positivamente, porque el Espíritu Santo puede sanarla y convertirla en algo positivo, si aceptamos dar el paso que él nos propone.

El miedo al futuro, por ejemplo, debe convertirse en un desafío que nos estimule a prepararnos con entusiasmo para enfrentarlo. Es precioso ver cómo esa energía del miedo se convierte en esperanza y decisión.

La tristeza puede convertirse en una actitud de profunda reflexión que nos permita descubrir los grandes valores de la vida, en lugar de buscar entretenimientos que sólo nos distraen.

La energía que se despierta en la envidia también puede convertirse en algo positivo: en la capacidad de dejarse movilizar por esa persona que envidiamos, y comenzar a tomar a esa persona como un estímulo para sacar lo mejor de nosotros mismos, pero a nuestro modo y con nuestra propia misión, sin pretender copiar lo que el otro hace.


Dejemos entrar al Espíritu Santo en esa energía interior que estamos utilizando mal, para que él nos enseñe a usarla bien, para convertirla en una fuerza positiva de vida y de crecimiento.



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Oración a Jesús Sacramentado

 

Oración a  Jesús Sacramentado - Aoraciones

Oración a  Jesús Sacramentado: Santísimo Sacramento del Altar

¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre.
Cansado de todo, sólo a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de la Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco.
Señor, estoy triste, bien lo sabes, y nada me alegra; el mundo me parece un desierto. Me hallo en oscuridad, turbado y lleno de temor e inquietudes; te busco y no te encuentro, te llamo y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor.

 ¿Dónde estás, Señor, dónde, pues no gusto las dulzuras de tu presencia, de tu amor?

 Pero no me cansaré, ni el desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen Jesús! Ahora que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo huía... Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré y esperaré en Ti.


Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi corazón, cuando los hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.

 

No temas que te abandone, cuando más me huyas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin, vendrás. Sí, vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.


Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo. Fortaléceme, y desafiaré las tempestades.


Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor, amor, porque si te amo de veras, todas las virtudes vendrán en pos del amor.

Te ruego por los que amo. Tú los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te ofendan y lloren sus extravíos.


Ampara a todos tus hijos, Señor, más tierno que una madre.

 

Y a mí, que te acompaño cuando te abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo por el cielo, ni por el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y estoy recompensado con la dicha de amarte, auméntame este amor y dadme fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo.

Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del bullicio del mundo estaré pensando en Ti, y a cada respiración, entiende. oh Jesús, que deseo ser tuyo.


Amén.

Papa San Sixto I

 

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Papa San Sixto I: Este santo fue el séptimo líder de la Iglesia


Este santo fue el séptimo líder de la Iglesia y usaría el nombre de Sixto durante ese tiempo. Era Romano de nacimiento, y comenzó a ayudar a la Iglesia a una edad temprana. La mayoría de los historiadores creen que ocupó el cargo de Papa durante una década, en algún momento entre el 115 y el 117. Lo más probable es que asumió este papel en la época en que falleció el Papa Alejandro I. 


Sixto gobernó con mano firme y usó algunas de las tradiciones que hicieron sus predecesores. Creía que nadie debería tocar ni acceder a las reliquias sagradas a menos que fueran ministros. El Papa también creía que los obispos deberían tomar en serio sus responsabilidades en la Santa Sede y limitar su contacto con los demás cuando regresaran a casa. También creó una regla que requería que los sacerdotes recitaran el Prefacio en la Misa y luego el Sanctus. Según los registros oficiales de la Iglesia, le sucedió Telesforo alrededor del 125.


No hay una causa oficial de la muerte para Sixto I. Las leyendas de esta época afirman que fue un mártir y que los que estaban en contra de la Iglesia lo asesinaron simplemente porque era el Papa, lo cual podría explicar por qué más tarde se convirtió en santo, ya que los mártires no eran comunes durante esta época; pero es más probable que muriera por causas naturales, ya que tenía 80 años en ese momento. 


Tras su muerte, la Iglesia hizo enterrar sus restos en la Colina del Vaticano, eligiendo un lugar de descanso cerca de sus predecesores, así como de Pablo I. La Colina del Vaticano todavía está allí y ahora alberga la Basílica de San Pedro, que tiene lugares de entierro para otros papas.


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Oración a San Rafael Arcángel para sanar una enfermedad

 

Oración a San Rafael Arcángel para sanar una enfermedad


Oración a San Rafael Arcángel para la sanación física y espiritual


Oh bondadoso guía espiritual San Rafael Arcángel, yo te invoco como el patrón de aquellos que están afligidos por la enfermedad o por una dolencia corporal. Tú hiciste preparar el remedio que sanó la ceguera del anciano Tobías, y tu nombre significa “El Señor sana”, por eso me dirijo a ti, misericordioso San Rafael Arcángel, implorando tu auxilio divino en mi necesidad actual: (en este espacio debes mencionar la petición que quieres hacer a este arcángel, y ser muy claro y específico)

Si es la voluntad de Dios, dígnate a sanar mi enfermedad, o al menos, concédeme la gracia y la fuerza que tanto necesito para poder soportarla con paciencia, ofreciéndola por el perdón de mis pecados y por la salvación de mi alma 🙌

 

Oración a San Rafael Arcángel para sanar una enfermedad

San Rafael, amigo de los caminos, enséñame a conservar la fe en los sufrimientos y a unir mis dolores con los de Jesús y María, y buscar la gracia de Dios en la oración y la comunión. Deseo imitarte en tu afán de hacer la voluntad de Dios en todas las cosas.

Como el joven Tobías, yo te elijo como mi compañero en mi viaje a través de este valle de lágrimas, Deseo seguir tus inspiraciones en cada paso del camino, para que pueda llegar al final de mi viaje bajo tu protección constante y en la gracia de Dios.

 

Oración a San Rafael Arcángel para sanar una enfermedad

Oh arcángel San Rafael bendito, tú te revelaste a ti mismo como el asistente divino del trono de Dios, ven a mi vida y asísteme en este momento de prueba. Dame la sanación de esta enfermedad que ha traído dolores y desgracias en mi vida; concédeme la gracia y la bendición de Dios, y el favor que te pido por tu poderosa intercesión.


 Oh gran médico de Dios, arcángel sanador San Rafael, dígnate a curarme como lo hiciste con Tobías, si es la voluntad del Creador. San Rafael, recurso de Dios, ángel de la salud, medicina de Dios, ruega por mí ahora y siempre. Amén



Oración a San Rafael Arcángel para sanar una enfermedad

San Francisco de Paula para encontrar paz y serenidad

San Francisco de Paula: ejemplo de ayuno, humildad y paz interior

Fecha de publicación: 2025-07-13 | Autor: Claret Coromoto

San Francisco de Paula se retiró a la montaña donde pasó cinco años rezando, meditando y alimentándose solo de agua y hierbas silvestres, durmiendo sobre el suelo con una piedra como almohada. Este estilo de vida atrajo a muchos hombres que lo siguieron, motivándolo a fundar varias casas religiosas con la consigna de "Cuaresma perpetua", fomentando la mortificación voluntaria para fortalecer la voluntad.

Gracias a su ejemplo, muchos hombres abandonaron la vida mundana para unirse a su comunidad, llamada "Hermanos Mínimos", similar a los "Hermanos Menores" de San Francisco de Asís. Fue bendecido con dones de milagros, sanaciones y profecías, convirtiéndose en un intercesor poderoso ante Dios.

El Papa Pablo VI lo destacó en 1977 como un verdadero modelo para corregir a gobernantes injustos y opulentos, pues San Francisco de Paula recorrió ciudades y pueblos proclamando justicia y la palabra de Dios, reclamando un uso responsable de los recursos públicos en beneficio de los pobres.

San Francisco de Paula murió el 2 de abril de 1507, y fue canonizado doce años después por el Papa León X, convirtiéndose en un protector de los pescadores y enfermos, así como en guía espiritual para quienes buscan la paz y la serenidad interior.

Oración a San Francisco de Paula para encontrar paz interior

Oh San Francisco de Paula, humilde y justo, te acercamos nuestras súplicas en busca de paz y serenidad en nuestra vida. Tú, que fuiste ejemplo de constancia y resignación ante las adversidades, te pedimos que intercedas por nosotros ante el Altísimo.

Concédenos la fortaleza para superar los obstáculos diarios y la sabiduría para encontrar la paz interior en medio de las tribulaciones. Inspíranos a confiar plenamente en la voluntad de Dios y a enfrentar nuestras dificultades con paciencia y fe.

San Francisco de Paula, intercede por nosotros para experimentar la paz que tanto anhelamos en nuestras vidas. Amén.

¿Por qué rezar a San Francisco de Paula?

  • Para obtener fortaleza espiritual en momentos de prueba.
  • Para cultivar la virtud de la humildad y la paciencia.
  • Para pedir sanación física y espiritual.
  • Para lograr paz y serenidad interior ante el estrés y la ansiedad.

Si esta oración te ha sido de ayuda, compártela con quienes buscan serenidad y protección espiritual bajo la intercesión de San Francisco de Paula.

Santa Teresa de Jesús La Oración Mental: se ha de hacer oración

 

Santa Teresa de Jesús La Oración Mental y Se ha de Hacer Oración

Santa Teresa de Jesús La Oración Mental y Se ha de Hacer Oración

Es necesario hacer oración. Si se ama a Dios, se comunicará, se agradecerá, se pedirá al Señor: se acompañará a Dios. Dios manda orar y orar es amar. La necesidad humana obliga al hombre a pedir. Orar es también pedir. La petición es alabanza a Dios, pues reconoce nuestra impotencia y la misericordia divina.
La oración es una exigencia del corazón que ama y del que se encuentra necesitado. Jesucristo en el Evangelio expuso una parábola para hacer ver que conviene orar perseverantemente y no desfallecer (Luc., 18, i).

Jesús expresamente nos mandó: 

Velad orando en todo tiempo (Luc., 2 1, 36), y nos dio el ejemplo siendo nuestro modelo en esto como en todo, pues se encarnó para darnos ejemplo de vida humana santa. Dice el Evangelio: Estaba Jesús entre día enseñando en el templo, y saliendo de la ciudad a la noche, la pasaba en el monte llamado de los Olivos (Luc., 21, 37).

Jesús se retiró a orar en un monte y pasó toda la noche haciendo oración a Dios (Luc., 6, 12). Jesús se subió solo a orar en el monte, y entrada la noche se mantuvo allí solo (Mat., 14, 23). Jesús dijo a los Apóstoles: Velad y orad para que no caigáis en la tentación (Marc., 4, 38).
La Virgen María conservaba todas estas cosas dentro de Sí, ponderándolas en su corazón (Luc., 2, 19). La Virgen oraba. En oración estaba cuando el ángel la anunció el misterio de la Encarnación.
Jesús oraba y enseñaba y mandaba orar a sus Apóstoles.
Es del Evangelio esta sencillísima y preciosa lección: Un día, estando Jesús orando en cierto lugar, acabada la oración, díjole uno de sus discípulos: Señor, enséñanos a orar como enseñó también Juan a sus discípulos.

Y Jesús les respondió: 

Cuando os pongáis a orar habéis de decir: Padre, sea santificado tu nombre (Luc., n , 1-2).
Entonces les enseñó la oración del Padrenuestro.
Jesús gustaba de orar solo y llevaba a los Apóstoles a orar en soledad cerca de El como en el monte Tabor o en el huerto de los Olivos.

Después de la Ascensión de Jesús al cielo, cuando vino el Espíritu Santo:

Estaban los Apóstoles en el cenáculo en compañía de la Virgen y de otros muchos discípulos reunidos en oración como habían estado los días anteriores a Pentecostés. Todos los cuales, animados de un mismo espíritu, perseveraban juntos en oración con las mujeres piadosas y con María, la madre de Jesús, y con los hermanos o parientes de Este (Luc., 1, 14).
Me parece es en este sentido de exhor les mandaba vivir también en el ejercicio de amor a Dios, o sea en la oración, que fue decirles: 
Vivid en oración siendo almas de oración y cultivando y creciendo en el amor a M í y tratando Conmigo.
Vivid en oración siendo almas de oración y cultivando y creciendo en el amor a M í y tratando Conmigo

 

Por la importancia que los Apóstoles daban a la oración, se desentendieron de la administración de los bienes y de los litigios para empleamos en­nom­teramente en la oración y en la predicación (Hechos, 6, 4).
Más adelante pondré algunos textos de varias Constituciones y Decretos del Concilio Vaticano II, en los cuales se manda insistentemente la oración a seglares, sacerdotes y religiosos.
La oración está expresamente mandada y es exigencia apremiante del amor y de la necesidad. El que no ora es de temer que no ame ni lo procure, pues no lo pide ni gusta de estar ante la presencia de Dios ni en su compañía.

Santa Teresa de Jesús La Oración Mental: Modo de hacer la oración

 

Santa Teresa de Jesús Modo de hacer  La Oración Mental



Santa Teresa de Jesús Modo de hacer  La Oración Mental

Como la oración es ejercicio de amor, se hace oración amando. El que ora ama. De cualquier modo que se ejercite el amor, se vivirá la oración y se hará oración. Pero llamamos oración mental ordinariamente el tiempo en que el alma, desentendida de todas las demás ocupaciones, está recogida con Dios a solas; está atenta, mirándole, conversando, tratando todas sus cosas, pidiéndole; está atenta a Dios en silencio, escuchándole, dándose cuenta de que está con El, de que Dios está con ella, dentro de ella o envolviéndola, y está con amor; o se mira con Jesús y junto a Jesús; o está el alma discurriendo o pensando sobre las verdades u obras de Dios con relación a Dios y a la misma alma, con pensamiento amoroso y cooperando en ello la imaginación.

O está mirando a Dios sencilla y amorosamente como Dios suyo y omnipotente, acompañando a Dios, viéndose envuelta y sumergida en Dios, luz, amor y bondad. Como la esponja empapada en Dios y llena de Dios (Reí., 49). Como el cristal iluminado lleno de luz y hecho luz con la luz.

Expresándolo más concretamente, digo que la oración mental es el acto en que el alma está sola con Dios a solas, atenta a Dios, alabándole, amándole y pidiéndole su amor, desentendida y retirada de toda otra ocupación. 

Santa Teresa dice: 

Pensar y entender qué hablamos y con quién hablamos, y quién somos los que osamos hablar con tan gran Señor; pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que le hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir, es oración mental, no penséis es otra algarabía, ni os espante el nombre (Camino, 25, 3). Parecíame estar metido y lleno de aquella majestad (Vida, 40, 1).

Para enseñar a hacer más fácilmente y mejor oración se ha explicado y aún se explica un método muy racional y muy lógico, que es dividir la oración en partes, como quien va a componer un discurso. En todos los autores desde hace varios siglos se exponían las partes sustanciales de la oración con pequeñas variantes, intentando facilitarlas conmás subdivisiones y aplicaciones. Llamaban y llaman a esas partes preparación, lección, meditación, contemplación, petición, acción de gracias y conclusión. No quiero ahora hacer ni mención de las subdivisiones ni de los preludios y ramilletes.

En mi concepto eran muy útiles esas instrucciones. Eran fruto de la experiencia y un método muy pedagógico, aun cuando el amor de Dios y el modo de avivar ese amor no pueda encerrarse ni en métodos, ni en reglas, ni aun en razonamientos.

Sólo Dios le da, pero nos manda pongamos lo que está de nuestra parte en prepararnos a recibirlo. Confío en que estas divisiones y reglas continuarán siendo muy útiles para muchos en los tiempos venideros. Hoy se dice que ya no es oportuno ese método y no tienen aceptación esas enseñanzas un tanto complicadas, y por no ser el método agradable se desestima y hasta se rehúye la oración misma.

Aun cuando no participe de esta opinión, es cierto que muchos no se sirven de ese método para hacer oración ni aun en los principios. Los métodos para aprender cualquier arte o cualquier ciencia siempre se hacen enojosos, pero son muy convenientes. 

Pensando cómo hacían oración los santos y las almas de oración veo en ellos otro modo de hacer­ la aun desde los principios, modo mucho más sencillo, y como no tiene complicación ninguna, facilita en gran manera la oración a cuantos deseen empezar a hacerla o continuar haciéndola; pero aunque exige menos ejercicio de memoria, es imprescindible mayor atención interior, más recogimiento y más limpieza de conciencia.

No es invención mía ni es novedad de hoy. Es modo muy antiguo que no envejece. Lo usaron los santos de siglos pasados y será siempre el mejor medio y el más rápido para llegar a la oración perfecta con virtudes; es atajo muy deleitoso para llegar a la unión de amor con Dios.

Yo pretendo exponer este modo como lo usó y enseñó Santa Teresa de Jesús y frecuentemente con sus mismas palabras. No cabe dudar de la eficacia de este modo de hacer oración estudiando a la Santa, sus virtudes, el encanto de su trato con las personas y mirando a aquellas primeras Carmelitas hijas y discípulas suyas, formadas por ella. Fueron almas santas y de muy alta y continua oración.

No creo que Santa Teresa practicase el método de las partes de la oración y sus divisiones para aprender a hacer oración ni que enseñase ese modo a las primeras Carmelitas Descalzas. No lo menciona ni en su Vida ni en el Camino de perfección, que escribió a petición de ellas para enseñarlas a hacer oración mental desde los principios hasta la contemplación. De estos dos libros principalmente tomaré yo la doctrina y el método que voy a exponer.







Alma de Cristo

 

Alma de Cristo Alma de Cristo, santifícame.

Alma de Cristo

Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame.

Agua del Costado de Cristo, lávame.

Pasión de Cristo, confórtame.

Oh buen Jesús, óyeme.

Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me aparta de Tí.

Del enemigo malo, defiéndeme.

En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a Tí.  

Para que con tus Santos te alabe. 

Por los siglos de los siglos.  Amén.


Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!,

postrado en tu presencia; te ruego con 

el mayor fervor imprimas en mi corazón 

vivos sentimientos de fe, esperanza y 

caridad, verdadero dolor de mis pecados 

y propósito de jamás ofenderte, mientras 

que yo, con el mayor afecto y compasión 

de que soy capaz, voy considerando tus cinco

llagas, teniendo presente lo que de Tí dijo 

el Santo Profeta David:  «Han taladrado mis 

manos y mis pies y se pueden contar todos 

mis huesos. »







1 Padre Nuestro 1 Ave María y 1 Gloria al Padre.

Santa Teresa de Jesús La Oración Mental


Santa Teresa de Jesús La Oración Mental
Qué es la oración mental según Santa Teresa de Jesús
Quería que el alma se mantuviese sin cesar unida a Dios
la oración es la elevación de la mente a Dios y la petición de todas las cosas convenientes (De Fidc Ort., lib. III, cap. 24).
la oración es el afecto con que el hombre se une a Dios en una conversación familiar y piadosa con El, y la atención que espera la luz para gozar de Dios cuanto sea posible.
No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tra­tando a solas con quien sabemos nos ama (Vida, 8, 5)
 esté con amorosa atención a Dios escuchando y mirando.
 que lo que principalmente se ha de pedir a Dios en la oración es que nos una con El (Suma, II, II, q. 83, a. 1 al 2). 
Para que Dios transforme el alma en amor divino. 
La oración es lo más grande
La oración mental es ejercicio de amor divino
Dios exige al alma correspondencia de amor a su llamada de amor. Si el alma corresponde con fidelidad, no dejará Dios de inundarla de su amor y de envolverla en su luz. Dios la transformará y la hará amor y luz. Dios con su amor endiosará al alma.

  • El amor es entrega y donación, y en proporción del amor es la donación y es la entrega.
  • El amor es unión o ansia de unión hasta que se obtiene y realiza.
  • El amor desea la presencia y la posesión de Dios. 
  • El amor es mirar, atender, andar y tratar con Dios presente.
Orar es amar y desear estar con Dios a solas amándole como si sólo Dios y el alma es tuviesen en la tierra para amarse (Santa Teresa, Vida, 13, 9).


Toda oración, de suyo, es ejercicio de amor a Dios y trato de amor con Dios presente, porque ya se le ama y porque se le desea amar más. Desde los primeros siglos del cristianismo se han dado muchas y buenas definiciones de la oración por santos y sabios. En todas las definiciones predomina la idea de unión del alma con Dios en amor, elevación del alma hacia Dios, trato de amor con Dios, presente.

En el siglo iv Evagrio el Póntico fue el primero que nos dejó escrito que la oración es la elevación del alma hacia Dios (Apotegmas).

Casiano, en el siglo v, escribe con esta misma idea que el monje ha huido del contacto con los hombres para ejercitarse en la conversación con Dios, ya que el fin del monje y toda la vida perfecta consiste en la perfección de la oración.

Más claro y terminante San Juan Clímaco, en el siglo vi, escribe: La oración según su condición y naturaleza es unión del hombre con Dios (Escala, capí. XXIX).

Pero la definición que ha predominado sobre todas, aceptada por Santo Tomás, citada y divulgada por los autores espirituales, es la que dio San Juan Damasceno en el siglo vm . Dice el Santo que:

En la Carta a los Religiosos del Monte de Dios, atribuida siempre a San Bernardo y escrita por el Abad Guillermo de Saint-Thierry, se escribe que:

Santa Teresa, que había leído sobre la oración cuantos libros estuvieron a su alcance, y cuando escribió había hecho ya mucha oración y muy íntima, dio una definición más libre, sin atender a las leyes de la lógica, pero muy expresiva, diciendo : 

San Juan de la Cruz, animando al alma a tener oración íntima y de fe y confianza, dice que:

Pero en la oración se piden las cosas convenientes. Se pide y se pide con insistencia a Dios su amor. Santo Tomás dice:

Se ha de pedir la unión de amor con Dios, pues para esta unión nos ha criado y la desea hacer con todas las almas y ciertamente la haría si todas las almas se preparasen y se dejasen preparar.

Resalta claro que la oración es ejercicio de amor a Dios presente; mutuo trato de amor; Dios con el alma y el alma con Dios; trato directo, confidencial e íntimo.

Que la oración es atender a Dios, escucharle, acompañarle, saber que está el alma acompañada de Dios, hablarle, pedirle, alabarle y agradecerle.

Que la oración es para encender y avivar el amor de Dios en el alma; para entregarse el alma a Dios juntando su entendimiento y su voluntad con el entendimiento y voluntad de Dios por la atención, por la mirada, escuchándole amorosamente, esperándole.

Para que Dios una al alma en amor con El e infundiendo con el amor las virtudes, santifique al alma, endiose al alma.

Grande, porque lleva a la posesión de lo más grande, que es la gracia de Dios, el amor de Dios y el mismo Dios. Endiosa al alma.

Mal sobrelleva el demonio que el alma haga mortificaciones y austeridades por amor de Dios, pero lo que no puede sufrir es que haga oración y se sumerja y empape en el amor de Dios.

El alma se santifica en la oración con mortificación y con ellas, pidiendo y expiando, alcanza de Dios para todos la gracia de la conversión y de la perseverancia en fe viva

Sólo Dios puede dar su amor a las almas. Dios es el propietario de su amor y sólo El puede disponer de su amor para darlo. Quiere darlo a las almas y las ha criado para comunicarlas su amor.

Dios llama al alma para comunicarla su amor y la guía a la soledad (Oseas, 2, 14), donde el alma ha de disponerse y prepararse vaciándose de lo que no es Dios: de lo mundano y de sí misma en su amor propio y en sus apetitos. Dios llenará el vacío. Dios la hablará al corazón.

Es Dios quien primero ama al alma. Porque la ama la crió para el cielo y porque la ama la da su amor y la llama para amar y amando poder recibir más amor.

Dios ha criado las almas para unirlas en amor con El mismo, para comunicarlas su misma vida y hacerlas felices con su misma felicidad. Este amor es real y divino ya en la tierra por la gracia y será glorioso en el cielo cuando con la luz de la gloria vea el alma a Dios en su esencia directamente y participe de sus perfecciones gloriosas y eternas.

Jesús a todos mandó que cumpliéramos el precepto de amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas (Mat., 22, 37).

Nunca el alma puede llegar a amar a Dios tanto como Dios ama al alma, ni jamás el alma se entrega a Dios tan generosamente como Dios se entrega al alma.

En la oración el hombre mira, atiende y escu­cha a Dios presente y trata con El a solas, pidiéndole su amor y ofreciéndole el propio.

La mirada y atención a Dios, el trato amoroso con Dios y la petición a Dios de amor y de cuanto se necesita o se desea, obtienen de Dios nuevo amor y acrecientan en el alma el amor y la gracia.

Todo hemos de pedírselo a Dios y gusta el Señor se lo pidamos, como gusta el padre oír la petición del hijo; pero la principal petición que hemos de hacer a Dios es que una mi alma en amor con El, y mi más ardiente deseo, que venga su reino a mi alma. Esto agrada a Dios, como agrada al padre que su niño le pida una caricia, y es lo más provechoso para el alma.

Quien está atento a Dios y en su compañía, hace magnífica oración. Quien está con más amor en compañía de Dios, hace mejor oración, y cuando anhela estar con más silencio, con más atención, con mayor soledad y recogimiento, y vive íntimamente la humildad, hace oración muy grata al Señor.

A solas con Dios, pero con Dios están todos los ángeles y todos los bienaventurados. Con Dios está

Jesús y está la Virgen. Nunca más ni mejor acompañada que cuando el alma se pone en oración recogida sola con Dios a solas. Delicioso trato con Dios en amor íntimo; nobilísima y encantadora compañía de los ángeles y santos que la presencian y se gozan en ella alabando a Dios y al alma.

Santa Teresa escribe: Estando una vez en oración con mucho recogimiento, parecíame estar rodeada de ángeles y muy cerca de Dios (Vida, 40, 12).


Fuente:

@RosarioDeMarAMar

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