Aoraciones

Oración de la mañana

 

Oración de la mañana


Oración de la mañana: abro mi corazón a tu presencia


Señor mío y Dios mío, en este momento abro mi corazón a tu presencia y me dispongo a recibir todo el poder que Tú me quieres dar, para usar en este día en cada una de las dimensiones de mi vida.

Te pido, Señor, que me permitas estar abierto a las sugerencias y comentarios que aquellos que me aman me hagan, quiero ser receptivo a sus comentarios para poder crecer.

También te pido que desde ya bendigas a las personas con las que voy a interactuar en esta jornada, para poder tener con ellas relaciones fructíferas que nos den a todos el ambiente que necesitamos para seguir creciendo.

También te pido que me ayudes a controlar mis emociones en los momentos en que éstas me vayan a hacer equivocarme o fallar.

Refuerza mi corazón con una efusión de Espíritu Santo, para que sea tuyo total y plenamente.🌼

Amén.


🛐 Padre Dios, aléjanos del chisme y de sus tentaciones, también de prestar atención a las críticas y de darle a quienes los usan el poder de perturbarnos.

Señor, te ruego que pases tus manos sanadoras por todo aquel que sienta dolor y esté enfermo.

Gracias, Señor, gracias. Amén.


 FELIZ Y BENDECIDO LUNES EN LAS MANOS DE DIOS.

San Agustín de Canterbury

 

San Agustín de Canterbury Primer Arzobispo de Canterbury


San Agustín de Canterbury Primer Arzobispo de Canterbury


Este santo es considerado uno de los más grandes evangelizadores, al lado de San Patricio de Irlanda y San Bonifacio en Alemania. Tiene el gran mérito de haber dirigido la evangelización de Inglaterra.


Era superior del convento benedictino de Roma, cuando el Sumo Pontífice San Gregorio Magno se le ocurrió en el año 596 tratar de evangelizar a la isla de Inglaterra que era pagana. Conociendo el espíritu generoso y emprendedor de Agustín, que no se acobardaba ante ninguna dificultad, el Papa lo envió con 39 monjes más a tratar de convertir a esos paganos sajones.


En el año 597 salió de Roma encabezando el grupo de cuarenta monjes. Se detuvo en la isla de Lérins. Aquí le hablaron del temperamento belicoso de los sajones, y esto lo aterró hasta el punto de hacerlo regresar a Roma a pedirle al Papa que le cambiara de programa. Para animarlo, Gregorio lo nombró abad y poco después, casi para hacerle dar el paso definitivo, tan pronto llegó a Galia, lo hizo consagrar obispo. Continuó su viaje con breves etapas. Finalmente llegó a la isla británica de Thenet, a donde el rey fue personalmente a darle la bienvenida, por invitación de su piadosa esposa.


Para todos fue una feliz sorpresa. El rey acompañó a los monjes hasta la residencia que le habían preparado en Canterbury, a mitad de camino entre Londres y el mar, en donde se levantó la célebre abadía que después llevará el nombre de Agustín, corazón y sagrario del cristianismo inglés; y fue el mismo rey quien pidió el bautismo, llevando con su ejemplo a miles de súbditos a abrazar la religión cristiana.


El Papa se alegró con la noticia que llegó a Roma, y expresó su satisfacción en las cartas escritas a Agustín y a la reina. El santo misionero murió el 26 de mayo del 604 y fue enterrado en Canterbury en la iglesia que lleva su nombre.







Fuente:

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Evangelio de hoy

Evangelio de hoy
 

Evangelio de hoy Mt 28, 16-20 

• Bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.

Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.

Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».


Palabra del Señor🙏🏼

Oración de la noche

 
Oración de la noche

Oración de la Noche: Unidos en la Paz de Cristo

Una oración profunda para cerrar el día en unidad con Jesús, acompañada de un salmo y un pasaje del evangelio para meditar antes de dormir.

Oh mi Adorable JESÚS,

Que nuestros pies vayan juntos, que nuestras manos recojan unidas, que nuestros corazones latan al unísono, que nuestro interior sienta lo mismo, que el pensamiento de nuestras mentes sea uno, que nuestros oídos escuchen juntos el silencio, que nuestras miradas se compenetren profundamente fundiéndose la una en la otra, y que nuestros labios supliquen juntos al ETERNO PADRE, para alcanzar misericordia. Amén.

Salmo 4: Paz y Confianza en Dios

"En paz me acostaré y asimismo dormiré; porque sólo tú, Señor, me haces vivir confiado." (Salmo 4:8)

Que esta promesa de paz divina inunde nuestro ser esta noche, disipando toda ansiedad y temor, y que el descanso sea un regalo de la gracia de Dios para renovar nuestras fuerzas.

Evangelio de San Juan 14:27

"La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo."

Jesús nos regala una paz que sobrepasa todo entendimiento, una paz que permanece firme en medio de las tormentas. Al confiar en Él, nuestro descanso será verdadero y nuestra noche llena de bendición.

Santa Noche, que el amor de Cristo nos envuelva y nos guíe hasta el amanecer, para que cada nuevo día florezca en esperanza y fe renovada.

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Los 5 Minutos de María

 

Los 5 Minutos de María - Oraciones a la Virgen del carmen

Los 5 Minutos de María


Madre de Dios y señora mía, María.

Como se presenta a una gran reina

Un pobre andrajoso y llagado,

Así me presento a ti, reina de cielo y tierra.


Desde tu trono elevado dígnate

Volver los ojos a mí, pobre pecador.

Dios te ha hecho tan rica

Para que puedas socorrer a los pobres,

Y te ha constituido reina de misericordia

Para que puedas aliviar a los miserables.

Mírame y ten compasión de mí.

Mírame y no me dejes;

Cámbiame de pecador en santo.


Veo que nada merezco y por mi ingratitud

Debiera verme privado de todas las gracias

Que por tu medio he recibido del Señor.

Pero tú, que eres reina de misericordia,

No andas buscando méritos,

Sino miserias y necesidades que socorrer.

¿Y quién más pobre y necesitado que yo?


Virgen excelsa, ya sé que tú,

Siendo la reina del universo,

Eres también la reina mía.

Por eso, de manera muy especial,

Me quiero dedicar a tu servicio,

Para que dispongas de mí como te agrade.

Te diré con san Buenaventura: Señora,

Me pongo bajo tu servicio

Para que del todo me moldees y dirijas.

No me abandones a mí mismo;

Gobiérname tú, reina mía. Mándame a tu arbitrio

Y corrígeme si no te obedeciera,

Porque serán para mí muy saludables

Los avisos que vengan de tu mano.


Estimo en más ser tu siervo

Que ser el dueño de toda la tierra.

Soy todo tuyo, sálvame” (Sal 118, 94).

Acéptame por tuyo y líbrame.

No quiero ser mío; a ti me entrego.

Y si en lo pasado te serví mal,

Perdiendo tan bellas ocasiones de honrarte,

En adelante quiero unirme a tus siervos

Los más amantes y más fieles.

No quiero que nadie me aventaje

En honrarte y amarte, mi amable reina.

Así lo prometo y, con tu ayuda,

Así espero cumplirlo. Amén.

El alma de Cristo bajo la moción del Espíritu Santo

 

El alma de Cristo bajo la moción del Espíritu Santo

El alma de Cristo bajo la moción del Espíritu Santo: el Espíritu Santo Recibe todo del Hijo

Cristo es la obra maestra del Espíritu Santo. Como Verbo Él es con el Padre su Principio eterno. El Espíritu Santo recibe todo del Hijo: su Ser y sus perfecciones infinitas. Él es el Amor en Persona que procede indivisiblemente del Padre y del Hijo en la Unidad de la Trinidad. Pero, en cuanto hombre, Jesús ha recibido todo del Espíritu Santo: su encarnación, su ser, su vida, su acción sobre todos los miembros de su Cuerpo místico. 

"Todos los movimientos de mi alma en cuanto hombre fueron inspirados y movidos por el Espíritu Santo. Él movía mis potencias, sentidos y voluntad poseyéndolos para glorificar al Padre, a quien Yo todo lo refería.

"El Espíritu Santo ama a mi humanidad con predilección incomparable. Si tú supieras con cuanta delicadeza, ternura y esplendidez adornó mi alma, mis facultades, mis sentimientos, mi cuerpo y mi Corazón el Espíritu Santo. 

Más que una madre toda amor. Empleó su poder y todas sus riquezas en formarme en el seno de María, como un perfecto modelo de todo lo bello, puro y santo. Todas las riquezas y tesoros que adornan a mi Corazón se le deben al Espíritu, y no me gusta que se tome Ia devoción a mi Corazón de carne como fin, sino como medio para subir a mi divinidad, como escalón para ir al Espíritu Santo, quien lo creó, quien lo formó y enriqueció, quien puso en él todos los encantos de su amor y también todos los dolores internos, y el modo y la manera de sufrir la universal expiación para el perdón de la humanidad culpable. 

El corazón del hombre y su cuerpo habían pecado y necesitaban otro cuerpo y otro corazón con la potencia de un Dios que desagraviara a Dios, siendo Él mismo Dios también. Esta idea, acción y fin saludable de gloria para mi humanidad, y de salvación para el mundo, se le debe al Espíritu Santo" (Diario T. 40, p. 197-203, enero 29, 1915).

















Fuente:  Descarga PDF Conchita



Rosario por los Sacerdotes

 

Rosario por los Sacerdotes - Oraciones a la Virgen del Carmen

Rosario por los Sacerdotes

El Rosario se compone de 20 misterios correspondientes a los momentos más importantes de las vidas de Jesús y María. Están divididos en cuatro partes de 5 misterios cada uno. Gozosos, Luminosos, Dolorosos y  Gloriosos.

En cada misterio rezamos un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria

Oraciones previas (antes del rezo de los Misterios)

• Hacemos la Señal de la Santa Cruz

• Rezamos el Pésame

• Rezamos el Credo

• Invocamos al Espíritu Santo

• Pedimos por nuestras intenciones

• Damos gracias al Señor por todo lo que nos das

Oraciones del Santo Rosario

Señal de la Cruz

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos,

líbranos Señor Dios Nuestro. En el nombre del Padre,

del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Credo

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de
la tierra.
Creo en Jesucristo, Su único Hijo, Nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de
Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió
a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Pésame

Pésame, Dios mío, me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y
por el Cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque
pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como
Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido y
propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Invocación al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión
del Inmaculado Corazón de María, Tu amadísima Esposa. Ven.
JACULATORIA (después del Gloria)
Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego
del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia, Amén.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu
Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que
nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal. Amén.

Ave María

Dios te salve, María, llena eres de Gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es
el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salve

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A ti llamamos los
desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada
Nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y,
después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh
dulce Virgen María! Ruega por nosotros Santa Madre de
Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo. Amén


Divino Pastor, unidos en tu amor, abandonamos en tu Corazón nuestras almas y con ellas nuestro cariño por Ti y por María, Bendita Madre de Dios. Queremos ofrecerte este Santo Rosario por tus hijos sacerdotes para que, escogidos con predilección por Ti, sean para todos los corazones, Rebaño preciado en tu Redil. Con tu Vara de Amor, guíalos, ilumínalos, sosténlos, acompáñalos, defiéndelos, asístelos, líbralos de todo mal y endereza sus pasos por el Camino de la Verdad y del Amor que eres Tú, Dulce Jesús. 

 Santa María, Madre de las Almas Consagradas, Madre de la Iglesia y de las Vocaciones Sacerdotales, intercede ante tu Hijito Santo, el Eterno y Sumo Sacerdote, por tus fieles y santos Sacerdotes. Amén. Amados hijos, oren hoy por sus pastores y por mi Iglesia también; sea ella siempre respetada y amada por lo que es: verdadera Roca, Baluarte y Sostén. Mi Iglesia permanecerá, no zozobrará; mi Iglesia es Legado de Amor para la humanidad. 

PRIMER MISTERIO

Divino Maestro, Tú que eres Rostro que ama y Eucaristía que sana, sostén a tus hijos predilectos a fin de que, contemplando tu Divina Faz de Dolor, nos recuerden con amor tu Pasión. Miren este, mi Semblante desfigurado y conmuévanse sus corazones; consuelen por favor, almas mías, mi Corazón. Oren hoy por mis hijitos predilectos y acompáñenlos con disposición. No los juzguen, hijitos míos, sientan que en ellos se halla Presente el Señor con su Gracia y con su Amor. Tienen ellos manos bendecidas, manos que sanan, que consagran; transforman el pan y el vino en Alimento, en Manjar del Cielo, en Amor. Caminen junto a ellos; son ellos, hijos de mi predilección. Yo los he escogido con amor, los he llamado a servirme en el necesitado, en el enfermo, en el que necesita un gesto de amor. Muchos de ellos han padecido también mucha tribulación, han dudado de su vocación, se han sentido abatidos, solos y hasta abandonados, marginados de amor por amor. 


SEGUNDO MISTERIO

 Divino Maestro, Tú que eres Amigo fiel en la alegría, en la tristeza y en la aflicción, anima a tus hijos predilectos para que permanezcan fieles a tu Amor en toda prueba , en toda adversidad y dolor. ¡No se echen atrás! Tibios e infieles, perezosos a muchos de ustedes encuentro y no comprendo. ¿Acaso Yo los he abandonado, los he dejado a un lado? ¿Acaso, hijos míos, los he ofendido, maltratado o humillado; de sus asuntos y menesteres me he olvidado preocupándome sólo de los Míos? ¡Cuánta indiferencia, hijitos míos, cuánto egoísmo y deslealtad! Muchos de ustedes se llaman fieles, mas sólo se bastan a sí mismos; hieren así mi Corazón de Bondad. ¡Cuánto pesar, cuánto dolor y aflicción siento Yo, el Resucitado, sin embargo los amo y junto a ustedes camino, sano, amo y bendigo; Soy Yo fiel Amigo y Compañero en el diario caminar. Almas mías, las necesito Conmigo, Soy y seré siempre Abrigo, acompáñenme con amor, con disposición y sean para Mí también cayado, sean alimento y agua fresca para saciar mi Sed de amor. Mendigo Soy de corazones, de amores, Soy Buen Pastor de almas, Soy Rey de reyes, Soy Bondad y en sus corazones deseo morar. Amén. Aleluya. Amén. Aleluya. Aleluya. 

TERCER MISTERIO

Divino Maestro, Tú que eres Lámpara encendida de Amor, ilumina los corazones de tus hijos predilectos para que conduzcan a todos tus hijos por Senderos de Paz y de Unión. Ruego y pido a mis hijitos predilectos convoquen a las almas a hacer reparación, a dejarse amar por el Redentor, a ser lámparas encendidas iluminando la oscuridad que hoy prevalece en esta humanidad que no ama al Señor, que no lo conoce, no sabe de su amor.


Deberán mis hijitos predilectos cambiar sus miradas, renovarlas en mi amor. Deberán ellos contemplarme con compasión y ponerse de pie como hijos del Amor que son, pues Yo, el que Soy, los he escogido con amor, con predilección, con Pasión. ¡Amados hijos, hijos del Señor, les hablo con firmeza Yo, el Redentor! Sientan en sus corazones que ha llegado el tiempo de hacer en este mundo de hoy. Ha llegado el tiempo de acercar almas al Amado, de darse al necesitado y al hermano en cada rostro, en todo corazón. Amados hijos, hijos de mi predilección, pronto llegaré; sean pues lámparas encendidas y lleven luz, mi Luz a la humanidad. ¡Ilumínenla! ¡Sean levadura, sean sal! 

CUARTO MISTERIO

Divino Maestro, Tú que eres Cayado y Bastón de Bondad, defiende a tus hijos predilectos de toda tentación y mal a fin de conducir a todas las almas a la Patria Celestial. Necesito hijos predilectos fijando sus miradas en la Mía, contemplando mi Faz de Hermosura, aliviando mi Corazón con amor. ¡Qué sería de esta humanidad si no hubieran almas reparando en el Señor, llevando su amor a los demás, predicando mi Evangelio, compartiendo mi Pan, Exquisito Manjar! ¡Cuánto dolor me causan aquellos hijitos míos que tibios y perezosos son, solo atienden sus asuntos, dejan a un lado los asuntos del Señor! Y Yo, ¿Quién Soy? ¿Acaso no recuerdan al Salvador? ¿No reparan en su Amor, en tanta Bondad derramada por cada corazón? ¿No recuerdan al Amado suspendido en un madero, ultrajado, herido y maltratado? ¿No les mueve esa Escena a la compasión? Pues, hijitos míos, mírenme; ¡Quien les habla es el Amor, Aquel que Vida les consiguió, los redimió, los amó, los salvó! Vuelvan entonces sus corazones al Mío, hagan en Él nido y apiádense de este Hombre Vivo, Verdad y Camino que Soy Yo. ¡No me dejen solo, los necesito Conmigo! En la Casa de mi Padre hay lugar para todas las almas; no se pierdan, no se aparten del Sendero recto que los conducirá al Cielo tan ansiado, a la Patria Celestial. Hijitos míos, Soy Yo, Yo Soy y los aguardo en mi Corazón de Paz. Amén. Aleluya. Amén. Aleluya. Aleluya. 

QUINTO MISTERIO 

Divino Maestro, Tú que has entregado tu Vida en el Madero por amor a la humanidad, conmueve los corazones de tus hijos predilectos a fin de darse por entero a Ti en los demás. Deberán ser mis hijos predilectos verdaderos pastores conduciendo el rebaño, uniéndolo, aquietándolo. Deberán ellos, mis hijos amados, predicar mi Evangelio, ser testimonio de vida, ser lámparas encendidas, ser almas de bien, fieles al que Es, a su amor. Deberán pues ser misericordiosos, bondadosos, prudentes y sencillos, deponiendo los propios intereses; ser luz en la oscuridad, amparo en la adversidad, alegría en la tristeza, esperanza en la angustia, bálsamo de paz en el dolor y en la aflicción. Muchos hijos míos no están en la Verdad que Soy Yo; me hieren, entristecen mi Corazón de Amor.

EN LAS ÚLTIMAS CUENTAS DEL ROSARIO

Rezar un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria por las Intenciones del Santo Padre y por el aumento de las Vocaciones Sacerdotales y Religiosas. Sean mis hijos Pastores de bien, de paz, de unión. Sean mis hijitos predilectos, almas desinteresadas, fervorosas, almas fieles al Amado que con tanta Entrega se ha dado por ellas también. Sean mis hijos predilectos, Luz en la oscuridad, Refugio en la tempestad, Amparo y Sostén en la adversidad. Sean ellos Focos de amor brillando en las noches oscuras de las almas, conduciéndolas en paz a Mí, pues Yo Soy Verdad, Camino y Vida; Yo Soy Eternidad. Amén. Aleluya. Amén. Aleluya. Aleluya. 

ORACIÓN FINAL

Dulce Jesús, Mendigo de corazones, recibe hoy en tu Corazón nuestras oraciones por tus hijos predilectos; sea Él siempre para ellos Refugio de Amor, Nido de Esperanza en la tribulación. Buen Pastor de almas, sé para sus corazones Cayado y Bastón, Vara de Amor que los sostenga en la prueba, los aleje de toda tentación. Sé Abrazo en la duda y Camino cierto, Templanza y Calma en el desasosiego y en las tormentas de sus almas, Ancla de Paz. Sea tu Santísima Faz y Semblante Motivo de Encuentro para seguir adelante, para no rendirse jamás. Divino Maestro, junto a María, Madre del Buen Consejo, sean por siempre Timón de los corazones de sus hijitos predilectos preservándolos de todo mal, abrazándolos con ternura, animándolos a conducir con Entrega a todas las almas a la Patria Celestial. Amén 















Fuente:

Declaración La publicación de la presente obra se apoya en el decreto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (en AAS N˚ 58/16 del 29-12-1966) ya aprobado por S.S. Pablo VI el 14-10-1966, en virtud del cual ya no está prohibido publicar sin “imprimatur” escritos referentes a apariciones, revelaciones, milagros o profecías. Se declara que en nada se pretende prevenir el juicio de la Autoridad Eclesiástica. Imágenes y diseño: Silvia Mihanovich Meditaciones: Marinés Irigoy









7 dones del Espíritu Santo

 7 dones del Espíritu Santo - Aoraciones

¿Cuáles son los 7 dones del Espíritu Santo?

Sabiduría

El mayor de sus dones es la sabiduría, que es la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios. Es luz que se recibe de lo alto, una participación especial en ese conocimiento misterioso y sumo, que es propio de Dios. El don de la sabiduría perfecciona la virtud teologal de la caridad, produciendo un conocimiento nuevo, impregnado por el amor. Nos permite discernir, sobre todo, lo falso de lo verdadero, lo superfluo de lo trascendental, el egoísmo del amor.

 Va más allá de la sabiduría humana. Es tener la capacidad de saber decir o hacer lo que es correcto, dentro de la voluntad de Dios, en una situación específica.


"Oh Espíritu de Dios, Espíritu de verdad y de luz,

Vive en mi alma constantemente con Tu gracia divina."

Que Tu soplo disipe las tinieblas,

Y que las buenas obras se multipliquen en Tu luz.

(Diario Santa Faustina 1411)


El mayor de sus dones es la sabiduría, que es la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios. Es luz que se recibe de lo alto, una participación especial en ese conocimiento misterioso y sumo, que es propio de Dios. El don de la sabiduría perfecciona la virtud teologal de la caridad, produciendo un conocimiento nuevo, impregnado por el amor.

Entendimiento

Nos permite escuchar al Padre en las cosas que nos suceden. ¿Qué espera de nosotros? ¿Cómo podemos lograrlo? El entendimiento nos lo dirá.

Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios. Mediante este don, el Espíritu Santo nos permite escrutar las profundidades de Dios, comunicando a nuestro corazón una particular participación en el conocimiento divino, en los secretos del mundo y en la intimidad del mismo Dios.

"Espíritu Santo ilumina mi entendimiento y fortifica mi voluntad!"

¡Cuántas heridas llevamos dentro! 

Grandes o pequeñas, viejas o recientes, esas heridas están allí adentro, por los recuerdos dolorosos, por las experiencias traumáticas de nuestro pasado, por nuestros fracasos, por nuestros errores, por el amor que nos negaron, por lo que no pudo ser.

El Espíritu Santo puede entrar en nuestros interior y es capaz de sanar esas heridas. Mostrémosle lo que nos duele, digámosle lo que sentimos, Imaginemos que se derrama como bálsamo que cura y cicatriza, que pasa como caricia suave que cierra las heridas con cuidado y ternura.

Consejo

Este don requiere de una confianza plena y la paciencia justa para permitir al Espíritu Santo hablar en nuestra boca y entregar un consejo valioso. También es poder de este don el hallar la palabra que nos guíe correctamente en momentos de duda.

Es el don del Espíritu Santo que nos permite saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso.

"El don del Espíritu Santo es el que nos permite conocerlo y amarlo"

Imaginemos todas las manchas y suciedades de nuestro interior. Pensemos no sólo en nuestros pecado, sino en las inclinaciones que han dejado esos pecados; pensemos también en las tristezas  y perturbaciones interiores que han quedado por nuestras malas acciones. Y roguémosle al Espíritu Santo que pase como un río caudaloso, que lave, que limpie todo, que se lleve toda suciedad y nos deje blancos, relucientes, verdaderamente liberados.

Fortaleza o Templanza

Este don nos mantiene a flote en momentos de incertidumbre. Nos da la certeza de la compañía del Padre aun más allá de la vida.

Este es el don que nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades del día a día de la vida cristiana. Vuelve fuerte y heroica la fé. Recordemos el valor de los mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las decisiones.

Los que tienen ese don, no se amedrentan frente a las amenazas y persecuciones, pues confían incondicionalmente en el Padre.

"El don del Espíritu Santo es el que hace que nos abramos a las divinas personas y que se queden en nosotros"

El Espíritu Santo también es como una lluvia , agua que penetra la  tierra seca. Somos tierra que cruje y que llora, seca y agrietada. Pero cuando llueve la gracia, nuestro desierto reverdece y se llena de flores, rebosa de vida.

Publiquemos al Espíritu Santo para que se derrame como lluvia fecunda, para que haga brotar las semillas buenas que él mismo puso en nosotros. Él lo ha prometido "Derramaré agua sobre el suelo sediento, raudales sobre la tierra seca" (Is 44,3).

Conocimiento o Ciencia

Nos acerca a la visión que tiene Dios de su creación. Ver el amor y la belleza en lo y los que nos rodean. No tienen por qué ser perfectos, son así porque cumplen una misión y la ciencia de Dios nos permite entender esto.

Perfecciona la virtud de la fe, dando a ésta una luminosidad de conocimiento al modo divino 

Es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo.

"El don del Espíritu Santo es el que nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrar"

Sin el Espíritu Santo en realidad estamos siempre buscando nuestro interés, sin preocuparnos con sinceridad por el bien de los otros. Sin él tampoco nos interesa de verdad la gloria de Dios.

Pero si en algún momento dejamos actuar al Espíritu Santo y brota en nosotros un sentimiento verdadero de bondad, o una decisión realmente generosa, tenemos que darle las gracias a él. Porque eso sería imposible sin su impulso, sin su invitación, sin su gracia que nos eleva.

Piedad

Es la conexión íntima con Dios, nuestra entrega a su voluntad y la renuncia a lo mundano para ser instrumento de su amor.

Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la voluntad de Dios, buscando siempre actuar como Jesús actuaría.

Ven Espíritu Santo. Libérame, para que no alimente la impaciencia y el desprecio hacia otras personas.

Toma mi mirada para que pueda mirar a los demás como Jesús, con inmensa paciencia. 

Si Dios vive su alianza con el hombre de manera tan envolvente, el hombre, a su vez, se siente también invitado a ser piadoso con todos.

En la Primera Carta de San Pablo a los Corintios escribió:

 “En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo” (1Co 12, 1-3).

Temor de Dios

Es saber que por encima de todo está Él, no podemos transgredir su voluntad ni sus mandamientos.




























Fuente:

Catholic. net

Oración a San Cristóbal de Magallanes

 

Oración a San Cristóbal de Magallanes - Aoraciones

Oración a San Cristóbal de Magallanes


Oh Dios,

que concediste al Santo Mártir

Cristóbal Magallanes una vida apostólica

y una gloriosa muerte

y permitiste que ofreciera

el sacrificio de su vida

por la unión de los mexicanos, 

concédenos Señor ese espíritu

de unión y paz que él tanto anhelaba

y la gracia que te estamos pidiendo

por su intercesión.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Santa María, Madre de la Iglesia

 

Santa María, Madre de la Iglesia, Madre de Dios

Santa María, Madre de la Iglesia, Madre de Dios 

La gozosa veneración otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos actuales, a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y su naturaleza propia, no podía olvidar la figura de aquella Mujer (cf. Gál 4,4), la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia.


Esto estaba ya de alguna manera presente en el sentir eclesial a partir de las palabras premonitorias de san Agustín y de san León Magno. El primero dice que María es madre de los miembros de Cristo, porque ha cooperado con su caridad a la regeneración de los fieles en la Iglesia; el otro, al decir que el nacimiento de la Cabeza es también el nacimiento del Cuerpo, indica que María es, al mismo tiempo, madre de Cristo, Hijo de Dios, y madre de los miembros de su cuerpo místico, es decir, la Iglesia. Estas consideraciones derivan de la maternidad divina de María y de su íntima unión a la obra del Redentor, culminada en la hora de la cruz.


En efecto, la Madre, que estaba junto a la cruz (cf. Jn 19, 25), aceptó el testamento de amor de su Hijo y acogió a todos los hombres, personificados en el discípulo amado, como hijos para regenerar a la vida divina, convirtiéndose en amorosa nodriza de la Iglesia que Cristo ha engendrado en la cruz, entregando el Espíritu. A su vez, en el discípulo amado, Cristo elige a todos los discípulos como herederos de su amor hacia la Madre, confiándosela para que la recibieran con afecto filial.


María, solícita guía de la Iglesia naciente, inició la propia misión materna ya en el cenáculo, orando con los Apóstoles en espera de la venida del Espíritu Santo (cf. Hch 1,14). Con este sentimiento, la piedad cristiana ha honrado a María, en el curso de los siglos, con los títulos, de alguna manera equivalentes, de Madre de los discípulos, de los fieles, de los creyentes, de todos los que renacen en Cristo y también «Madre de la Iglesia», como aparece en textos de algunos autores espirituales e incluso en el magisterio de Benedicto XIV y León XIII.


Esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos.








Fuente:

Robert Card. Sarah

Prefecto


Rosario de Mar a Mar