Aoraciones

El alma de Cristo bajo la moción del Espíritu Santo

 

El alma de Cristo bajo la moción del Espíritu Santo

El alma de Cristo bajo la moción del Espíritu Santo: el Espíritu Santo Recibe todo del Hijo

Cristo es la obra maestra del Espíritu Santo. Como Verbo Él es con el Padre su Principio eterno. El Espíritu Santo recibe todo del Hijo: su Ser y sus perfecciones infinitas. Él es el Amor en Persona que procede indivisiblemente del Padre y del Hijo en la Unidad de la Trinidad. Pero, en cuanto hombre, Jesús ha recibido todo del Espíritu Santo: su encarnación, su ser, su vida, su acción sobre todos los miembros de su Cuerpo místico. 

"Todos los movimientos de mi alma en cuanto hombre fueron inspirados y movidos por el Espíritu Santo. Él movía mis potencias, sentidos y voluntad poseyéndolos para glorificar al Padre, a quien Yo todo lo refería.

"El Espíritu Santo ama a mi humanidad con predilección incomparable. Si tú supieras con cuanta delicadeza, ternura y esplendidez adornó mi alma, mis facultades, mis sentimientos, mi cuerpo y mi Corazón el Espíritu Santo. 

Más que una madre toda amor. Empleó su poder y todas sus riquezas en formarme en el seno de María, como un perfecto modelo de todo lo bello, puro y santo. Todas las riquezas y tesoros que adornan a mi Corazón se le deben al Espíritu, y no me gusta que se tome Ia devoción a mi Corazón de carne como fin, sino como medio para subir a mi divinidad, como escalón para ir al Espíritu Santo, quien lo creó, quien lo formó y enriqueció, quien puso en él todos los encantos de su amor y también todos los dolores internos, y el modo y la manera de sufrir la universal expiación para el perdón de la humanidad culpable. 

El corazón del hombre y su cuerpo habían pecado y necesitaban otro cuerpo y otro corazón con la potencia de un Dios que desagraviara a Dios, siendo Él mismo Dios también. Esta idea, acción y fin saludable de gloria para mi humanidad, y de salvación para el mundo, se le debe al Espíritu Santo" (Diario T. 40, p. 197-203, enero 29, 1915).

















Fuente:  Descarga PDF Conchita



Rosario por los Sacerdotes

 

Rosario por los Sacerdotes - Oraciones a la Virgen del Carmen

Rosario por los Sacerdotes

El Rosario se compone de 20 misterios correspondientes a los momentos más importantes de las vidas de Jesús y María. Están divididos en cuatro partes de 5 misterios cada uno. Gozosos, Luminosos, Dolorosos y  Gloriosos.

En cada misterio rezamos un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria

Oraciones previas (antes del rezo de los Misterios)

• Hacemos la Señal de la Santa Cruz

• Rezamos el Pésame

• Rezamos el Credo

• Invocamos al Espíritu Santo

• Pedimos por nuestras intenciones

• Damos gracias al Señor por todo lo que nos das

Oraciones del Santo Rosario

Señal de la Cruz

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos,

líbranos Señor Dios Nuestro. En el nombre del Padre,

del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Credo

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de
la tierra.
Creo en Jesucristo, Su único Hijo, Nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de
Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió
a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Pésame

Pésame, Dios mío, me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y
por el Cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque
pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como
Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido y
propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.

Invocación al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión
del Inmaculado Corazón de María, Tu amadísima Esposa. Ven.
JACULATORIA (después del Gloria)
Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego
del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia, Amén.

Padre Nuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu
Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que
nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal. Amén.

Ave María

Dios te salve, María, llena eres de Gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es
el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Gloria

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salve

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A ti llamamos los
desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada
Nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y,
después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh
dulce Virgen María! Ruega por nosotros Santa Madre de
Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo. Amén


Divino Pastor, unidos en tu amor, abandonamos en tu Corazón nuestras almas y con ellas nuestro cariño por Ti y por María, Bendita Madre de Dios. Queremos ofrecerte este Santo Rosario por tus hijos sacerdotes para que, escogidos con predilección por Ti, sean para todos los corazones, Rebaño preciado en tu Redil. Con tu Vara de Amor, guíalos, ilumínalos, sosténlos, acompáñalos, defiéndelos, asístelos, líbralos de todo mal y endereza sus pasos por el Camino de la Verdad y del Amor que eres Tú, Dulce Jesús. 

 Santa María, Madre de las Almas Consagradas, Madre de la Iglesia y de las Vocaciones Sacerdotales, intercede ante tu Hijito Santo, el Eterno y Sumo Sacerdote, por tus fieles y santos Sacerdotes. Amén. Amados hijos, oren hoy por sus pastores y por mi Iglesia también; sea ella siempre respetada y amada por lo que es: verdadera Roca, Baluarte y Sostén. Mi Iglesia permanecerá, no zozobrará; mi Iglesia es Legado de Amor para la humanidad. 

PRIMER MISTERIO

Divino Maestro, Tú que eres Rostro que ama y Eucaristía que sana, sostén a tus hijos predilectos a fin de que, contemplando tu Divina Faz de Dolor, nos recuerden con amor tu Pasión. Miren este, mi Semblante desfigurado y conmuévanse sus corazones; consuelen por favor, almas mías, mi Corazón. Oren hoy por mis hijitos predilectos y acompáñenlos con disposición. No los juzguen, hijitos míos, sientan que en ellos se halla Presente el Señor con su Gracia y con su Amor. Tienen ellos manos bendecidas, manos que sanan, que consagran; transforman el pan y el vino en Alimento, en Manjar del Cielo, en Amor. Caminen junto a ellos; son ellos, hijos de mi predilección. Yo los he escogido con amor, los he llamado a servirme en el necesitado, en el enfermo, en el que necesita un gesto de amor. Muchos de ellos han padecido también mucha tribulación, han dudado de su vocación, se han sentido abatidos, solos y hasta abandonados, marginados de amor por amor. 


SEGUNDO MISTERIO

 Divino Maestro, Tú que eres Amigo fiel en la alegría, en la tristeza y en la aflicción, anima a tus hijos predilectos para que permanezcan fieles a tu Amor en toda prueba , en toda adversidad y dolor. ¡No se echen atrás! Tibios e infieles, perezosos a muchos de ustedes encuentro y no comprendo. ¿Acaso Yo los he abandonado, los he dejado a un lado? ¿Acaso, hijos míos, los he ofendido, maltratado o humillado; de sus asuntos y menesteres me he olvidado preocupándome sólo de los Míos? ¡Cuánta indiferencia, hijitos míos, cuánto egoísmo y deslealtad! Muchos de ustedes se llaman fieles, mas sólo se bastan a sí mismos; hieren así mi Corazón de Bondad. ¡Cuánto pesar, cuánto dolor y aflicción siento Yo, el Resucitado, sin embargo los amo y junto a ustedes camino, sano, amo y bendigo; Soy Yo fiel Amigo y Compañero en el diario caminar. Almas mías, las necesito Conmigo, Soy y seré siempre Abrigo, acompáñenme con amor, con disposición y sean para Mí también cayado, sean alimento y agua fresca para saciar mi Sed de amor. Mendigo Soy de corazones, de amores, Soy Buen Pastor de almas, Soy Rey de reyes, Soy Bondad y en sus corazones deseo morar. Amén. Aleluya. Amén. Aleluya. Aleluya. 

TERCER MISTERIO

Divino Maestro, Tú que eres Lámpara encendida de Amor, ilumina los corazones de tus hijos predilectos para que conduzcan a todos tus hijos por Senderos de Paz y de Unión. Ruego y pido a mis hijitos predilectos convoquen a las almas a hacer reparación, a dejarse amar por el Redentor, a ser lámparas encendidas iluminando la oscuridad que hoy prevalece en esta humanidad que no ama al Señor, que no lo conoce, no sabe de su amor.


Deberán mis hijitos predilectos cambiar sus miradas, renovarlas en mi amor. Deberán ellos contemplarme con compasión y ponerse de pie como hijos del Amor que son, pues Yo, el que Soy, los he escogido con amor, con predilección, con Pasión. ¡Amados hijos, hijos del Señor, les hablo con firmeza Yo, el Redentor! Sientan en sus corazones que ha llegado el tiempo de hacer en este mundo de hoy. Ha llegado el tiempo de acercar almas al Amado, de darse al necesitado y al hermano en cada rostro, en todo corazón. Amados hijos, hijos de mi predilección, pronto llegaré; sean pues lámparas encendidas y lleven luz, mi Luz a la humanidad. ¡Ilumínenla! ¡Sean levadura, sean sal! 

CUARTO MISTERIO

Divino Maestro, Tú que eres Cayado y Bastón de Bondad, defiende a tus hijos predilectos de toda tentación y mal a fin de conducir a todas las almas a la Patria Celestial. Necesito hijos predilectos fijando sus miradas en la Mía, contemplando mi Faz de Hermosura, aliviando mi Corazón con amor. ¡Qué sería de esta humanidad si no hubieran almas reparando en el Señor, llevando su amor a los demás, predicando mi Evangelio, compartiendo mi Pan, Exquisito Manjar! ¡Cuánto dolor me causan aquellos hijitos míos que tibios y perezosos son, solo atienden sus asuntos, dejan a un lado los asuntos del Señor! Y Yo, ¿Quién Soy? ¿Acaso no recuerdan al Salvador? ¿No reparan en su Amor, en tanta Bondad derramada por cada corazón? ¿No recuerdan al Amado suspendido en un madero, ultrajado, herido y maltratado? ¿No les mueve esa Escena a la compasión? Pues, hijitos míos, mírenme; ¡Quien les habla es el Amor, Aquel que Vida les consiguió, los redimió, los amó, los salvó! Vuelvan entonces sus corazones al Mío, hagan en Él nido y apiádense de este Hombre Vivo, Verdad y Camino que Soy Yo. ¡No me dejen solo, los necesito Conmigo! En la Casa de mi Padre hay lugar para todas las almas; no se pierdan, no se aparten del Sendero recto que los conducirá al Cielo tan ansiado, a la Patria Celestial. Hijitos míos, Soy Yo, Yo Soy y los aguardo en mi Corazón de Paz. Amén. Aleluya. Amén. Aleluya. Aleluya. 

QUINTO MISTERIO 

Divino Maestro, Tú que has entregado tu Vida en el Madero por amor a la humanidad, conmueve los corazones de tus hijos predilectos a fin de darse por entero a Ti en los demás. Deberán ser mis hijos predilectos verdaderos pastores conduciendo el rebaño, uniéndolo, aquietándolo. Deberán ellos, mis hijos amados, predicar mi Evangelio, ser testimonio de vida, ser lámparas encendidas, ser almas de bien, fieles al que Es, a su amor. Deberán pues ser misericordiosos, bondadosos, prudentes y sencillos, deponiendo los propios intereses; ser luz en la oscuridad, amparo en la adversidad, alegría en la tristeza, esperanza en la angustia, bálsamo de paz en el dolor y en la aflicción. Muchos hijos míos no están en la Verdad que Soy Yo; me hieren, entristecen mi Corazón de Amor.

EN LAS ÚLTIMAS CUENTAS DEL ROSARIO

Rezar un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria por las Intenciones del Santo Padre y por el aumento de las Vocaciones Sacerdotales y Religiosas. Sean mis hijos Pastores de bien, de paz, de unión. Sean mis hijitos predilectos, almas desinteresadas, fervorosas, almas fieles al Amado que con tanta Entrega se ha dado por ellas también. Sean mis hijos predilectos, Luz en la oscuridad, Refugio en la tempestad, Amparo y Sostén en la adversidad. Sean ellos Focos de amor brillando en las noches oscuras de las almas, conduciéndolas en paz a Mí, pues Yo Soy Verdad, Camino y Vida; Yo Soy Eternidad. Amén. Aleluya. Amén. Aleluya. Aleluya. 

ORACIÓN FINAL

Dulce Jesús, Mendigo de corazones, recibe hoy en tu Corazón nuestras oraciones por tus hijos predilectos; sea Él siempre para ellos Refugio de Amor, Nido de Esperanza en la tribulación. Buen Pastor de almas, sé para sus corazones Cayado y Bastón, Vara de Amor que los sostenga en la prueba, los aleje de toda tentación. Sé Abrazo en la duda y Camino cierto, Templanza y Calma en el desasosiego y en las tormentas de sus almas, Ancla de Paz. Sea tu Santísima Faz y Semblante Motivo de Encuentro para seguir adelante, para no rendirse jamás. Divino Maestro, junto a María, Madre del Buen Consejo, sean por siempre Timón de los corazones de sus hijitos predilectos preservándolos de todo mal, abrazándolos con ternura, animándolos a conducir con Entrega a todas las almas a la Patria Celestial. Amén 















Fuente:

Declaración La publicación de la presente obra se apoya en el decreto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (en AAS N˚ 58/16 del 29-12-1966) ya aprobado por S.S. Pablo VI el 14-10-1966, en virtud del cual ya no está prohibido publicar sin “imprimatur” escritos referentes a apariciones, revelaciones, milagros o profecías. Se declara que en nada se pretende prevenir el juicio de la Autoridad Eclesiástica. Imágenes y diseño: Silvia Mihanovich Meditaciones: Marinés Irigoy









7 dones del Espíritu Santo

 7 dones del Espíritu Santo - Aoraciones

¿Cuáles son los 7 dones del Espíritu Santo?

Sabiduría

El mayor de sus dones es la sabiduría, que es la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios. Es luz que se recibe de lo alto, una participación especial en ese conocimiento misterioso y sumo, que es propio de Dios. El don de la sabiduría perfecciona la virtud teologal de la caridad, produciendo un conocimiento nuevo, impregnado por el amor. Nos permite discernir, sobre todo, lo falso de lo verdadero, lo superfluo de lo trascendental, el egoísmo del amor.

 Va más allá de la sabiduría humana. Es tener la capacidad de saber decir o hacer lo que es correcto, dentro de la voluntad de Dios, en una situación específica.


"Oh Espíritu de Dios, Espíritu de verdad y de luz,

Vive en mi alma constantemente con Tu gracia divina."

Que Tu soplo disipe las tinieblas,

Y que las buenas obras se multipliquen en Tu luz.

(Diario Santa Faustina 1411)


El mayor de sus dones es la sabiduría, que es la gracia de poder ver cada cosa con los ojos de Dios. Es luz que se recibe de lo alto, una participación especial en ese conocimiento misterioso y sumo, que es propio de Dios. El don de la sabiduría perfecciona la virtud teologal de la caridad, produciendo un conocimiento nuevo, impregnado por el amor.

Entendimiento

Nos permite escuchar al Padre en las cosas que nos suceden. ¿Qué espera de nosotros? ¿Cómo podemos lograrlo? El entendimiento nos lo dirá.

Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios. Mediante este don, el Espíritu Santo nos permite escrutar las profundidades de Dios, comunicando a nuestro corazón una particular participación en el conocimiento divino, en los secretos del mundo y en la intimidad del mismo Dios.

"Espíritu Santo ilumina mi entendimiento y fortifica mi voluntad!"

¡Cuántas heridas llevamos dentro! 

Grandes o pequeñas, viejas o recientes, esas heridas están allí adentro, por los recuerdos dolorosos, por las experiencias traumáticas de nuestro pasado, por nuestros fracasos, por nuestros errores, por el amor que nos negaron, por lo que no pudo ser.

El Espíritu Santo puede entrar en nuestros interior y es capaz de sanar esas heridas. Mostrémosle lo que nos duele, digámosle lo que sentimos, Imaginemos que se derrama como bálsamo que cura y cicatriza, que pasa como caricia suave que cierra las heridas con cuidado y ternura.

Consejo

Este don requiere de una confianza plena y la paciencia justa para permitir al Espíritu Santo hablar en nuestra boca y entregar un consejo valioso. También es poder de este don el hallar la palabra que nos guíe correctamente en momentos de duda.

Es el don del Espíritu Santo que nos permite saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios. Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso.

"El don del Espíritu Santo es el que nos permite conocerlo y amarlo"

Imaginemos todas las manchas y suciedades de nuestro interior. Pensemos no sólo en nuestros pecado, sino en las inclinaciones que han dejado esos pecados; pensemos también en las tristezas  y perturbaciones interiores que han quedado por nuestras malas acciones. Y roguémosle al Espíritu Santo que pase como un río caudaloso, que lave, que limpie todo, que se lleve toda suciedad y nos deje blancos, relucientes, verdaderamente liberados.

Fortaleza o Templanza

Este don nos mantiene a flote en momentos de incertidumbre. Nos da la certeza de la compañía del Padre aun más allá de la vida.

Este es el don que nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades del día a día de la vida cristiana. Vuelve fuerte y heroica la fé. Recordemos el valor de los mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las decisiones.

Los que tienen ese don, no se amedrentan frente a las amenazas y persecuciones, pues confían incondicionalmente en el Padre.

"El don del Espíritu Santo es el que hace que nos abramos a las divinas personas y que se queden en nosotros"

El Espíritu Santo también es como una lluvia , agua que penetra la  tierra seca. Somos tierra que cruje y que llora, seca y agrietada. Pero cuando llueve la gracia, nuestro desierto reverdece y se llena de flores, rebosa de vida.

Publiquemos al Espíritu Santo para que se derrame como lluvia fecunda, para que haga brotar las semillas buenas que él mismo puso en nosotros. Él lo ha prometido "Derramaré agua sobre el suelo sediento, raudales sobre la tierra seca" (Is 44,3).

Conocimiento o Ciencia

Nos acerca a la visión que tiene Dios de su creación. Ver el amor y la belleza en lo y los que nos rodean. No tienen por qué ser perfectos, son así porque cumplen una misión y la ciencia de Dios nos permite entender esto.

Perfecciona la virtud de la fe, dando a ésta una luminosidad de conocimiento al modo divino 

Es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo.

"El don del Espíritu Santo es el que nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrar"

Sin el Espíritu Santo en realidad estamos siempre buscando nuestro interés, sin preocuparnos con sinceridad por el bien de los otros. Sin él tampoco nos interesa de verdad la gloria de Dios.

Pero si en algún momento dejamos actuar al Espíritu Santo y brota en nosotros un sentimiento verdadero de bondad, o una decisión realmente generosa, tenemos que darle las gracias a él. Porque eso sería imposible sin su impulso, sin su invitación, sin su gracia que nos eleva.

Piedad

Es la conexión íntima con Dios, nuestra entrega a su voluntad y la renuncia a lo mundano para ser instrumento de su amor.

Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la voluntad de Dios, buscando siempre actuar como Jesús actuaría.

Ven Espíritu Santo. Libérame, para que no alimente la impaciencia y el desprecio hacia otras personas.

Toma mi mirada para que pueda mirar a los demás como Jesús, con inmensa paciencia. 

Si Dios vive su alianza con el hombre de manera tan envolvente, el hombre, a su vez, se siente también invitado a ser piadoso con todos.

En la Primera Carta de San Pablo a los Corintios escribió:

 “En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo” (1Co 12, 1-3).

Temor de Dios

Es saber que por encima de todo está Él, no podemos transgredir su voluntad ni sus mandamientos.




























Fuente:

Catholic. net

Oración a San Cristóbal de Magallanes

 

Oración a San Cristóbal de Magallanes - Aoraciones

Oración a San Cristóbal de Magallanes


Oh Dios,

que concediste al Santo Mártir

Cristóbal Magallanes una vida apostólica

y una gloriosa muerte

y permitiste que ofreciera

el sacrificio de su vida

por la unión de los mexicanos, 

concédenos Señor ese espíritu

de unión y paz que él tanto anhelaba

y la gracia que te estamos pidiendo

por su intercesión.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Santa María, Madre de la Iglesia

 

Santa María, Madre de la Iglesia, Madre de Dios

Santa María, Madre de la Iglesia, Madre de Dios 

La gozosa veneración otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos actuales, a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y su naturaleza propia, no podía olvidar la figura de aquella Mujer (cf. Gál 4,4), la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia.


Esto estaba ya de alguna manera presente en el sentir eclesial a partir de las palabras premonitorias de san Agustín y de san León Magno. El primero dice que María es madre de los miembros de Cristo, porque ha cooperado con su caridad a la regeneración de los fieles en la Iglesia; el otro, al decir que el nacimiento de la Cabeza es también el nacimiento del Cuerpo, indica que María es, al mismo tiempo, madre de Cristo, Hijo de Dios, y madre de los miembros de su cuerpo místico, es decir, la Iglesia. Estas consideraciones derivan de la maternidad divina de María y de su íntima unión a la obra del Redentor, culminada en la hora de la cruz.


En efecto, la Madre, que estaba junto a la cruz (cf. Jn 19, 25), aceptó el testamento de amor de su Hijo y acogió a todos los hombres, personificados en el discípulo amado, como hijos para regenerar a la vida divina, convirtiéndose en amorosa nodriza de la Iglesia que Cristo ha engendrado en la cruz, entregando el Espíritu. A su vez, en el discípulo amado, Cristo elige a todos los discípulos como herederos de su amor hacia la Madre, confiándosela para que la recibieran con afecto filial.


María, solícita guía de la Iglesia naciente, inició la propia misión materna ya en el cenáculo, orando con los Apóstoles en espera de la venida del Espíritu Santo (cf. Hch 1,14). Con este sentimiento, la piedad cristiana ha honrado a María, en el curso de los siglos, con los títulos, de alguna manera equivalentes, de Madre de los discípulos, de los fieles, de los creyentes, de todos los que renacen en Cristo y también «Madre de la Iglesia», como aparece en textos de algunos autores espirituales e incluso en el magisterio de Benedicto XIV y León XIII.


Esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos.








Fuente:

Robert Card. Sarah

Prefecto


Rosario de Mar a Mar


Veni Sancte Spiritus

 

Veni Sancte Spiritus, Ven Espíritu Divino

Veni Sancte Spiritus, Ven Espíritu Divino


Ven Espíritu Divino,

manda tu luz desde el cielo,

Padre amoroso del pobre;

don en tus dones espléndido;

luz que penetra las almas;

fuente del mayor consuelo.


Ven, dulce huésped del alma,

descanso de nuestro esfuerzo,

tregua en el duro trabajo,

brisa en las horas de fuego,

gozo que enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos.


Entra hasta el fondo del alma,

divina luz y enriquécenos.


Mira el vacío del hombre

si Tú le faltas por dentro;

mira el poder del pecado

cuando no envías tu aliento.


Riega la tierra en sequía,

sana el corazón enfermo,

lava las manchas, infunde

calor de vida en el hielo,

doma el espíritu indómito,

guía al que tuerce el sendero.


Reparte tus Siete Dones

según la fe de tus siervos.


Por tu bondad y tu gracia

dale al esfuerzo su mérito;

salva al que busca salvarse

y danos tu gozo eterno.


Amén

Oración a Santa Faustina

 

Oración a Santa Faustina gran devota



Oración a Santa Faustina gran devota 

Oh Jesús, que hiciste de Santa Faustina una gran devota de tu infinita misericordia, concédeme por su intercesión, si fuere esto conforme a tu santísima voluntad, la gracia de _______________, que te pido. Yo, pecador/a, no soy digno/a de tu misericordia, pero dígnate mirar el espíritu de entrega y sacrificio de Sor Faustina y recompensa sus virtudes atendiendo las súplicas que a través de ella te presento confiando en tí. Amén.

Beata María de San José

 

Beata María de San José siempre oraba de rodillas

🪔 Beata María de San José: Ejemplo de Oración de Rodillas ante el Santísimo Beata 

María de San José: Una vida de amor y oración de rodillas Si algo he aprendido en mi camino espiritual es que la oración de rodillas no es una costumbre anticuada, sino un acto profundo de humildad y amor. Así lo entendió la Beata María de San José, quien, con su ejemplo, me ha inspirado a perseverar en mi amor por Jesús Sacramentado. Beata María de San José siempre oraba de rodillas. No era solo un gesto, era la manifestación externa de un corazón que vivía enamorado de la Eucaristía. Durante sus jornadas en la oficina, mientras elaboraba las hostias, se levantaba constantemente para hacer visitas al Santísimo, siempre de rodillas, aun en medio de sus faenas diarias, porque su trabajo era una prolongación de su oración. 

 ¿Quién fue la Beata María de San José y cuál fue su legado?

 Nacida en Venezuela, la Beata María de San José se convirtió en un referente de entrega a Dios y al prójimo, fundadora de la Congregación Agustinas Recoletas del Sagrado Corazón de Jesús. Su amor al Señor Sacramentado la impulsó a vivir con sencillez, caridad y oración continua, destacándose por su radicalidad en vivir de cara a Dios, transformando cada acto ordinario en una ofrenda. Su vida nos enseña que la santidad es posible para quienes aman profundamente a Jesús, llevando en el corazón un deseo de reparar los ultrajes que Él recibe en la Eucaristía. 

 La devoción eucarística: El Santísimo en el centro de su vida 

Para la Beata María de San José, la Eucaristía no era una devoción más, sino el centro de su existencia. Vivía para adorar al Señor y su oficina estaba junto a la capilla para poder entrar constantemente a visitarlo, postrarse de rodillas y adorarlo. En mi propia experiencia, entender este amor radical me ha movido a valorar más cada visita al Santísimo. Ella nos recuerda que el Sagrario es un faro encendido de amor, donde podemos encontrar la fuerza para nuestras luchas diarias. 

 El valor de la oración de rodillas: Un acto de humildad y amor 

Orar de rodillas puede parecer incómodo en un mundo que busca comodidad. Pero la Beata María de San José comprendía que postrarse es reconocer a Dios como Señor y a nosotros como pequeños ante Él. No importaba si su cuerpo se cansaba: su corazón permanecía firme en adoración. Al ver su ejemplo, me cuestiono cuánto estoy dispuesto a renunciar a mi comodidad por amor a Jesús. Ella demuestra que arrodillarnos no es un simple formalismo, sino un acto de amor que rinde nuestro orgullo ante la grandeza de Dios. 

 La Beata María de San José y sus visitas diarias al Santísimo Sacramento 

Durante la elaboración de las hostias, se levantaba una y otra vez para adorar al Santísimo. “Ay Dios, ¿por qué no te aman como mereces?”, repetía, ensimismada, con su alma consumida en amor. Esta frase me retumba cuando estoy frente al Sagrario. Me invita a unirme a su súplica y a reparar, con mi pobre amor, la indiferencia que muchas veces recibe Jesús Sacramentado. 

 Su amor inquebrantable por Jesús Sacramentado en medio del dolor 

Días antes de morir, la Beata María de San José asistió a misa durante su enfermedad. El reclinatorio había sido retirado para su comodidad, pero ella se arrodilló en el suelo. Al ser cuestionada por las hermanas, respondió con sencillez: 

 “¿Para qué lo quitaron?”
 Después de la comunión, permaneció de rodillas por dos horas ante Jesús Eucaristía, hasta que casi a la fuerza la levantaron para que tomara algo de alimento. Era un testimonio silencioso de amor, fortaleza y fe.

 Una anécdota de fortaleza: Su última Pascua de rodillas 

Durante su última Pascua, en su lecho de dolor, con voz clara y firme asistió a misa y se arrodilló en el suelo para adorar a Jesús. Aquella frase “¡Ay Dios! ¿por qué no te aman como mereces?” se convirtió en un clamor que aún resuena, invitándonos a no ser indiferentes. Este ejemplo me impulsa a no dejar que la enfermedad o el cansancio sean excusas para dejar de amar al Señor con todo el corazón, incluso en lo pequeño, como permanecer de rodillas en su presencia. 

 ¿Por qué es importante orar de rodillas hoy? 

La oración de rodillas es un testimonio silencioso de humildad y entrega. Es recordarle a nuestra alma que no estamos frente a cualquier persona, sino ante Dios mismo. La Beata María de San José me enseña que en tiempos donde muchos olvidan el valor de la reverencia, postrarnos es un acto de amor que habla por nosotros y es un gesto de fe que el Señor mira con agrado. 

 Lo que podemos aprender de la Beata María de San José sobre la adoración 

Su vida me ha enseñado que adorar no se limita a las palabras o cantos hermosos. Adorar es un acto de presencia, de amor en silencio, de permanecer, de mirar a Jesús y dejar que Él nos mire. La Beata María de San José hizo de cada visita al Santísimo un momento de intimidad donde se ofrecía completamente. Cada vez que me arrodillo frente a Jesús, repito sus palabras: “¡Ay Dios! ¿por qué no te aman como mereces?”, y le pido que me enseñe a amarle más. 

 Frases de la Beata María de San José para meditar en oración 

Aquí comparto frases para meditar durante tus visitas al Santísimo: 

 ✨ “¡Ay Dios! ¿por qué no te aman como mereces?” 

✨ “Jesús Sacramentado, mi único y gran Amor.” 

✨ “El que ama no se cansa de estar de rodillas.” 

✨ “El Santísimo Sacramento es el consuelo de mi alma.” 

 Estas frases pueden acompañarte en tus momentos de adoración y ayudarte a cultivar un amor más profundo por Jesús.

 Beata María de San José y el ejemplo de la santidad venezolana 

Su vida nos recuerda que la santidad no es cosa de tiempos pasados ni de otras tierras. Venezuela tiene en ella un testimonio vivo de cómo la fe y el amor a Jesús Sacramentado pueden transformar la sociedad y sostener a las almas en medio de dificultades. Ella es un faro de esperanza para quienes desean permanecer fieles en medio de pruebas. 

 La relevancia de su ejemplo en nuestra vida espiritual actual 

En una época donde se pierde la reverencia y se descuida la adoración, el ejemplo de la Beata María de San José nos invita a volver al Santísimo, a ser almas eucarísticas y a comprender que la oración de rodillas es un arma poderosa para nuestra alma y para el mundo. Su testimonio me impulsa a no tener miedo de expresar mi amor al Señor externamente, incluso en lo pequeño. 

 Cómo fomentar la adoración eucarística en tu vida diaria

1️⃣ Dedica al menos 15 minutos diarios frente al Santísimo. 
2️⃣ Si no puedes visitar una capilla, reza espiritualmente ante Jesús Sacramentado desde casa. 
3️⃣ Ora de rodillas cuando puedas, ofreciendo ese sacrificio como acto de amor. 
4️⃣ Medita frases de santos y de la Beata María de San José durante la adoración. 
5️⃣ Une tus trabajos y sacrificios a Jesús Eucaristía durante el día. 

 🌾 Conclusión 

La Beata María de San José siempre oraba de rodillas, y lo hacía porque había comprendido la grandeza de Jesús en la Eucaristía. Su testimonio me impulsa a buscar a Dios con mayor fervor, a enamorarme del Santísimo y a adorarle con reverencia y amor. Te invito a conocer más su vida, a dejar que su ejemplo transforme tu relación con Jesús Sacramentado, y a no temer postrarte de rodillas ante tu Señor, como un acto de amor que el cielo valora más de lo que imaginamos. 
 ✨ Que como la Beata María de San José, podamos decir cada día: “¡Ay Dios! ¿por qué no te aman como mereces?”

No hay Pentecostés Sin María

  

No hay Pentecostés Sin María

La Ascención el Señor

 

Solemnidad de la Ascensión del Señor Jesús al Reino de los Cielos

Solemnidad de la Ascensión del Señor Jesús al Reino de los Cielos

Hoy la Iglesia Universal celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor Jesús al Reino de los Cielos, cuarenta días después de su resurrección.

Galileos, ¿qué hacéis mirando al cielo?

La Ascensión del Señor cierra el ciclo que empezó con la Encarnación del Verbo. Jesús sube al Cielo habiendo redimido la naturaleza humana, la que -vencido el pecado- queda elevada en Él a una condición jamás prevista. Por su parte, los Apóstoles, estupefactos, permanecen mirando al cielo, contemplando cómo la figura del Maestro se pierde en medio de las nubes. ¡Cómo retirar la mirada de la gloria patente! ¡Cómo dejar de mirar en dirección hacia donde no hay más promesas porque ya todo está cumplido!


Pero, de pronto, dos hombres de blanco -dos ángeles- irrumpen en medio del éxtasis y hacen que todos los testigos de la escena vuelvan los ojos a la realidad que deberán enfrentar: su misión, su vocación en medio del mundo… la historia que habrán de escribir.

Compromiso con el mundo y la historia

La Ascención el Señor - Aoraciones


Hace poco más de dos décadas, el Papa San Juan Pablo II reflexionaba en torno a este día y su sentido:

“La contemplación cristiana no nos aleja del compromiso histórico. El “cielo” al que Jesús ascendió no es lejanía, sino ocultamiento y custodia de una presencia que no nos abandona jamás, hasta que él vuelva en la gloria… Mientras tanto -continúa el santo- es la hora exigente del testimonio, para que en el nombre de “Cristo” se predique la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos’” (Homilía por el día de la Ascensión del Señor 24 de mayo de 2001).










Fuente:

Rosario de Mar a Mar