Rosario por los Sacerdotes
El Rosario se compone de 20 misterios correspondientes a los momentos más importantes de las vidas de Jesús y María. Están divididos en cuatro partes de 5 misterios cada uno. Gozosos, Luminosos, Dolorosos y Gloriosos.
En cada misterio rezamos un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria
Oraciones previas (antes del rezo de los Misterios)
• Hacemos la Señal de la Santa Cruz
• Rezamos el Pésame
• Rezamos el Credo
• Invocamos al Espíritu Santo
• Pedimos por nuestras intenciones
• Damos gracias al Señor por todo lo que nos das
Oraciones del Santo Rosario
Señal de la Cruz
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos,
líbranos Señor Dios Nuestro. En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Credo
Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de
la tierra.
Creo en Jesucristo, Su único Hijo, Nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de
Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió
a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
Pésame
Pésame, Dios mío, me arrepiento de todo corazón de
haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y
por el Cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque
pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como
Vos. Antes querría haber muerto que haberos ofendido y
propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.
Invocación al Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión
del Inmaculado Corazón de María, Tu amadísima Esposa. Ven.
JACULATORIA (después del Gloria)
Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas, líbranos del fuego
del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de Tu Misericordia, Amén.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu
Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras
ofensas, como también nosotros perdonamos a los que
nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal. Amén.
Ave María
Dios te salve, María, llena eres de Gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es
el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Gloria
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A ti llamamos los
desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada
Nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y,
después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh
dulce Virgen María! Ruega por nosotros Santa Madre de
Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Divino Pastor, unidos en tu amor, abandonamos
en tu Corazón nuestras almas y con ellas nuestro
cariño por Ti y por María, Bendita Madre de Dios.
Queremos ofrecerte este Santo Rosario por tus
hijos sacerdotes para que, escogidos con predilección por Ti, sean para todos los corazones, Rebaño preciado en tu Redil.
Con tu Vara de Amor, guíalos, ilumínalos, sosténlos, acompáñalos, defiéndelos, asístelos, líbralos
de todo mal y endereza sus pasos por el Camino
de la Verdad y del Amor que eres Tú, Dulce Jesús.
Santa María, Madre de las Almas Consagradas,
Madre de la Iglesia y de las Vocaciones Sacerdotales, intercede ante tu Hijito Santo, el Eterno y
Sumo Sacerdote, por tus fieles y santos Sacerdotes.
Amén.
Amados hijos, oren hoy por sus pastores y por
mi Iglesia también; sea ella siempre respetada y
amada por lo que es: verdadera Roca, Baluarte
y Sostén.
Mi Iglesia permanecerá, no zozobrará; mi Iglesia es Legado de Amor para la humanidad.
PRIMER MISTERIO
Divino Maestro, Tú que eres Rostro que ama y
Eucaristía que sana, sostén a tus hijos predilectos
a fin de que, contemplando tu Divina Faz de Dolor, nos recuerden con amor tu Pasión.
Miren este, mi Semblante desfigurado y conmuévanse sus corazones; consuelen por favor, almas
mías, mi Corazón.
Oren hoy por mis hijitos predilectos y acompáñenlos con disposición.
No los juzguen, hijitos míos, sientan que en ellos
se halla Presente el Señor con su Gracia y con su
Amor.
Tienen ellos manos bendecidas, manos que sanan, que consagran; transforman el pan y el
vino en Alimento, en Manjar del Cielo, en Amor.
Caminen junto a ellos; son ellos, hijos de mi predilección.
Yo los he escogido con amor, los he llamado a
servirme en el necesitado, en el enfermo, en el
que necesita un gesto de amor.
Muchos de ellos han padecido también mucha
tribulación, han dudado de su vocación, se han
sentido abatidos, solos y hasta abandonados,
marginados de amor por amor.
SEGUNDO MISTERIO
Divino Maestro, Tú que eres Amigo fiel en la
alegría, en la tristeza y en la aflicción, anima a tus
hijos predilectos para que permanezcan fieles a tu
Amor en toda prueba , en toda adversidad y dolor.
¡No se echen atrás!
Tibios e infieles, perezosos a muchos de ustedes
encuentro y no comprendo.
¿Acaso Yo los he abandonado, los he dejado a un
lado?
¿Acaso, hijos míos, los he ofendido, maltratado
o humillado; de sus asuntos y menesteres me he
olvidado preocupándome sólo de los Míos?
¡Cuánta indiferencia, hijitos míos, cuánto egoísmo y deslealtad!
Muchos de ustedes se llaman fieles, mas sólo se
bastan a sí mismos; hieren así mi Corazón de
Bondad.
¡Cuánto pesar, cuánto dolor y aflicción siento Yo,
el Resucitado, sin embargo los amo y junto a ustedes camino, sano, amo y bendigo; Soy Yo fiel
Amigo y Compañero en el diario caminar.
Almas mías, las necesito Conmigo, Soy y seré
siempre Abrigo, acompáñenme con amor, con
disposición y sean para Mí también cayado,
sean alimento y agua fresca para saciar mi Sed
de amor.
Mendigo Soy de corazones, de amores, Soy Buen
Pastor de almas, Soy Rey de reyes, Soy Bondad y
en sus corazones deseo morar.
Amén. Aleluya.
Amén. Aleluya.
Aleluya.
TERCER MISTERIO
Divino Maestro, Tú que eres Lámpara encendida de Amor, ilumina los corazones de tus hijos
predilectos para que conduzcan a todos tus hijos
por Senderos de Paz y de Unión.
Ruego y pido a mis hijitos predilectos convoquen
a las almas a hacer reparación, a dejarse amar
por el Redentor, a ser lámparas encendidas iluminando la oscuridad que hoy prevalece en esta
humanidad que no ama al Señor, que no lo conoce, no sabe de su amor.
Deberán mis hijitos predilectos cambiar sus miradas, renovarlas en mi amor.
Deberán ellos contemplarme con compasión y
ponerse de pie como hijos del Amor que son, pues
Yo, el que Soy, los he escogido con amor, con predilección, con Pasión.
¡Amados hijos, hijos del Señor, les hablo con firmeza Yo, el Redentor!
Sientan en sus corazones que ha llegado el tiempo de hacer en este mundo de hoy.
Ha llegado el tiempo de acercar almas al Amado,
de darse al necesitado y al hermano en cada rostro, en todo corazón.
Amados hijos, hijos de mi predilección, pronto
llegaré; sean pues lámparas encendidas y lleven
luz, mi Luz a la humanidad.
¡Ilumínenla!
¡Sean levadura, sean sal!
CUARTO MISTERIO
Divino Maestro, Tú que eres Cayado y Bastón
de Bondad, defiende a tus hijos predilectos de
toda tentación y mal a fin de conducir a todas las
almas a la Patria Celestial.
Necesito hijos predilectos fijando sus miradas en
la Mía, contemplando mi Faz de Hermosura, aliviando mi Corazón con amor.
¡Qué sería de esta humanidad si no hubieran almas reparando en el Señor, llevando su amor a
los demás, predicando mi Evangelio, compartiendo mi Pan, Exquisito Manjar!
¡Cuánto dolor me causan aquellos hijitos míos
que tibios y perezosos son, solo atienden sus
asuntos, dejan a un lado los asuntos del Señor!
Y Yo, ¿Quién Soy?
¿Acaso no recuerdan al Salvador?
¿No reparan en su Amor, en tanta Bondad derramada por cada corazón?
¿No recuerdan al Amado suspendido en un madero, ultrajado, herido y maltratado?
¿No les mueve esa Escena a la compasión?
Pues, hijitos míos, mírenme; ¡Quien les habla es
el Amor, Aquel que Vida les consiguió, los redimió, los amó, los salvó!
Vuelvan entonces sus corazones al Mío, hagan en
Él nido y apiádense de este Hombre Vivo, Verdad
y Camino que Soy Yo.
¡No me dejen solo, los necesito Conmigo!
En la Casa de mi Padre hay lugar para todas las
almas; no se pierdan, no se aparten del Sendero
recto que los conducirá al Cielo tan ansiado, a la
Patria Celestial.
Hijitos míos, Soy Yo, Yo Soy y los aguardo en mi
Corazón de Paz.
Amén. Aleluya.
Amén. Aleluya.
Aleluya.
QUINTO MISTERIO
Divino Maestro, Tú que has entregado tu Vida
en el Madero por amor a la humanidad, conmueve los corazones de tus hijos predilectos a fin de
darse por entero a Ti en los demás.
Deberán ser mis hijos predilectos verdaderos
pastores conduciendo el rebaño, uniéndolo,
aquietándolo.
Deberán ellos, mis hijos amados, predicar mi
Evangelio, ser testimonio de vida, ser lámparas
encendidas, ser almas de bien, fieles al que Es, a
su amor.
Deberán pues ser misericordiosos, bondadosos,
prudentes y sencillos, deponiendo los propios
intereses; ser luz en la oscuridad, amparo en la
adversidad, alegría en la tristeza, esperanza en
la angustia, bálsamo de paz en el dolor y en la
aflicción.
Muchos hijos míos no están en la Verdad que Soy
Yo; me hieren, entristecen mi Corazón de Amor.
EN LAS ÚLTIMAS CUENTAS DEL ROSARIO
Rezar un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria por
las Intenciones del Santo Padre y por el aumento de las
Vocaciones Sacerdotales y Religiosas.
Sean mis hijos Pastores de bien, de paz, de unión.
Sean mis hijitos predilectos, almas desinteresadas, fervorosas, almas fieles al Amado que con
tanta Entrega se ha dado por ellas también.
Sean mis hijos predilectos, Luz en la oscuridad,
Refugio en la tempestad, Amparo y Sostén en la
adversidad.
Sean ellos Focos de amor brillando en las noches
oscuras de las almas, conduciéndolas en paz a
Mí, pues Yo Soy Verdad, Camino y Vida; Yo Soy
Eternidad.
Amén. Aleluya.
Amén. Aleluya.
Aleluya.
ORACIÓN FINAL
Dulce Jesús, Mendigo de corazones, recibe hoy en
tu Corazón nuestras oraciones por tus hijos predilectos; sea Él siempre para ellos Refugio de Amor,
Nido de Esperanza en la tribulación.
Buen Pastor de almas, sé para sus corazones Cayado y Bastón, Vara de Amor que los sostenga en
la prueba, los aleje de toda tentación.
Sé Abrazo en la duda y Camino cierto, Templanza
y Calma en el desasosiego y en las tormentas de
sus almas, Ancla de Paz.
Sea tu Santísima Faz y Semblante Motivo de Encuentro para seguir adelante, para no rendirse jamás.
Divino Maestro, junto a María, Madre del Buen
Consejo, sean por siempre Timón de los corazones de sus hijitos predilectos preservándolos de
todo mal, abrazándolos con ternura, animándolos
a conducir con Entrega a todas las almas a la Patria Celestial.
Amén
Fuente:
Declaración
La publicación de la presente obra se apoya en el decreto de
la Congregación para la Doctrina de la Fe (en AAS N˚ 58/16
del 29-12-1966) ya aprobado por S.S. Pablo VI el 14-10-1966,
en virtud del cual ya no está prohibido publicar sin “imprimatur” escritos referentes a apariciones, revelaciones, milagros o profecías. Se declara que en nada se pretende prevenir
el juicio de la Autoridad Eclesiástica.
Imágenes y diseño: Silvia Mihanovich
Meditaciones: Marinés Irigoy