Aoraciones

Meditacion viernes después del miércoles de Ceniza

Meditacion viernes después del miércoles de Ceniza


 Meditacion viernes después del miércoles de Ceniza


Recordar el paso de Dios por nuestra vida; el ayuno es manifestación de un deseo interior; Jesús indica el sentido del ayuno.


ESCUCHA, SEÑOR, y ten piedad de mí» (Sal 30,11). 

Con estas palabras de la Antífona de entrada comienza la Misa de hoy. El clamor del salmista por ser escuchado refleja la naturaleza del hombre que acude a Dios para pedir su asistencia. «Señor, Dios mío –continúa diciendo–, clamé a ti y tú me sanaste. Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir (...). Si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría» (Sal 30,3-4.6). El salmista describe una experiencia común: Dios que viene en nuestra ayuda cuando le invocamos con humildad. Este tiempo de Cuaresma puede ser una ocasión propicia para traer a nuestra memoria las veces que hemos percibido aquella asistencia de nuestro Señor. Si «hemos conocido y creído el amor que Dios nos tiene» (1 Jn 4,16), recordar aquellos momentos en los que ha acudido a nuestra ayuda será fuerza para el presente y para el futuro.


Una de las tareas del Espíritu Santo, que Jesús nos revela, es precisamente la de ayudarnos a recordar las misericordias de Dios, sostener la fragilidad de nuestra memoria:

 «Os recordará todo lo que yo os he dicho» (Jn 14,26). «El Espíritu Santo es como la memoria, nos despierta: “Acuérdate de eso, acuérdate de lo otro”. Nos mantiene despiertos en las cosas del Señor y también nos hace recordar nuestra vida: “Piensa en aquel momento, piensa en cuándo encontraste al Señor, piensa en cuándo lo dejaste” (...). Es una buena manera de orar; mirando al Señor, decirle: “Soy el mismo. He andado mucho, he cometido muchos errores, pero soy el mismo y tú me amas”. La memoria del camino de la vida; el Espíritu Santo nos guía en esta memoria»1. Hace dos días, al imponernos la ceniza, el sacerdote quizás nos recordó nuestro origen y nuestro fin, que venimos del polvo y que a él volveremos. Recordar el paso de Dios por nuestra vida puede ser un buen impulso de conversión para esta Cuaresma que comienza.


En la tradición Judía

Se vivía la costumbre del ayuno como una forma de penitencia. El profeta Isaías, sin embargo, hace notar que de poco sirve un ayuno vivido simplemente como una manifestación externa, pero sin piedad, sin auténtico deseo de llevar nuestra mirada hacia Dios. Dice el profeta que el ayuno querido por el Señor, fruto de una conversión interior, es más bien este: «Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne» (Is 58,6-7).

 El verdadero ayuno es el que nos lleva a amar más a Dios y a los demás, saliendo de nosotros mismos; es oración de los sentidos que fructifica a nuestro alrededor. «El ayuno no da fruto si no es regado por la misericordia, se seca sin este riego –dice san Pedro Crisólogo–; lo que es la lluvia para la tierra, esto es la misericordia para el ayuno»2.


«El ayuno vivido como experiencia de privación, para quienes lo viven con sencillez de corazón, lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento»3. Las costumbres de abstinencia que la Iglesia recomienda, deben ser manifestaciones de una actitud interior; esto último es, en realidad, lo más importante. San Josemaría enseñaba que toda privación debe ser «manifestación de que el corazón no se satisface con las cosas creadas, sino que aspira al Creador, que desea llenarse de amor de Dios»


Experimentar el hambre con el ayuno nos recuerda que solo Dios es el verdadero alimento y que de él provienen todos los bienes: «Danos hoy nuestro pan de cada día», pedimos en el Padrenuestro. El ayuno externo debe ser manifestación de nuestro deseo interno por saciarnos de Dios, por convertirnos nuevamente a él.


Rosario de Mar a Mar

Meditaciones: jueves después del miércoles de Ceniza

 

jueves después del miércoles de Ceniza



Meditaciones: jueves después del miércoles de Ceniza - Una oportunidad para convertirnos.




La conversión es un don que podemos pedir a Dios; tomar la cruz de cada día.




LA IGLESIA, para el primer día de Cuaresma después del Miércoles de ceniza, nos propone meditar el primer salmo de la Sagrada Escritura. Allí se nos muestran dos imágenes que representan dos posibles caminos para nuestra vida. Al escucharlo, parece como si estuviéramos de frente a una bifurcación: por un lado, está el camino de quien se deja justificar por Dios, que es como un árbol «que da fruto a su tiempo y no se marchitan sus hojas» (Sal 1,3); por otro, está el de quienes no escuchan al Señor, que «son como polvo que dispersa el viento» (Sal 1,4). En cierta manera, son dos situaciones vitales que dependen de cuánto abramos nuestra alma a Dios: o permanecemos arraigados en la realidad, dando los frutos de santidad que el Señor nos quiera enviar, o estamos a la deriva, llevados por el viento de pequeños gozos efímeros, que soplan hacia un lado y después hacia otro.

¿Cuál de los dos caminos elegimos?

 

«Hemos entrado en el tiempo de Cuaresma: tiempo de penitencia, de purificación, de conversión. No es tarea fácil. El cristianismo no es un camino cómodo: no basta estar en la Iglesia y dejar que pasen los años»1. Dios nos regala unas semanas para pensar con detenimiento en nuestro camino y pedir el don de nuestra conversión.

Estamos llamados a la vida; es lo que Moisés recuerda al pueblo elegido cuando está de frente a la tierra prometida: «Hoy pongo ante ti la vida y el bien, o la muerte y el mal. Si escuchas los mandamientos del Señor, tu Dios, que yo te ordeno hoy, amando al Señor, tu Dios, marchando por sus caminos y guardando sus mandamientos, leyes y normas, entonces vivirás» (Dt 30,15-16). Nuestra conversión no es una ciega negación a nosotros mismos; al contrario, es una respuesta al deseo de plenitud que está grabado en el fondo de nuestros corazones. «El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre».

Rosario de Mar a Mar

Qué lugar tienes preparado tú para esperar a Jesús

 
Qué lugar tienes preparado tú para esperar a Jesús

QUE LUGAR TIENES TÚ PREPARADO PARA ESPERAR A JESÚS?


El mejor lugar que cada uno podemos ofrecerles es nuestro CORAZÓN, un corazón que late lleno de amor para Él.


Un CORAZÓN renovado, con Alegría y Esperanza.


Esa Esperanza y Paz maravillosa que tenían Maria y José.


Ella nos enseña y ayuda a preparar nuestro "pesebre interior" para recibir a Jesús.


Ese es el lugar que Dios nos propone para esperarlo... preparémoslo!.


Busquemos el silencio interior y hagamos un repaso de este año..., cuantas alegrías, penas y obras tenemos para entregarle?


En ese silencio y de la mano de Maria veremos cuánto nos esforzamos para recibirlo y renacer para Él.


Rosario de Mar a Mar

Tercer domingo de adviento

 


Tercer domingo de adviento: Han llegado los tiempos mesiánicos

Tercer domingo de adviento: Han llegado los tiempos mesiánicos


Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres. El Señor está cerca. (Antífona de Entrada, Flp 4, 4.5)


Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo; concédenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder celebrarla con alegría desbordante. 


«JERUSALÉN, alégrate con una gran alegría, porque vendrá tu Salvador» La Iglesia anticipa hoy el gozo de la Navidad y recuerda insistentemente la recomendación de san Pablo: «Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. El Señor está cerca» (Flp 4,4-5). Estas palabras, dirigidas a la iglesia de Filipos, son como un resumen de la liturgia de este tercer domingo de Adviento, conocido como Gaudete por ser la primera palabra que se menciona en la celebración litúrgica: «Gaudete», ¡alegraos! La palabra de Dios y los textos propios de hoy están perfumados con la alegría que brota de la cercanía de nuestro Salvador. En la oración colecta de la Misa, le pedimos al Señor que nos mire y nos conceda «un corazón nuevo y una inmensa alegría». 

Además, por este motivo y siempre que sea posible, el color litúrgico correspondiente a este día es el rosado.


Rosario de Mar a Mar

LA VIRGEN SUEÑA CAMINOS

 

La Virgen Sueña caminos - ORaciones a la Virgen del Carmen


LA VIRGEN SUEÑA CAMINOS: CAMINEMOS JUNTOS


Soñemos junto a Ella en este Adviento

Nos adentramos en el Adviento. Una espera gozosa, la espera por el Nacimiento del Salvador, qué alegría. Es preciso, preparar el corazón, preparar el camino para la venida de Jesús. Quién mejor que la Madre de Dios para enseñarnos a soñar con la venida del Mesías.


La Virgen María, cuyo Sí, abre la puerta del amor al mundo, ha de ser nuestra guía en este Adviento. Entremos a la Escuela de María, a contemplar desde sus ojos, la vida del Mesías, su dulce espera, dejémonos contagiar por la buena Esperanza de esta dulce Madre que ama tanto, confiemos como Ella confía, amemos como Ella ama, esperemos en las promesas del Señor como Ella espera. No hay nadie mejor que Ella para enseñarnos a hacer morada a Jesús en nuestro corazón.


Rosario de Mar a Mar

En tiempos de la Virgen, todo Israel esperaba a Ese que debía llegar

 

En tiempos de la Virgen todo Israel esperaba a Ese que debia llegar - Oraciones a la Virgen del Carmen


En tiempos de la Virgen, todo Israel esperaba a Ese que debía llegar, el Mesías


Cuando era pequeña, la Virgen María esperó en medio de su pueblo Israel la venida del Mesías, que no fue anunciado solo por un profeta, sino por una larga serie de hombres, que fueron prediciendo y completando, poco a poco, sus predicciones, durante siglos.


Ella esperó en medio de un pequeño pueblo, sacudido por la historia, que sobrevivió a todos los enfrentamientos con los imperios vecinos y que, en última instancia, será en el futuro el único pueblo que resista la disolución del mundo antiguo, manteniendo intacta su herencia de identidad y su identidad, y conservando siempre la certeza inquebrantable de ser instrumento de un destino eterno, que afectaba a todo el mundo.


Todos buscaban en la Escritura el momento de la venida del Mesías anunciada precisa, pero misteriosamente, por los profetas. Y la expectativa del cumplimiento de los tiempos se había vuelto tan fuerte y precisa en este período particular de la historia, que había más de 100 candidatos a Mesías enumerados por los historiadores.


“Como el pueblo estaba expectante” (Lc 3, 15) cuando apareció Juan Bautista, todos le preguntaron: “¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» (Lc 7, 19). 

Se trataba de una situación absolutamente única y este aspecto característico del cristianismo en sí mismo, es suficiente —es la opinión de muchos especialistas— para situarlo enteramente aparte en la historia religiosa del mundo.


Rosario de Mar a Mar

Día de la Virgen de Guadalupe

 Día de la Virgen de Guadalupe - Aoraciones

Día de la Virgen de Guadalupe

Historia de la Virgen de Guadalupe

Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la Ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.

Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo:

"Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo".

Día de la Virgen de Guadalupe

De regreso a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oír a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo.

De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba.

El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.

Una vez ante Monseñor Zumárraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio.

Pío X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pío XI de todas las "Américas", Pío XII la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas".

La imagen de la Virgen de Guadalupe se venera en México con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que rezan a la Virgen de Guadalupe son extraordinarios.

Alegría: Palabra maravillosa

Alegría, palabra maravillosa

“Alegría.” Una palabra sencilla, pero que lleva en sí un eco profundo de cielo, un latido de esperanza que María quiere sembrar en nuestros corazones cada día.

La Santísima Virgen le dijo a Juan Diego estas palabras:

¿No soy Yo la fuente de tu Alegría?

Desde el pesebre, junto a Jesús, nuestra Madre nos repite estas mismas palabras a cada uno de nosotros, invitándonos a mirar hacia la verdadera fuente de la alegría: su Corazón Inmaculado y el Corazón de su Hijo.

Qué hermoso es ir a esa “fuente de la alegría”. Es refugiarnos en Ella, escucharla, ser de Ella, llenarnos de Ella. Amarla y amar a Jesús con un amor puro y confiado.

Cuando lo hacemos, nuestro corazón se ensancha y se llena de la verdadera alegría interior, esa alegría que, aunque haya dificultades en la tierra, permanece como un fuego interno que no se extingue.

Es el fuego del Amor con mayúscula, ese Amor que nos llena de fe, paz, esperanza y alegría cada día, aun en las noches de prueba.

Reflexión: ¿Dónde buscar la alegría?

El mejor lugar para encontrar esta alegría verdadera no está en lo externo, en las cosas materiales o en los aplausos del mundo. El lugar donde brota la alegría que nada ni nadie puede arrebatar es en la unión de amor con el Niño Jesús y con María, en nuestro pesebre interior, donde la sencillez y la fe preparan el espacio para que Jesús nazca en cada latido de nuestra alma.

Tenemos todo el día para encontrarnos con Él en un susurro de oración, en un momento de silencio, en una mirada al cielo que dice “Gracias”. Y durante la noche, ese pesebre interior se convierte en el lugar donde refugiarnos en Sus amados brazos, donde nuestra alma descansa y se fortalece.

María nos invita cada día a recordar que, aunque el mundo grite con ruidos de preocupación, la verdadera alegría se encuentra en Jesús, en la confianza en la Providencia, en los detalles sencillos y en cada acto de amor que ofrecemos con el corazón.

Hoy, pregúntate: ¿Dónde estoy buscando mi alegría? ¿En la aprobación de los demás, en las cosas pasajeras o en el amor de Dios?

Regresa a la fuente de la alegría: Jesús y María te esperan con ternura infinita.

Un llamado a tu corazón

Querido amigo de Aoraciones, si sientes que tu corazón está cansado, si la tristeza ha tocado tu puerta o si buscas renovar tu esperanza, recuerda que en María y en Jesús siempre hay un abrazo esperándote. La Virgen de Guadalupe le dijo a Juan Diego: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?” y también le recordó que es la fuente de su alegría.

Hoy Ella te dice a ti lo mismo. Acércate con confianza, deja que esa alegría que brota del amor verdadero inunde tu vida y compártela con otros. Porque la alegría que se comparte crece y se multiplica en bendiciones.

¡Que la Virgen y Jesús llenen hoy tu corazón de Alegría!

🙏 Si esta reflexión tocó tu corazón, compártela y ayúdanos a difundir la alegría que viene de Dios. Así, juntos, llevaremos luz a más corazones que la necesitan.

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¿Por qué el 8 de diciembre se arma el Arbolito de Navidad?


¿Por qué el 8 de d
¿Por qué el 8 de diciembre se arma el Arbolito de Navidad?

iciembre se arma el Arbolito de Navidad hoy?


El 8 de diciembre, según la tradición cristiana, se arma el Árbol de Navidad. ¿Por qué? Porque es el día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. La Biblia dice que María es la Madre de Dios, y por eso, para agasajarla, le damos, no ya un ramo de rosas, sino un árbol completo. Un árbol adornado y colocado en el centro del hogar familiar, con la intención de ofrecerle a María un albergue. 

Hay una leyenda que cuenta, que un niño perdido, en una fría y cruel noche de invierno, pidió refugio en la casa de un leñador y su esposa. Los ancianos, lo cobijaron, le dieron de comer y un lugar donde descansar, pero mientras dormía, el niño se convirtió en un ángel vestido de oro, porque era el Niño Dios, quien recompensó por su bondad y generosidad a los ancianos con una rama de pino, para que la sembraran. Cada año, desde aquel momento, cada 8 de diciembre, día en que esto sucedió, de ese pino brotan manzanas de oro y nueces de plata.

El árbol de Navidad evoca tanto el árbol de la vida, plantado en el jardín del Edén (cfr. Gn 2,9), como el árbol de la cruz, y adquiere así un significado cristológico: Cristo es el verdadero árbol de la vida, nacido de nuestro linaje, de la tierra virgen Santa María, árbol siempre verde, fecundo en frutos.

El adorno cristiano del árbol, consta de manzanas y dulces que cuelgan de sus ramos. Se pueden añadir otros ‘dones’; sin embargo, entre los regalos colocados bajo el árbol de Navidad no deberían faltar los regalos para los pobres: ellos forman parte de toda familia cristiana.

¡Feliz Solemnidad de la Inmaculada Concepción!

 
Solemnidad de la Inmaculada Concepción

¡Feliz Solemnidad de la Inmaculada Concepción!

Hoy, 8 de diciembre, la Iglesia Católica celebra la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. Esto significa que los católicos celebramos aquel designio de Dios por el que la Madre de Jesús fue preservada del pecado original desde el momento mismo en que fue concebida, es decir, desde el inicio de su vida humana.

Que María haya sido concebida sin pecado es algo que solo puede entenderse dentro del plan divino de salvación. La Inmaculada Concepción de María constituye, al mismo tiempo, un dogma de fe y, por lo tanto, todo católico está obligado a creer y defender dicha certeza, que la Iglesia preserva como un don único.


Un poco de historia Solemnidad de la Inmaculada Concepción

A mediados del siglo XIX, el Papa Pío IX, después de recibir numerosos pedidos de obispos y fieles de todo el mundo, en comunión con toda la Iglesia, proclamó la bula “Ineffabilis Deus” (Dios inefable) con la que queda decretado este dogma mariano:

¡Feliz Solemnidad de la Inmaculada Concepción!
“Que la doctrina que sostiene que la Beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..."

El día elegido para la proclamación del dogma fue el 8 de diciembre de 1854, día en que habitualmente se celebra a la Inmaculada Concepción. En aquella ocasión, desde Roma fueron enviadas cientos de palomas mensajeras portando el texto con la gran noticia. Se cree que unos 400 mil templos católicos alrededor del mundo repicaron campanas en honor a la Madre de Dios.

Unos tres años después, la Virgen María, en una de sus apariciones en Lourdes, se presentó ante la humilde pastorcita Santa Bernardita Soubirous con estas palabras:

 “Yo soy la Inmaculada Concepción”.

Hoy, 8 de diciembre, celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María y también, a la Virgen Desatanudos, la advocación mariana preferida del Papa Francisco.⁣⁣

Hoy la Iglesia Católica recuerda, con gratitud y alegría, el designio divino por el que la Madre de Jesús quedó preservada del pecado original desde el momento mismo de su concepción.⁣⁣

⁣⁣Que María goce de tal privilegio es solo entendible en el marco del plan divino de la salvación, cuyo centro es Cristo. Por eso, la Iglesia ha tenido a bien erigirlo como dogma de fe: todo católico está obligado a creer y defender esta certeza, preservada por la Iglesia como don único.⁣⁣

⁣⁣El Papa Pío IX, a pedido de muchos obispos y fieles, en comunión plena con toda la Iglesia, proclamó el 8 de diciembre de 1854 la bula “Ineffabilis Deus” (Dios inefable), donde se decreta este dogma.⁣⁣

⁣⁣Hoy también se celebra a la Virgen María Desatanudos (Maria Knotenlöserin), a quien le pedimos “desate los nudos” u obstáculos que complican la vida o nos impiden llegar a Dios.⁣⁣

⁣⁣Esta advocación surgió alrededor de una obra del pintor Johann Georg Melchior Schmidtner (1625 - 1705), que presenta a la Inmaculada flanqueada por dos ángeles: uno de ellos le alcanza una cinta llena de nudos -representación del pecado original y sus consecuencias-, y el otro recibe de manos de la Virgen la cinta desatada.⁣⁣

⁣⁣La imagen original se venera desde inicios del siglo XVIII en Augsburgo (Alemania) y está ubicada en la iglesia de San Pedro en el Perlach. ⁣⁣

⁣⁣En los últimos años, el Papa Francisco fue el principal difusor de esta advocación mariana, que está entre sus favoritas. El Papa llevó esta devoción de Alemania a Argentina, cuando era obispo auxiliar de Buenos Aires. Hoy, esta devoción se venera en otros países de América.⁣⁣

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