Oración del Miércoles Santo
Señor Jesús, en este Miércoles Santo me acerco a Ti con humildad, reconociendo mi fragilidad y mi necesidad de tu misericordia. Hoy recordamos la traición que sufriste a manos de uno de los tuyos, y cómo, a pesar de ello, mantuviste tu amor y tu perdón intactos.
Te pido, Señor, que me ayudes a no caer en la tentación de la traición, del egoísmo, de la ambición o del olvido hacia Ti y hacia mis hermanos. Que mi corazón no se endurezca, que mis palabras no hieran y que mis acciones no te nieguen.
Enséñame a ser fiel en lo pequeño y en lo grande, a permanecer junto a Ti en los momentos de alegría, pero también en los de dolor y oscuridad. Que no me aparte de tu camino por miedo, cansancio o desconfianza.
Dame, Señor, un corazón sincero, leal y misericordioso. Que sepa perdonar como Tú perdonas, que sepa amar como Tú amas, y que, aún en medio de las traiciones humanas, confíe siempre en tu fidelidad.
Amén.
Miércoles Santo: La Traición Humana y la Fidelidad de Dios
El Miércoles Santo marca un momento crucial en la Semana Santa, al recordarnos la traición de Judas Iscariote a Jesús. Este día nos invita a reflexionar sobre la fragilidad humana, el precio de la deslealtad y la oscuridad que puede habitar en el corazón de quien se aleja del amor de Dios. Judas, uno de los discípulos más cercanos, decide entregar a su Maestro por treinta monedas de plata, motivado por la ambición y la desesperanza.
Sin embargo, más allá de la traición, este día también nos revela la inmensidad de la misericordia de Dios. Jesús, sabiendo lo que sucedería, no rechaza a Judas ni le niega su amistad en la Última Cena. Es un ejemplo profundo de amor incondicional, que no se quiebra ante la traición, sino que permanece fiel incluso en medio del dolor.
El Miércoles Santo nos invita a mirarnos por dentro, a examinar nuestras actitudes, nuestras lealtades y los momentos en que, quizás sin darnos cuenta, hemos fallado al amor de Dios o a los demás. Es un día para pedir perdón y renovar nuestro compromiso de fidelidad, confiando en que, aunque nosotros podamos fallar, Dios nunca nos abandona.